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Tenencia de la tierra e industria azucarera

Autor: Abel Pérez Zamorano
Año de Edición: 2017

La estructura agraria de México, extremadamente fragmentada, frena la productividad agrícola, cierra pasó a la absorción de tecnología moderna, impide la conjunción de la tierra y el capital como factores de la producción, y condena a la miseria y la migración a millones de campesinos, que alguna vez recibieron la tierra con la esperanza de obtener de ella un ingreso decoroso para sus familias. En esta obra el autor rechaza sin tapujos la tesis que postulan un supuesto potencial productivo del minifundio y plantea que la elevación de los niveles de la vida de los pobres del campo demanda como una condición de producir en unidades mayores donde puedan alcanzarse economías de escala. Como un segundo aspecto estudiando en la obra, desde la perspectiva neoinstitucional, el autor explica también que mientras no se con corrija el factor estructural mencionado, la crisis crónica en la que se debate la agroindustria azucarera no desaparecerá, aunque los ingenios pasen, una y otra vez de propiedad pública a privada. Abel Pérez Zamorano, originario de Témoris, Chihuahua, es doctor en Desarrollo económico por la London School of Economics, institución en la cual obtuvo también una maestría en Políticas de desarrollo; tiene una maestría en Economía, con Mención Honorífica, por el Instituto Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México; es ingeniero agrónomo por la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde también fue profesor. Ha impartido clases en el Instituto Tecnológico de Monterrey y, desde 1990, labora en la Universidad Autónoma Chapingo, actualmente en la división de Ciencias Económico-Administrativas, como profesor-investigador de tiempo completo en licenciatura y posgrado, y como subdirector de la investigación.

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Prólogo

La estructura agraria de México, extremadamente fragmentada, frena la productividad agrícola, cierra pasó a la absorción de tecnología moderna, impide la conjunción de la tierra y el capital como factores de la producción, y condena a la miseria y la migración a millones de campesinos, que alguna vez recibieron la tierra con la esperanza de obtener de ella un ingreso decoroso para sus familias. En esta obra el autor rechaza sin tapujos la tesis que postulan un supuesto potencial productivo del minifundio y plantea que la elevación de los niveles de la vida de los pobres del campo demanda como una condición de producir en unidades mayores donde puedan alcanzarse economías de escala. Como un segundo aspecto estudiando en la obra, desde la perspectiva neoinstitucional, el autor explica también que mientras no se con corrija el factor estructural mencionado, la crisis crónica en la que se debate la agroindustria azucarera no desaparecerá, aunque los ingenios pasen, una y otra vez de propiedad pública a privada.