El origen del patriarcado continúa siendo debatido en los campos de la antropología y socio-biología. Esto se debe al carácter complejo de este sistema tan arraigado y antiguo. Resulta complicado situar su origen debido también a las limitaciones propias de la antropología: los antropólogos no convivieron con los primeros grupos humanos y tienen que basarse en evidencias indirectas. Sus interpretaciones están fuertemente influidas por la ideología y cultura dominante, con un marcado sesgo androcentrista. [1][2] En palabras de Gerda Lerner “Hacemos las preguntas del pasado que queremos responder en el presente… leemos hacia atrás, hacia el pasado, los acuerdos de sexo/género que prevalecen en el presente”. [3] Aunque los antropólogos estudien a los grupos étnicos que aún persisten, éstos han recibido cierta influencia de la “modernidad”, por lo que difícilmente pueden igualarse con los primeros grupos humanos. Con todo y las dificultades, existe consenso respecto a que el patriarcado no surgió en un solo lugar, ni en un solo momento, y en que sus orígenes anteceden al capitalismo.
Hasta hace poco solo había escuchado la teoría marxista sobre el origen del patriarcado. Esta teoría, basada en los estudios de antropólogos del siglo XIX, principalmente de Lewis Henry Morgan y Maxim Kovalevsky, sitúa el origen del patriarcado como consecuencia de la aparición de la propiedad privada, controlada por los hombres. Los hombres dirigían la producción doméstica y procuraban controlar a las mujeres para garantizar la transmisión de la propiedad familiar a su propia descendencia masculina, mientras que las mujeres se limitaban al trabajo doméstico y a producir hijos. Sin embargo, este planteamiento me dejó pensando por qué la propiedad había de heredarse necesariamente por la vía paterna, cuando las mismas notas antropológicas de Marx recuperan el carácter matrilineal (que no es lo mismo que matriarcal) de algunos grupos humanos, en los que los puestos de poder se heredaban por línea materna.[4]
Luego encontré más elementos en Federico Engels[5] y en el historiador marxista Neil Faulkner, quien explica que en las comunidades cazadoras-recolectoras y primeras comunidades agrícolas y ganaderas había una división por géneros del trabajo, pero no una opresión específica de las mujeres: los hombres cazaban y las mujeres recolectaban –nuevos hallazgos arqueológicos apuntan a que también las mujeres participaban en la cacería[6]–. Neil Faulker propone que fue el crecimiento de las sociedades, la especialización y tecnificación del trabajo las que crearon las condiciones para el patriarcado:[7] "La economía poco tecnificada de principios del neolítico no requería apenas trabajo especializado: todo el mundo participaba en las tareas habituales. Pero el mundo más tecnificado de finales del neolítico, la Edad del Cobre y la del Bronce dependían de múltiples especialistas. Se necesitaban artesanos expertos para fabricar arados, carros y barcos. Los alfareros producían incesantemente vasijas a cambio de una participación en la producción agrícola".
"La especialización separó el trabajo del hogar. Los comerciantes recorrían largas distancias con valiosos cargamentos de cobre, obsidiana, lava, conchas ornamentales y piedras semipreciosas. Muchos artesanos prehistóricos, al igual que sus descendientes históricos, eran itinerantes y vendían sus habilidades de aldea en aldea. Como consecuencia, los lazos de la familia, clan y tribu se delimitaron. Además de las relaciones sociales basadas en el parentesco, había ahora nuevas relaciones basadas en el patrocinio y el comercio.
"…el periodo neolítico tardío era un mundo de hombres. El pastoreo, el arado, el comercio a larga distancia y la artesanía itinerante no podían combinarse con el cuidado de los niños…Una segunda “revolución” agrícola –con mayor precisión, una lenta acumulación de innovaciones radicales– había transformado la economía del neolítico y había subvertido el orden social. La azada y el pequeño huerto habían sido sustituidos por el arado y los campos irrigados y abonados. Debido a esto las comunidades matriarcales e igualitarias fueron dando paso al patriarcado, adoptando nuevas nociones de autoridad y jerarquía (Faulkner, pág. 40)".
Sin embargo, hay quienes argumentan que el patriarcado pudo haber surgido antes del desarrollo de la sociedad clasista y la propiedad privada. En su libro The creation of patriarchy, Gerda Lerner plantea que la esclavitud de la mujer combinada con el racismo y el sexismo precedieron la formación de clases sociales y la opresión de clase. Que las diferencias de clases fueron, en sus inicios, expresadas y constituidas en términos de relaciones patriarcales; la clase social no fue una construcción separada del género, sino que la clase fue expresada en términos de géneros. Para hacer este planteamiento, Lerner argumenta que eran las mujeres quienes eran esclavizadas primero cuando una tribu conquistaba a otra, mientras los hombres eran asesinados (fue después que también se esclavizaba y sometía a los hombres conquistados). Por el segundo milenio a. de C. en las sociedades de Mesopotamia, dice Lerner, las hijas de los pobres eran vendidas en matrimonio o prostitución para ayudar a los intereses económicos de las familias. Las hijas de los hombres con más bienes podían exigir un precio por ellas al padre del novio, lo que a su vez le permitía a la familia de la novia asegurar matrimonios económicamente más ventajosos para sus hijos, mejorando así la posición económica de la familia. Si el esposo o su padre no podía pagar la deuda, su esposa e hijos se convertían en esclavos por deuda para el acreedor.
"El producto de esta mercantilización de la mujer –precio de novia, precio de venta, e hijos– fue apropiada por los hombres. Podría bien haber representado la primera acumulación de propiedad privada. La esclavitud de mujeres de tribus conquistadas se convirtió no solo en un símbolo del estatus de nobles y guerreros, pudo permitir a los conquistadores adquirir riqueza tangible a través de la venta o intercambio de productos del trabajo esclavo y de su producto reproductivo, hijos esclavos (Lerner, pág. 213)".
Existen otras posturas que sitúan el origen del patriarcado en los albores de la humanidad, entre los primeros homínidos que habitaron el planeta[9]. Dejando a un lado las explicaciones biológicas deterministas que olvidan que los seres humanos ya no vivimos en un estado puro de naturaleza, hay posiciones interesantes que argumentan que hubo algunos elementos en nuestros ancestros homínidos que pudieron haber contribuido al origen del patriarcado. Ciertamente, la sociedad humana es muy distinta de los sistemas sociales formados por otras especies de animales que viven en colectivos, pero eso no le quita el carácter biológico a nuestra especie; los humanos somos seres biológicos y sociales. ¿Cuál es la relación del patriarcado con los comportamientos de coerción sexual que también existen entre otros primates, particularmente entre los simios, con quienes compartimos historia evolutiva y más del 90% de nuestros genes? Considero que un enfoque evolutivo suma elementos biológicos a los elementos sociales del origen del patriarcado. Este enfoque lo discutiré en un segundo escrito.
Citlali Aguirre es maestra en Ciencias Biológicas por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
Bibliografía
[1]Kourany, J., & Brown, J. R. (2012). Feminist Critiques: Harding and Longino. Philosophy of Science: The Key Thinkers, 236.
[2]Moore, H. L. (1991). Antropología y feminismo (Vol. 3). Universitat de València.
[3]Lerner, G. (1986). The creation of patriarchy (Vol. 1). Women and History; V. 1.
[4]Krader, L. (1988), “Introducción”. En: Karl Marx. Los apuntes etnológicos de Karl Marx. (pp. 1-70). Madrid: Siglo XXI.
[5] Engels, F. (1973). El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado. Buenos Aires: Cartago.
[6] Haas, R., Watson, J., Buonasera, T., Southon, J., Chen, J. C., Noe, S., … & Parker, G. (2020). Female hunters of the early Americas. Science advances, 6(45)
[7] Faulkner, N. (2013). De los neandertales a los neoliberales. Una historia marxista del mundo. Barcelona: Pasado y Presente.
[8] Wrangham, R. (2009). Catching fire: how cooking made us human. Basic books.
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