MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tras 2 siglos de la independencia, millones aún claman justicia

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Se cumplieron 214 años del inicio de la guerra de independencia, encabezada por don Miguel Hidalgo y Costilla, la noche del 15 de septiembre del año 1810. 

Desde el momento en que comenzó la guerra contra el dominio español, estos sucesos marcaron la dirección del futuro de nuestra patria. Por ello, cada 15 de septiembre los mexicanos nos reunimos en las principales plazas públicas para recordar a nuestros héroes y celebrar de diferentes maneras en apego a los usos y costumbres.

214 años después del inicio de la guerra de independencia, los mexicanos seguimos enfrentando las cadenas invisibles de la injusticia social y la desigualdad.

Se disfrutan de programas culturales, se consumen antojitos mexicanos, todos dan el grito de “viva México”, se recuerdan los nombres de los héroes, se toma tequila y se baila al ritmo de algún grupo musical.

Al día siguiente se desfila por las principales calles de los centros de los municipios y capitales, donde las autoridades de los gobiernos en turno emanados de los diferentes partidos políticos encabezan esta actividad, acompañados de contingentes de las fuerzas armadas, estudiantes y contingentes de otros gremios.

Pero esta celebración anual hecha costumbre al paso del tiempo oculta algo más profundo que conviene analizar y sacar conclusiones: qué tan libres, independientes y soberanos somos los mexicanos, y hasta qué punto se han materializado los anhelos de justicia y libertad con los que soñaron nuestros héroes de independencia y por los que lucharon.

Retomemos algunos planteamientos históricos de Aquiles Córdova Morán:

“El estudio de la historia, sin dejar de lado los acontecimientos mundiales, como la independencia de Estados Unidos de Norteamérica y la Revolución Francesa, nos lleva a aceptar que la verdadera razón por la que fue inevitable que estallara nuestra guerra de independencia se debió a dos factores básicos. Primero, la gran injusticia en la que vivía el pueblo mexicano. La colonia española, durante trescientos años, no había hecho prácticamente nada por las clases bajas, por las clases pobres. La Nueva España, como se le llamaba, estaba organizada de una manera absolutamente jerarquizada. En la cumbre de la pirámide estaban los llamados españoles peninsulares, es decir, los españoles que habían nacido en España y que habían venido a la colonia ya grandes; en seguida, los criollos, que eran los españoles nacidos en México; luego, los mestizos, que eran los productos de la mezcla de español con cualquiera de las distintas razas que había en nuestro país, dando origen a más de 30 castas que formaban la inmensa mayoría del pueblo.

La otra razón es que la clase dominante formada por criollos y peninsulares estaba dividida por el exceso de privilegios de los peninsulares, y por lo tanto no había una fuerza social cohesionada, firme, en torno al virrey, que representaba al rey y que defendiera los intereses de la corona. Por eso bastó que don Miguel Hidalgo tocara las campanas y llamara al pueblo a decretar la lucha contra los gachupines, para que todo el pueblo, muchos de ellos criollos, se levantara contra el dominio español”.

La historia de nuestro país se ha desarrollado, pasando del poder eclesiástico colonial, donde unos cuantos gachupines tenían la propiedad de la tierra, el poder político y económico, a un sistema feudal organizado en grandes haciendas, hasta desencadenarse en la gran revolución burguesa mexicana de 1910, donde la mayoría del pueblo pobre mexicano luchó y murió anhelando un México con mayores libertades, soberanía, justicia social y una equitativa distribución de la riqueza nacional.

Hasta hoy, no se han hecho realidad esos anhelos. Los verdaderos luchadores, Morelos e Hidalgo, murieron en el intento, la guerra de independencia la perdió el pueblo, por lo tanto, las cosas siguieron casi igual, como ya estaban, y hasta el día de hoy continúan así.

Los mexicanos sufren injusticia, falta de empleo bien pagado, mala alimentación, pésima vivienda, padeciendo enfermedades que no pueden curarse, mejores condiciones para educarse, una recreación enajenante y manipuladora; transitan por calles malolientes, sin servicios básicos: agua, luz, drenaje, pavimento; actos de inseguridad. Al final, todos son engañados por un Gobierno que con sus acciones hace creer a la mayoría que está haciendo mucho para hacerle justicia al pueblo.

Reflexionar en estos momentos qué tan libres somos y qué tan libres nos sentimos en la vida ordinaria puede llevar a concluir que estamos atados a cadenas invisibles que someten la mente y el cuerpo de forma sutil, que da la sensación de libertad en un mundo lleno de condicionamientos, sometimiento y explotación.

Algunos datos que demuestran que en la actualidad no somos tan independientes como lo creemos:

  • En lo económico, exportamos el 82 % de lo que producimos a los EU.
  • En armamentos, militarmente poseemos un material casi obsoleto o poco moderno.
  • Cada mexicano debe a las instituciones financieras extranjeras más de 124 mil pesos.
  • Somos la segunda nación más desigual del mundo.
  • Hay 9.5 millones de personas que se acuestan y se levantan con hambre todos los días.
  • Son 33 millones de trabajadores en el sector informal los que no cuentan con prestaciones y servicio de salud.
  • Hay 6 millones de familias que no tienen vivienda propia y 14 millones cuya vivienda está en mal estado.
  • Cerca de 19 millones de personas no cuentan con agua y red de drenaje en sus viviendas.
  • Las clínicas y hospitales carecen de personal médico, medicamentos y material de curación. 

Carecemos de una política fiscal que permita al Estado recaudar más fondos y obligar a los adinerados que paguen sus impuestos para que el gobierno cuente con solvencia económica y pueda atender las necesidades de toda su población.

Las grandes fortunas de este país siguen estando, en una altísima proporción, en manos de gachupines; claro que ahora se les han venido a sumar libaneses, fenicios, árabes, ingleses, estadounidenses, pero la proporción de ricos españoles sigue siendo altísima.

La gran riqueza de este país, por la forma en que se hizo la independencia, nunca ha sido nuestra; no nos engañemos, sigue estando en manos de unos cuantos ricos.

Falta construir un pensamiento y una conciencia crítica en cada uno de los mexicanos que sienta la necesidad de aspirar a vivir en un mundo con mejores condiciones materiales y espirituales. Que se vea hacia adelante en busca de un país culto, civilizado, en donde los hombres vivan en paz, respetándose unos con otros, y en donde todos tengamos lo suficiente para vivir como seres humanos.

Por ello, aquí estamos tras 214 años de la independencia, pidiendo justicia para más de 100 millones de mexicanos que padecen las consecuencias de la desigualdad ofensiva que vivimos en México.

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