Intenciones y resultados no puede considerarse una obra que empieza y termina en sí misma. Cuando la leemos, nos resulta evidente que no comienza en su primera página y no termina al final de los textos que lo componen; es más, en estricto sentido, podemos decir que es una obra abierta al tiempo. Es una obra en construcción. ¿Por qué? Porque Intenciones y resultados es el reflejo de una posición política ante la realidad social de nuestro país.
El objeto de estudio de estos textos (que en realidad son reflexiones de todo tipo: artículos, entrevistas, pláticas, discursos, conferencias y reuniones que han sido puestos por escrito) es el gobierno del actual presidente de la república. Como el propio nombre del libro lo dice: las intenciones y los resultados que ha tenido Andrés Manuel López Obrador en su gestión.
Pero ¿cómo educar al pueblo? Pues precisamente a través de la explicación de la realidad social desde el materialismo histórico. Por eso, desde entonces, el maestro Aquiles nunca ha dejado de escribir ni de analizar la realidad.
Y lo que encontraremos en Intenciones y resultados es precisamente la evaluación que hace el autor sobre este gobierno, el análisis concreto de las políticas públicas que ha adoptado el presidente actual y los resultados que ellas han tenido en la sociedad mexicana en los últimos años.
Lo que resulta verdaderamente único, y hace que este libro descuelle indiscutiblemente sobre otros cuyos autores han intentado hacer lo mismo, es el bagaje teórico que ha acumulado el maestro Aquiles para analizar la realidad.
Muchos autores han puesto por escrito sus opiniones acerca del gobierno de AMLO, tratando de explicarlo en su totalidad para inscribirlo en nuestra realidad actual y en la historia de nuestro país.
Algunos hacen de él una apología acrítica, llegando a la conclusión de que nada mejor le ha ocurrido a México en su historia, y de que nada mejor le ocurrirá. Otros, por el contrario, lo clasifican como un infierno para todos y algo absolutamente indeseable para la vida política de cualquier país en cualquier momento de su historia.
Ambas posturas (y también algunas otras que navegan entre estas dos aguas, pero identificando los problemas principales justo en el lugar en el que no están) tienen como factor común que sus autores, a la hora de analizar la realidad, parten de sus prejuicios y utilizan sus prejuicios para llegar a conclusiones que son manifestación obvia de estos mismos prejuicios.
Al acabar sus análisis, pues, quedan satisfechos con lo logrado, aunque la imagen que hayan pintado del país no se parezca en absoluto a lo que el país es en la realidad.
Lo que hace el maestro Aquiles requiere una explicación que, a mi parecer, es indispensable para comprender el libro. Decía yo que Intenciones y resultados es el reflejo de una posición política ante la realidad social de nuestro país.
Es la aplicación de esa posición política general al tema concreto del gobierno de AMLO. Y esa posición política, la posición política del maestro Aquiles Córdova, es el empleo del estudio científico de la sociedad para comprender los problemas de la misma.
El maestro Aquiles, siendo aún muy joven, entró en contacto con el materialismo histórico, ese gran continente científico que descubrió para el mundo Carlos Marx, y que, como dice Marta Harnecker, tiene como resultado que “no puede existir transformación del mundo sin un conocimiento previo de la realidad que se quiere transformar, sin un conocimiento previo de cómo ella está organizada, cuáles son sus leyes de funcionamiento y desarrollo, y qué fuerzas sociales existen para realizar los cambios, es decir, sin un conocimiento científico de ellas”.
Desde que era estudiante en la Universidad Autónoma Chapingo, entonces Escuela Nacional de Agricultura, el joven Aquiles comprendió que hay que estudiar profundamente a la sociedad para poder explicarla y posteriormente cambiarla. Y comprendió también, con esto, que estudiar profundamente a la sociedad significa adherirse sin reservas a una teoría que como resultado del estudio de la realidad nos ayude a explicarla en sus leyes fundamentales de desarrollo.
O sea, que la sociedad no avanza al azar, sino que, en el fondo de todos los fenómenos particulares que se nos presentan, subyace una serie de conexiones muy profundas que explican por qué la sociedad se comporta como se comporta, por qué se desarrolla como se desarrolla y cuál es el rumbo que en su desarrollo puede tomar.
Descubrió, entonces, que en el fondo de todo, se encuentra la forma en que los hombres producen, distribuyen, intercambian y consumen la riqueza social, y que sobre esta forma se levanta todo el resto del edificio que compone las sociedades.
Una vez que se hizo de estas armas teóricas, sin nunca jamás volverlas a soltar ni a dejarlas de lado, con esta “su lanza, en cuya punta estaba el hierro de la justicia”, salió a la vida pública como un Don Quijote, a “desfacer agravios y enderezar entuertos”.
Junto con sus compañeros de escuela y ahora de ideas, ha persistido desde entonces en la transformación de la realidad mexicana. Desde 1974 fundaron un movimiento social que, aplicando la teoría a nuestra realidad, se dio cuenta de que para cambiar las cosas es necesario educar y organizar al pueblo.
Educarlo políticamente, explicándole el origen de su situación de pobreza (que es precisamente el modo de producción), y organizarlo para que, una vez comprendido lo primero, se decidiera, junto con otros muchos que viven la misma realidad que él, a formar la fuerza social que pudiera cambiar los destinos del país.
Pero ¿cómo educar al pueblo? Pues precisamente a través de la explicación de la realidad social desde el materialismo histórico. Por eso, desde entonces, el maestro Aquiles nunca ha dejado de escribir ni de analizar la realidad.
No olvidemos que en el lejano 1974 gobernaba Luis Echeverría y México atravesaba por una realidad distinta de la actual (quizá los más jóvenes no tengan idea clara ni de lo uno ni de lo otro). Pero, como digo, desde entonces el maestro Aquiles, armado con este bagaje, ha dado en el clavo esclarecer lo que sucede en el país, construyendo una vastísima obra que bien pudiera compilarse en una historia política y económica del México contemporáneo.
Ha escrito en innumerables periódicos y revistas (Momento, Uno más uno, El Universal o la Revista Buzos, por mencionar algunos), y ha dado una infinidad de conferencias, pláticas, entrevistas, clases, cursos (cursos de filosofía y de economía, por ejemplo), y todo con un solo afán: el afán de explicarle al pueblo mexicano la realidad en la que vive, lo más científicamente que se puede, para que ese pueblo se decida a transformar su realidad.
Intenciones y resultados es, entonces, sólo un pequeño extracto de esta titánica labor teórico-política. Una labor que, para fortuna nuestra, sigue produciendo ideas transformadoras, y sigue dando luz sobre el camino que nuestro querido México debe tomar.
Por eso, sobre todo a los jóvenes, pero también a los no tan jóvenes, los invito a acercarse al maestro Aquiles, a su obra teórica y a su creación práctica, parte de la cual somos muchos de los que estamos aquí reunidos y que trabajamos todos los días por transformar nuestra realidad social, enarbolando la bandera del antorchismo nacional.
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