Como seguramente sabrán mis escasos lectores, el próximo miércoles seis de octubre los antorchistas de Sonora entregaremos a las nuevas autoridades del Estado y del municipio de Hermosillo, los pliegos petitorios que contienen cientos de demandas de miles de familias organizadas en nuestro movimiento. La recopilación de las demandas no ha representado en sí gran problema, pues por todos lados en Sonora hay carencias y en muchos lugares son graves y muy evidentes: ha bastado con un poco de empeño y tiempo para revisar, recordar y redactar por parte de los comités antorchistas de cada colonia y comunidad —comités conocidos como “plenos”—, y algún esfuerzo adicional para recabar firmas de consentimiento entre los pobladores. Por ello, en este pliego no presentaremos nada nuevo, pues, en realidad es casi imposible que los órganos gubernamentales especializados en política y desarrollo sociales no tengan bien detectadas las necesidades de cada zona y población, que no las guarden en sesudos estudios, investigaciones y voluminosos archivos, listos y a la mano del poderoso cuando los necesite. Tan perfectamente lo saben que es bien conocido cómo esas instituciones han utilizado ese conocimiento para ejecutar detalladas y precisas campañas electorales con recursos públicos a favor de ciertos candidatos, aliviando un poco carencias y resolviendo a cuentagotas los problemas de los más humildes, pero solo lo necesario para asegurar el voto y después —cosa también perfectamente sabida por todos— se olvidan y regresan hasta la siguiente campaña, con camiseta de otro color, con más promesas falsas y “soluciones” a buscar otros incautos, necesitados y urgidos de cualquier apoyo, que vendan, desesperados, su voto, que al fin y al cabo la pobreza produce muchos de ellos como para reemplazar a los que ya no se tragan el anzuelo de los engaños; o bien, para “resolver” obras y servicios a ciertos comités de su agrado político o impuestos mediante mil y una artimañas.
Conocer y manejar a la perfección, pues, los “polígonos de pobreza”, saber al dedillo ciertos datos de la miseria en que muchos vivimos, es una necesidad de los gobiernos y partidos que se dedican a sacar provecho de la pobreza; es, en fin, una obligación política y electoral de los que se dedican más a la “polaca” y no a la política sana y honesta que defienda los intereses de los olvidados. Conocer con toda exactitud las debilidades de los humildes es, pues, una función de los gobiernos que se dedican a doblegar comités independientes y combativos, a dividir a los humildes “resolviendo” a los adversarios de éstos últimos, aunque aquéllos hayan gestionado primero o tengan más representatividad real: conocer nuestra fragilidad les da el poder de envilecernos. Es el envilecimiento de algunos de nuestros mejores hombres y mujeres un veneno que puede durar décadas y hasta toda la vida, haciendo daño en el alma del envilecido, que termina por salpicarlo a toda su comunidad, dejando en ella un rastro de rencores, envidias y recelos que pudren la unidad y la confianza entre nosotros mismos, para dicha y felicidad de nuestros opresores. Con estas tácticas logran doblegarnos antes de siquiera presentar batalla.
Por ello, al presentar nuestro pliego petitorio no pretendemos ingenuamente descubrir el sol a nadie. La cualidad que lo hace especial es que lo presentan grupos de mujeres y hombres organizados. Y deseamos resaltar esta característica: organizados en nuestro movimiento popular, distribuido en cientos de colonias y poblados. Los antorchistas somos pueblo organizado. Y esas personas que acudiremos a la entrega oficial de nuestro documento somos una parte de Antorcha, a la que se nos ha encomendado esta tarea. Por lo mismo, esperamos que nuestra acta sea formalmente recibida por la autoridad y actúe en consonancia con su deber constitucional.
Para terminar, invito a que hagamos otra reflexión que no por ser evidente debe despreciarse. Más del 90% de las demandas que presentaremos ya fueron planteadas -ya sea como ciudadanos independientes o ahora como antorchistas- a los anteriores gobiernos, de todos los colores, incluidos los que hoy gobiernan… y aquí estamos, otra vez. Es el mismo documento, básicamente, pero abultado, porque ahora son más grupos de distintos rumbos los que piden las mismas cosas y las mismas soluciones.
Señores politiqueros, ruines y nefastos: Los hemos visto venirse por oleadas azules, tricolores, rojas, morenas y de tutifruti, vinieron, hablaron y se fueron, y nuestras desgracias siguen y siguen. Enormes multitudes de nosotros vivimos en terregales que se transforman en lodazales, no tenemos agua desde hace 20 o 30 años, ni drenajes, ni electricidad. Otros que sí tenemos todo eso pareciera que no tenemos nada porque lo construyen mal, o nos agobian los pagos y las deudas, carecemos de empleos dignos, de sistemas médicos y de medicinas. Los más desesperados de nosotros se suicidan por no poder pagar la hipoteca que sirvió para pagar servicios médicos privados: esos suicidas eran igual que todos nosotros, aunque andaban en carro del año, les había ido un poquito mejor, pero a fin de cuentas resultó que somos los mismos pues nuestras desgracias nos igualan, nos colocan en el mismo plano social. Todos ellos y nuestros muertos, nuestros “levantados” y desaparecidos, encontrados en tierra sonorense por nuestras madres buscadoras, los que no hemos emigrado huyendo de la pobreza y la inseguridad en Sonora, aquí seguimos, con el Jesús en la boca.
Lo que nos han resuelto, se les agradece, pero francamente equivale a mejoralitos para la peor enfermedad. Vino y se fue Zedillo, lo mismo que Fox, Calderón y Peña Nieto y llevamos tres años con Obrador y aquí estamos… presentando las mismas demandas, año con año. Vino y se fue López Nogales, lo mismo que Bours, Padrés y Pavlovich y aquí estamos… presentando esencialmente, el mismo pliego. No queremos que pase lo mismo ahora, porque solo Dios sabe a dónde nos llevaría la desesperanza total.
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