Es un tema recurrente hoy, por los tiempos que vivimos, en buena parte del territorio mexicano provocan agitación, manipulación, represión, extorsión y corrupción en su conjunto, uno de los flagelos que es consustancial al régimen de explotación capitalista y el otro la inseguridad que vive todo el país, ninguno de los dos nacen de la nada, o por que sean inherentes al género humano, todo el género humano nace y se desarrolla en un contexto social y natural y para poder sobrevivir se adapta a él, o muere, es la ley de la vida.
Es crucial educarse y politizarse para entender el desarrollo de nuestra sociedad tanto en el ámbito natural como en el social; tener los elementos necesarios y entender su evolución o involución según sea el caso.
Miguel de Unamuno dijo: "No es raro encontrarse con ladrones que predican contra el robo para que los demás no les hagan la competencia"
Quienes quieren gobernarnos hablan de problemas graves como la corrupción y la inseguridad que viven todos los mexicanos en mayor o menor grado. Estos fenómenos socioeconómicos nacen de un contexto natural y social, por lo tanto, querer exterminar o eliminar dichos flagelos tan sólo combatiendo sus efectos, es querer que la tierra ahora gire en sentido contrario nada más porque es nuestro deseo y que por obra divina sucederá, o debido a la gracia y buena voluntad de alguien.
La parafernalia de toda la política que se expresa a nivel nacional para conseguir y llegar al puesto deseado habla de combatir la corrupción y la inseguridad, pero no dicen cómo, no existe proyecto claro de cómo acabar con semejante problemática nacional; en mi humilde y escasa visión no alcanzo a ver propuestas de solución de cómo erradicar las causas y no los efectos tanto de la corrupción como de la inseguridad.
En el caso de la inseguridad se habla de formar cuerpos de seguridad locales y nacionales con un alto grado de entrenamiento y equipo tecnológico de última generación para combatir los efectos solamente, pero no van al fondo del problema y creo que ni se preguntan de dónde nace y por qué nace, o simplemente no les interesa por así convenirle al sistema, de qué otra forma nos lo podemos explicar.
En cuanto al tema de la corrupción, para entender el capitalismo es necesario entender la corrupción. El vínculo entre uno y otro es significativo e indisoluble, a lo largo de toda la historia del capitalismo desde su etapa mercantil y colonialista. Pero en la estructuración actual del capitalismo, la construcción de sus organizaciones y de sus formaciones se entiende de manera superficial si no se incluye la corrupción. Esta juega un papel por lo menos tan importante como la represión, la negociación, la enajenación y la cooptación. Definir la corrupción requiere examinar una carga ideológica hegemónica de la que no siempre hay conciencia. Las fuerzas dominantes definen lo que es y no es corrupción, y califican a quienes son y no son corruptos y corrompidos. Ya en la época de Aristóteles, en La política, se refería a “la corrupción de los gobernantes que se reparten entre sí la fortuna pública contra toda justicia.” Limitaba la corrupción a los gobernantes en nombre de los ciudadanos poseedores de esclavos.
El “modelo” neoliberal globalizador es la cúspide del capitalismo de nuestros tiempos, es un sistema altamente organizado. La organización se da desde sus empresas más pequeñas hasta sus complejos globales. Nunca el capitalismo estuvo tan organizado como hoy. Al mismo tiempo, la irracionalidad del sistema es cada vez más notoria, no sólo por opresiva y depredadora sino por autodestructiva. Y en el conjunto del proceso se encuentra, como un fenómeno mayúsculo, la corrupción. Si consideramos el sistema capitalista como un todo, la corrupción y la cooptación juegan un papel relevante tanto en la eficacia del mismo para alcanzar objetivos como en las graves limitaciones de su racionalidad instrumental. Muchos de los efectos colaterales del modelo y medidas del sistema son dañinos e indeseables, y sobre todo declarados como tales por sus voceros.
Es claro que el modelo está diseñado para dominar y acumular, además el capitalismo añade a sus relaciones constitutivas otras muy importantes de mediación y mediatización, de represión y negociación. En ellas la corrupción y la cooptación aparecen y reaparecen como formando parte fundamental del sistema.
Las manifestaciones de la corrupción en los modos de dominación y producción precapitalistas no tienen el papel estructurado, regulador y usual, que alcanzan en una sociedad en que la cultura mercantil, con la mediación del dinero y el salario, y el hábito de la negociación, no sólo las reproducen sino las institucionalizan. “El capital vino al mundo chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies… Y pisoteará todas las leyes humanas… y no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riego de que lo ahorquen”, dijo Karl Marx.
Así el término corrupción se ha utilizado, históricamente, en dos sentidos distintos: en sentido general, equivalente a destrucción, devastación o adulteración de un material orgánico; y en sentido estricto, relacionado con la actividad humana propiamente dicha, tiene relación con el cohecho, al enriquecimiento ilícito, soborno, tráfico de influencias, peculado, malversación de caudales público y, desde luego, la práctica ilegítima de apropiación de riqueza con fines de acumulación originaria, las formas inhumanas de obtención de la máxima ganancia al estilo zonas francas, así como la perenne tendencia a la acumulación y concentración de la riqueza en manos de los propietarios de los medios de producción, del capital financiero y de los mercados en detrimento de la clase proletaria y de la población en general.
Para el caso es válido recordar una afirmación hecha por Miguel de Unamuno: "No es raro encontrarse con ladrones que predican contra el robo para que los demás no les hagan la competencia".
Aquí en México el modelo económico sigue vigente, hay pocos ricos muy ricos y en exceso pobres muy pobres, imposible ocultarlo, aún en las mentes más cerradas. Por lo tanto, es indispensable acabar de raíz con el sistema capitalista neoliberal para poder acabar con la corrupción y la inseguridad, mientras esto no suceda, mientras la clase trabajadora no se ocupa de llevar a cabo dicha transformación, las cosas seguirán igual y en mayor deterioro de los más desprotegidos, y surge la pregunta inevitable ¿quién le pone el cascabel al gato?, en mi humilde opinión solo la clase trabajadora organizada, educada y politizada puede llevar a buen puerto tal proeza, por un mundo justo y equitativo para todo coterráneo. Es la tarea que Antorcha Revolucionaria se ha echado a cuestas, y no descansaremos hasta lograrlo.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario