El 17 de abril, en la Cámara de Diputados federal se celebró la sesión en la que sometió a votación la reforma eléctrica propuesta por el presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO); los diputados de todos los partidos sólo tenían dos opciones: votar a favor o votar en contra.
Durante más de 12 horas debatieron argumentos para persuadir a sus homólogos de votar en un sentido o en otro. Fueron 12 horas de acaloradas discusiones en las que uno de los insultos que más se escuchó fue el de “traidores”. Una vez terminada la votación y publicados los resultados, el señalamiento de “traidores a la patria”, “traidores al pueblo” que se lanzaban mutuamente los diputados del bloque de Morena y los de oposición, resonó con fuerza en el Pleno de la cámara baja del Congreso de la Unión.
Para el ciudadano común, el obrero, el campesino, el ama de casa, saber a ciencia cierta si los diputados que votaron a favor o los que votaron en contra de reforma energética lo traicionaron, o mejor dicho votaron en su perjuicio y por algo que finalmente le va a afectar en su vida diaria, no resulta tan fácil, sobre todo, porque la información sobre este tema no está al alcance de la mayoría de la población, conformada por la clase trabajadora tanto de ciudad como del campo.
Mi colaboración, en esta ocasión, pretende aportar elementos útiles para que los mexicanos humildes tengan mejores elementos de juicio y no cometan el error de calificar como traidores (tratándose de la votación sobre la reforma energética) a quienes no los son, y glorificando a quienes realmente los traicionaron.
El resultado de la votación en la Cámara de Diputados federal, conformada por 500 legisladores, fue el siguiente: 275 diputados de los partidos MORENA, PT y PVEM votaron a favor; 233 diputados de los partidos PAN, PRI, PRD y MC votaron en contra. Para que la reforma energética propuesta por el gobierno de la Cuarta Transformación, encabezada por Andrés Manuel López Obrador, fuera aprobada se requería de mayoría calificada, lo que significa que debía alcanzar 334 votos, al no alcanzar esa cantidad, la iniciativa fue desechada.
¿Qué diputados traicionaron al pueblo, los 275 cuyo voto fue a favor o los 233 que votaron en contra? Veamos.
El principal argumento del gobierno morenista para proponer la reforma energética fue contrarrestar los abusos del sistema neoliberal, que por muchos años ha dilapidado los recursos naturales de México; aunque puede sonar cierto, hace a un lado el hecho de que el modelo económico que rige actualmente la economía mundial, y por ende la mexicana, sigue siendo el modelo neoliberal, o lo que es lo mismo el sistema capitalista de producción (aunque haya a quienes les cause urticaria la palabra capitalista).
El sistema capitalista tiene su base en la propiedad privada de los medios de producción, y la producción de energía es un insumo indispensable en el aparato productivo de cualquier país porque la mayoría de las máquinas y herramientas de las grandes industrias funcionan a base de este tipo de energía, además de que en la vida diaria de la población la electricidad sirve para poner a funcionar servicios básicos como el alumbrado en los domicilios y calles, los servicios que prestan los hospitales serian prácticamente imposibles sin la energía eléctrica.
Y precisamente la reforma energética, propuesta por el partido en el gobierno, pone en riesgo la generación de la energía suficiente para que todo el aparato productivo del país y todos los servicios que de ella dependen; asimismo, abre la posibilidad de que incluso se presenten apagones, como el que se presentó en diciembre de 2020, mismo que afecto a 10.3 millones de usuarios de 20 estados de la república, a causa de un problema de frecuencia en la energía eléctrica.
Se pone en riesgo la generación de energía porque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no tiene capacidad para producir la energía que requieren los 46.2 millones de usuarios.
Desde el año 2013 cuando se aprobó la anterior legislación en esa materia, tiempos del gobierno de Enrique Peña Nieto, era un hecho que el 62 por ciento de la electricidad consumida en el México era generada por particulares y la CFE producía sólo el 38 por ciento.
La legislación que propone el representante del Poder Ejecutivo federal plantea que la iniciativa privada reduzca su participación en la generación y distribución de energía al 46 por ciento, por tanto, la CFE deberá tener la capacidad de producir el 54 por ciento de la energía eléctrica. Para que la CFE alcance esa capacidad de producción, tendría que invertir muchos miles de millones de pesos, recursos con los que no cuenta el gobierno porque las arcas están casi vacías y el presupuesto de egresos 2022 solo tiene etiquetados recursos para los programas de transferencia monetaria y para las obras de la refinería de Dos Bocas, Tren Maya y Aeropuerto de Santa Lucía (inaugurado sin concluir).
Por lo tanto, siguiendo la lógica del razonamiento, si el gobierno ya tiene etiquetados los recursos, sólo le quedaría la opción de hacer recortes a otros rubros como la educación, la salud y otros servicios o pedir préstamos a las instituciones neoliberales de crédito, a los bancos que prestan con intereses leoninos.
Si para invertir en la industria energética el gobierno morenista hace más recortes a sectores como el educativo, le daría la estocada a la educación pública, seria condenar a las nuevas generaciones a estar más abajo del sótano en cuento a calidad de educación; si recorta al sector salud, nunca se alcanzaría la promesa del Gobierno federal de brindar a los mexicanos un sistema de salud como el de Noruega, en pocas palabras el pueblo pagaría los platos de una reforma que no es viable.
En el caso de que recurriera a pedir préstamos a la banca privada, todos sabemos que los bancos no son hermanas de la caridad, que si hacen un prestamos se aseguran de recuperar, además del capital, unos muy buenos intereses, en este caso también la deuda recaería en las espaldas del pueblo.
Entonces, ¿quién traiciona más al pueblo, los diputados conscientes de la debilidad de industria eléctrica, de su incapacidad de generar en lo inmediato toda la energía necesaria sin la participación de la iniciativa privada o quienes, aun conociendo esa incapacidad, ponen al aparato productivo y a la población en el riesgo de sufrir apagones constantes, con las afectaciones que ello conlleva?
¿Quién traiciona más al pueblo, los diputados que saben que no existen recursos para invertir en infraestructura para producir y distribuir energía o quienes, aún sabiendo, arriesgan al pueblo a sufrir recortes a sectores ya de por sí castigados en el prepuesto de egresos y a cargar en sus espaldas más pagos de intereses por deuda externa?
Otro aspecto de la reforma al que hay que ponerle la lupa, es el relativo al uso de energías limpias, ya que limita la aprobación de inversiones privadas en energía solar y eólica, e incluso pone en riesgo proyectos ya aprobados, con base en la legislación vigente.
México se ha comprometido, ante organismos internacionales, a generar un 35 por ciento de consumo eléctrico con energías limpias. Al respecto, la secretaria de Energía, Rocío Nalhe ha sostenido que “para 2024 nuestro país cumplirá con dicho porcentaje”, sus palabras suenan alentadoras, pero la realidad la contradice porque actualmente solo el nueve por ciento de la energía generada por la CFE se puede considerar limpia, se produce en 60 centrales hidroeléctricas. Para cubrir el déficit del 26 por ciento faltante, la opción es poner a funcionar sus plantas térmicas, aunque sea una solución, no es la mejor, ya que dichas plantas generadores de energía utilizan combustibles fósiles, como el carbón. El uso de combustibles fósiles no es peccata minuta, acarrea el incremento de emisiones de CO2 a la atmósfera, lo cual daña de forma irreversible el medio ambiente, y, además, implica mayores costos de producción, lo cual en lenguaje llano significa recibos con cobros de luz más altos.
Entonces, ¿qué diputados traicionan al pueblo, los que reconocen que el Estado mexicano no tiene capacidad para invertir en generación de energías limpias y consideran necesario dar espacio a la inversión privada, o los que aun sabiendo esa realidad prefieren aferrarse al uso de combustibles fósiles que a la larga condenaran a los mexicanos a tener un medio ambiente más contaminado y pagando servicio de luz cada vez más caro?
Con base en los argumentos descritos, podemos afirmar que los 233 diputados que votaron en contra de la reforma energética no traicionaron al pueblo, porque, al votar en contra, lograron que fuera rechazada una reforma más perjudicial que benéfica para la mayoría de la población.
Los 233 diputados que votaron en cintra no traicionaron al pueblo porque con su voto salvaron al pueblo de futuros apagones por la incapacidad de la CFE de producir el porcentaje de energía necesario, con su voto garantizaron la energía que sostenga al aparato productivo del país y los servicios indispensables para toda la población; además, con su voto se privilegia el uso de energías limpias, limitaron el uso de combustibles fósiles y evitaron el encarecimiento del servicio de energía eléctrica a la industria y a la población en general.
Quienes sí traicionaron al pueblo fueron los 275 diputados, quienes, siguiendo las órdenes del mesías de la Cuarta Transformación, votaron a favor de una reforma que representa graves peligros para el aparato productivo, para el medio ambiente y para el bolsillo de los más humildes de los mexicanos.
La votación sobre la reforma energética es sólo un episodio de la lucha que todos los días se libra en la arena política, donde la voz del pueblo poco es tomada en cuenta, donde se proponen leyes o reglamentos que pueden sonar como cantos de sirena en los oídos del pueblo, pero que son pan con navaja.
Por ello, el pueblo debe educarse para saber descubrir la manipulación y el engaño, debe organizarse para hacer valer su fuerza y defender sus legítimos derechos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario