MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ya podemos comenzar a juzgar al "nearshoring"

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La realidad tarde o temprano alcanza a todas las promesas, y aquellas relacionadas con el nearshoring no son la excepción.  A casi dos años de que los medios y el Gobierno federal anunciaran emocionados la gran época de prosperidad que se avecinaba para nuestro país en la nueva coyuntura internacional, podemos comenzar a caracterizar al nearshoring por sus consecuencias reales.

La idea central es que la guerra tecnológica-comercial desencadenada por el gobierno norteamericano contra China, así como la búsqueda de mayor certidumbre en las inversiones internacionales, provocaría una relocalización masiva de la producción industrial mundial de China a países aliados de Estados Unidos (EE. UU.) y cercanos geográficamente al mismo. Para México, esto significaría enormes inversiones industriales y con ellas generación de empleos y crecimiento económico. En medio de la euforia o el oportunismo descarado, varios llegaron a decir que México estaba en condiciones de convertirse en una “potencia mundial”.

En los hechos, las cosas son muy distintas, y bastaría con preguntarle al mexicano de a pie si está viviendo esa prometida prosperidad para comprobarlo. Primero: es cierto que las exportaciones de México a EE. UU. aumentaron considerablemente de 2020 a 2022, pero desde entonces se estancaron. Sin embargo, esto no es lo más importante, sino la naturaleza de este crecimiento de las exportaciones mexicanas.

Un estudio del Asian Times (04/06/2023) documenta la tendencia principal, que consiste en que las empresas localizadas en China que exportan a EE. UU. comienzan a mudar a otros países las operaciones de ensamblaje del producto final, pero no toda la producción. Así, aunque una mercancía haya sido producida fundamentalmente en China, al ser terminada en otro país, aparece como venta de este último (de México, Vietnam o India, por ejemplo). A las empresas norteamericanas esta operación les permite sostener frente al gobierno y al congreso de su país que están comprometidas con la cruzada “patriótica” de separar a las economías estadounidense y china, aunque en los hechos la dependencia norteamericana del poder industrial chino siga aumentando. En nuestro país, este fenómeno se observa en que, simultáneo al aumento de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, se da un aumento igual o mayor en las importaciones provenientes de China; es decir, de los insumos que se ensamblan en México para después exportarse a EE. UU.

Por lo tanto, el nuevo “Hecho en México” que emerge del nearshoring debe verse con mucha suspicacia. El nearshoring se trataría, en realidad, de un nuevo episodio de maquila redoblada; es decir, de procesos de producción basados en el ensamblaje de insumos importados y de bajo valor agregado. Los nuevos empleos que resulten de este proceso, por supuesto, son bienvenidos, pero, ¿a caso alguien puede afirmar que serán suficientes para si quiera aminorar el problema del desempleo y el empleo precario en México?

Finalmente, los acontecimientos actuales permiten obtener enseñanzas importantes. China, que inició su proceso de apertura al comercio internacional con el equivalente de las “maquilas” mexicanas, rápidamente construyó una base industrial doméstica que era y es hasta la fecha el verdadero motor del desarrollo en ese país, y convirtió a muchas de esas maquilas en poderosas unidades productivas capaces de realizar procesos más complejos y reducir su dependencia del capital y los mercados internacionales. Esto, claro está, no fue el resultado del juego de “las fuerzas del mercado”, sino del ambicioso plan del Partido Comunista de China que, sin renunciar a los posibles beneficios de la participación en la economía internacional, se negaba a dar a la economía de su país un papel pasivo y subordinado en la misma.

En México, pasan las décadas y después del fracaso de la “primera” globalización en los años 90 no parece que las clases gobernantes aprendan la lección o que les interese obtener resultados distintos. El Gobierno de la 4T, fiel al dogma neoliberal del que tanto reniega, deja a México como tierra libre para que la inversión extranjera hoy inunde los parques industriales y mañana los abandone cuando encuentren una ubicación más ventajosa. En contraste, la experiencia china demuestra que construir una economía doméstica fuerte e independiente es también la mejor defensa contra esos vaivenes del mercado capitalista, e, incluso, contra un intento de sabotaje imperialista a la economía.

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