Le pedí a un taxista hace unos 10 años que me llevara al CIDE, y me contestó: ¿a dónde?, de lo cual deduje que no sabía de la existencia de esta institución académica así que me di a la tarea de explicarle y le dije: el CIDE es el Centro de Investigación y Docencia Económicas, institución de alto nivel académico y de un gran nivel de exigencia. El proceso de selección de los alumnos es muy riguroso. Por ejemplo, aquellos alumnos que tengan un promedio regular, pero una buena entrevista y se les note cualidades académicas para superar el nivel preparatorio llamado “propedéutico”, pueden ser aceptados, pero está en ellos pasar este nivel preparatorio.
Una vez que son aceptados los alumnos en el propedéutico; entonces tienen la obligación de sacar calificaciones promedio por encima de ocho, pues, de no ser así, serán dados de baja o, si sacan 7.9 (según su desempeño), se les puede admitir en el siguiente nivel semestral condicionados a sacar la calificación de 8.0, que, en caso de no lograrlo, se les dará de baja de manera inmediata. Para el caso del postgrado, dado el rigor de selección antes dicho, señalé a nuestro amigo el taxista que estaba interesado en el tema, reciben beca del Conacyt todos y cada uno de los aceptados, casi automáticamente.
En ese entonces, era profesor de tiempo completo del CIDE y puedo decir que mis alumnos de maestría provenían de clases bajas. No eran “fifís” o gente “derechizada” como hoy se les acusa. Algunos alumnos del nivel licenciatura tenían notablemente mejores condiciones económicas, pues se cobraba el acceso a la licenciatura; sin embargo, no por eso se exigía menos, y mis alumnos de licenciatura de aquel entonces eran críticos y muy trabajadores. Se preparaban con entusiasmo. Puedo decir que los jóvenes que egresan del CIDE son jóvenes con una gran capacidad analítica y con posibilidades de resolver problemas complejos en condiciones de un alto nivel de presión, lo cual se requiere para muchas tareas de gobierno, de la academia o de la iniciativa privada. Puedo contarles, con alegría, que en una de las negociaciones que como Movimiento Antorchista hicimos en la Secretaría de Hacienda, en Constituyentes 1001, tuve el agrado de encontrarme con uno de mis alumnos recién egresado de maestría y me sentí satisfecho de haber contribuido a su educación académica en el CIDE. De esta suerte, el CIDE fue una escuela que le abrió puertas a jóvenes que sin la maestría o licenciatura del CIDE no hubieran podido lograr un empleo con las características que Hacienda exige.
En su intento por acabar con las instituciones que el presidente Andrés Manuel López Obrador califica de reaccionarias, conservadoras, fifís, de derecha, neoliberales, etc., pretende acabar con el pensamiento crítico, como si corriendo a los jesuitas o matando a los judíos se haya podido eliminar el razonamiento crítico. Pero la historia nos ha mostrado que el pensamiento crítico no se acaba con medidas administrativas ni con autoritarismo, muerte o represión: hoy día recordamos con orgullo a Giordano Bruno o a Galileo Galilei que se opusieron al régimen de su época y al primero le quemaron vivo y al segundo le recluyeron para impedirle hacer ciencia, pero ambos señalaron la verdad y hoy nadie la puede ocultar: la tierra se mueve y no es el centro del universo.
En torno al CIDE, el primero acto arbitrario, como los muchos de este Gobierno, fue cancelar los fideicomisos, entre otros, el del CIDE, que tenía, además, recursos privados y extranjeros, pero a este gobierno no le importó, simplemente agarró el dinero como si fuera suyo. El segundo acto impositivo, fue la persecución permanente en la prensa y la presión institucional del director el doctor Sergio López Ayllón, que le obligó a renunciar y en agosto de este año el Conacyt enseñó sus cartas al nombrar al doctor José Romero Tellaeche como director interino. El tercer acto impositivo vino con la nueva dirección que destituyó en primer lugar al director de la sede del CIDE en Aguascalientes, al doctor Alejandro Madrazo por “pérdida de confianza” (que debe entenderse, por “no sometimiento irrestricto a la 4T y a AMLO”); acto seguido, en redes sociales la doctora Catherine Andrews, secretaria académica del CIDE, informó que había sido destituida por Romero Tellaeche a causa de un “acto de rebeldía”. ¿Usted cree?, ahora resulta que quien cuestiona a los morenistas encumbrados incurre en “actos de rebeldía” y debe ser destituido de su puesto. El nuevo director quería violentar los lineamientos de la institución posponiendo arbitrariamente las evaluaciones, a lo que se opuso la doctora Catherine, por eso la destituyeron. Esa es la represión y el autoritarismo de Morena, ahora en las instituciones académicas que hasta hoy son de alto nivel, pero con las nuevas reglas, eso se perdió. Al tiempo.
Conozco al doctor Romero, pues fue mi maestro en El Colegio de México. No estaba catalogado entre los mejores maestros del Colmex, no era exigente y no le conocía actitudes autoritarias; sin embargo, Romero Tellaeche fue ratificado por el Conacyt como director oficial del CIDE, pese a las protestas de los estudiantes y de la comunidad académica.
Todo esto forma parte de la campaña dictatorial y de destrucción de las instituciones por parte de AMLO. El presidente acusó sin bases a la institución de “haberse derechizado” y, me va a disculpar el presidente, pero no hay ciencia de derecha y ciencia de izquierda y para probarlo basta un ejemplo muy sencillo: la ley de la gravedad descubierta por Sir Newton ¿es de derecha por haber sido matematizada por un Sir? Pero, además, en su toma de protesta, después de un proceso para nada transparente, contrario a lo que dicen las autoridades, José Romero dijo que garantizaría “libertad de cátedra”, ¿en serio? ¿No que se había derechizado el CIDE?
Como ex miembro de la comunidad del CIDE, conozco el nivel de exigencia de la institución y me manifiesto a favor de las demandas de los estudiantes y los conmino a que no desistan. Espíritu crítico ante todo y uso pacífico, pero enérgico, de sus derechos constitucionales. #YoDefiendoAlCIDE.
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