Tal vez bastaría con lo dicho por el propio Andrés Manuel López Obrador acerca de que durante su gobierno “ningún rico en el país ha perdido dinero, al contrario, les ha ido bien”, para probar que, en efecto, el gobierno de la Cuarta Transformación solo ha beneficiado a los ricos, y a los súper ricos, práctica que elimina aquello de “primero los pobres”.
Eso de que primero los pobres se ha quedado en una frase que juega importante papel porque es como un escudo, más bien una muralla, tras la cual se esconden las verdaderas intenciones de Andrés Manuel López Obrador: no atender las necesidades de los millones de mexicanos que padecen algún tipo de vulnerabilidad, como dice el eufemístico lenguaje oficial, lo que ha traído que los millones de pobres que hay en México se hayan vuelto más pobres bajo el gobierno lopezobradorista y, por supuesto, que los ricos se haya vuelto más ricos. Y, como dijo el mismo presidente, a las pruebas me remito.
El pasado 23 de mayo, los medios de comunicación dieron a conocer que en una reunión con la comunidad de Desemboque del pueblo Seri, en el estado de Sonora, López Obrador aseguró que durante su gobierno ningún rico en el país ha perdido su dinero y que, por el contrario, “les ha ido bien” porque “reciben beneficios de manera indirecta porque se está impulsando el desarrollo económico, se logró la continuación del Tratado de Libre Comercio, el crecimiento de la inversión que proviene de diferentes partes del mundo y que hay apoyo a empresarios y clase media también”. “Se ayuda también a los de arriba”, aseguró enfático.
Pero no fue todo, también dijo que ayudaba a todos los mexicanos –tanto a pobres, como a clase media y a ricos, a quienes también les entrega la pensión para adultos mayores de 65 años y que él puede demostrar que “al 70 por ciento de los hogares de México llega cuando menos un programa de Bienestar”. Muy bien señor presidente, pero con esos programas sociales ¿ya dejaron de ser pobres los que viven en los hogares a los que llega alguno de esos programas sociales? No, lamentablemente eso no ha sucedido.
¿Recuerdan que el presidente López Obrador afirmó que gobernar “no tiene mayor ciencia” y que “primero los pobres”? Pues sus resultados en cuanto a pobreza no lo favorecen: 44 por ciento de los mexicanos padece pobreza, o sea 55 millones 700 mil mexicanos viven en pobreza; además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) prevé que este año más de 2 millones 500 mil mexicanos se sumarán a las filas de la pobreza. Lo dicho, la gente que recibe esos programas no ha dejado de ser pobre ni lo hará mientras no haya trabajo bien remunerado para todos los que estén en edad de trabajar, así lo demuestra el avance de la pobreza en México desde que López Obrador gobierna el país.
Por el contrario, de acuerdo con lo publicado por la revista Forbes, la fortuna de los 15 multimillonarios que tiene México alcanzó una cifra récord de 160 mil 900 millones de dólares, una cantidad que supera en 42 por ciento al saldo de la deuda externa del gobierno federal y que, en la mayoría de los casos, aumentó en medio de la crisis generada por la pandemia de covid-19.
Entre los hombres más ricos del país se encuentran Carlos Slim, con una fortuna de 81 mil 200 millones de dólares, prácticamente 30 mil millones más que al inicio de la pandemia; en segundo lugar está Germán Larrea, dueño de Grupo México, con 30 mil 800 millones de dólares, 20 mil millones más que hace dos años; en tercer sitio se ubica Ricardo Salinas Pliego, con 12 mil 400 millones de dólares, quien es propietario de Televisión Azteca, tiendas Elektra y Banco Azteca y ha obtenido diversos contratos bajo el actual gobierno, tanto en la administración federal como de la Ciudad de México.
Por si eso no fuera suficiente, ahora tenemos que 44 millones de mexicanos no tienen agua en sus casas y que el país enfrenta la segunda ola de sequías más intensas en lo que va del siglo, lo que “pone en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas”, afirmó el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Juan Luis Hernández Pérez, quien señaló que es indispensable analizar las condiciones de desigualdad que contribuyeron al deterioro social para unos y a la bonanza para otros “porque yo no veo por ningún lado que las empresas refresqueras estén protestando o se estén quejando porque les falta agua para embotellar sus refrescos. La sequía no tiene el mismo impacto para todos”.
Cifras oficiales señalan que aproximadamente siete empresas nacionales y extranjeras tienen 70 por ciento de las concesiones para el manejo del agua en México, entre las que se encuentran bancos, empresas agrícolas y cadenas del sector agroalimentario. En total 12 multinacionales y 34 personas físicas acaparan el agua en Nuevo León –el estado que actualmente enfrenta la crisis hídrica más grave que en cualquier otro lugar–; entre ellas se encuentran las que producen: acero, cerveza, refrescos, carbonato de sodio, embutidos, carbón, aceites, azúcar y la industria inmobiliaria.
Y mientras las grandes empresas siguen acaparando el agua para hacer negocios y en San Pedro Garza García –el segundo municipio en México con más alto Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas– los más ricos no se preocupan por la disposición del líquido porque solo abren la llave y la obtienen, vemos a millones de regios sufrir por la falta de agua hasta para lo más elemental, al grado que al enterarse de una fuga de agua acudieron no solo con sus recipientes para acarrear el líquido, sino para bañarse en la mismísima calle.
¿Para quién gobierna el señor López Obrador? ¿Para los mexicanos comunes y corrientes que cada día caen en las filas de la pobreza o para los ricos y súper ricos del país?
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