La etapa neolítica, (12000– 5000 a. C.) con la aparición de la agricultura y la domesticación animal, que vino a modificar por completo el modus vivendi del ser humano para abandonar un estilo de vida basado prácticamente en la supervivencia a través de la caza, pesca y recolección, por otro más sedentario, sin duda fue una de las etapas más determinantes para el impulso tecnológico, económico y social.
El arqueólogo Adrián Carreto en su libro “Qué fue el Neolítico” dice: “Las comunidades humanas empezaron a agruparse en mayores cantidades para defender no sólo sus casas sino también las tierras que trabajaban y los alimentos recolectados tras su siembra. El Medio Oriente es donde empiezan a surgir estas comunidades y donde surge la solución de construir murallas y fortificaciones defensivas. Jericó es el recinto más antiguo del mundo, junto con otros paralelos en los Balcanes. Construido alrededor del 7500 a. C., aparece una muralla y una torre defensiva hechos de arcilla y adobe. En el oriente comienzan a darse los primeros encontronazos entre sedentarios y nómadas, siendo éstos descritos de manera muy negativa en las fuentes históricas de las distintas civilizaciones precisamente por considerárseles incivilizados al no practicar el noble arte de la agricultura”.
En la Península Ibérica, donde actualmente se sitúan España, Portugal, Andorra, Francia, la cultura de Los Millares (3000 a. C.) construyó su asentamiento con murallas alrededor de él, así mismo la ciudad más antigua Uruk, en Mesopotamia, (actual Irak, Siria, Turquia, Irán) realizada alrededor del 2500 a. C. fue también la primera ciudad propiamente dicha que contó con un muro y fortificaciones defensivas. Unos siglos después las invasiones de pueblos nómadas como los Guti acabaron con la independencia de las distintas ciudades mesopotámicas, según, Fernando Bujedo Villalba, historiador. “Migraciones y fronteras”.
En el mismo periodo, en el valle del Indo, las culturas de Harappa y Mojenjo Daro desarrollan asentamientos en altura defendibles y controladores del comercio de la zona. En el Extremo Oriente, la dinastía china de los Chang (1500-1000 a. C.) construyó ciudades cercadas en la zona Honan oriental. Cientos de años después, las distintas dinastías de los Ch’in (221-206 a. C.), Han (206-140 a. C.), y Wu Ti (140-87 a. C.) comenzaron a crear el embrión de la actual Gran Muralla China, que no terminó de tener su configuración actual hasta los siglos XV o XVI con la dinastía Ming (1368-1644 d. C.), siendo en sus primeros momentos una serie de fortificaciones no conectadas, hechos con madera, piedra o simples terraplenes y fosos. Las razones para construirla fueron tanto la contención y defensa frente a las nómadas del norte (hsiung nu o hunos y mongoles más adelante) como el control y la estabilidad de la ruta de la seda que unía China con el Mediterráneo a través de Asia Central, frontera actual de China con los países de India, Pakistan, Tajikistan, Kazakhstan.
En Egipto, durante el Imperio Medio (2052-1570 a. C.) se construyeron una serie de fortalezas tanto en el oriente de la desembocadura del Nilo, al sur del país, para controlar y defender esos territorios de las migraciones de pueblos orientales, como los habiru y los nubios respectivamente. Así en la Grecia Micénica (1500-1100 a. C.) surgen asentamientos establecidos alrededor del palacio del régulo, rodeados de murallas. Famosas son las murallas de Micenas, Pilos y Tirinto, por no hablar de la mítica Troya, cuyas defensas eran tan formidables que los griegos tardaron diez años en penetrarlas según el mito. Siglos más tarde, durante la guerra del peloponeso (431-404 a. C.), los atenienses construyeron sus Muros largos que unían Atenas con su puerto, El Pireo.
Se sabe que el imperio romano levantó los limes, (línea de defensa contra las tribus germánicas) una serie de puestos defensivos para controlar el paso de personas y comerciantes entre un lado y otro de la frontera, para impedir choques e incursiones en territorio imperial. Según los historiadores duró hasta el siglo IV d. C., cuando las sucesivas infiltraciones de pueblos bárbaros conocidas popularmente como (invasiones) desestabilizaron al imperio occidental, aunque no fue la única causa, y el limes dejó de tener uso. Las sucesivas oleadas de migraciones bárbaras que venían motivadas por muy diversas causas como búsqueda de un mejor clima y mejores tierras, huida de guerras y presiones de otros pueblos invasores como les pasó a los longobardos, los hérulos, los ostrogodos y visigodos. Las fortificaciones romanas, sobre todo las del limes germano, fracasaron porque imponían un impedimento físico a un problema social y cultural como es el de la migración. Ante las dificultades, el Imperio no tuvo más remedio que darle a algunas tribus estatutos especiales para integrarlas en él.
La crisis migratoria actual en el mundo y concretamente la brutal represión que el gobierno de México está embistiendo contra migrantes por encargo del gobierno gringo, familias del centro y sur de nuestro continente que buscan llegar a los EUU, que escapan de la delincuencia, pobreza y falta de trabajo en busca de una vida mejor.
Desde que el trabajo le permitió al hombre producir un excedente, el surgimiento de la apropiación privada de los medios de producción y de lo producido por la sociedad. El ahondamiento de la desigualdad no se podía atribuir a factores naturales, sino a razones de tipo económico. Entre productores directos y coadyuvantes, dueños de la producción.
La historia universal misma nos da una lección de la realidad, que estos fenómenos tienen una explicación objetiva, se han presentado en diferentes periodos de la humanidad y que en el pasado no han servido los métodos que ahora aplican los Gobiernos imperialistas y sus aliados, como el Gobierno de Morena en México al servicio, haciendo “trabajo sucio” como lo señaló el periódico La Jornada el 15 de agosto 2021 al precisar “nos referimos a trabajo sucio cuando el gobierno deporta extranjeros por presiones de Estados Unidos”.
En efecto son paliativos que no sirvieron y no pusieron fin a un problema en la antigüedad, ahora que estamos mirando los métodos que aplica el imperio norteamericano, en realidad no son soluciones sino parches o intentos de contención de dificultades que tienen causas mucho más profundas que el simple hecho de la movilidad como quieren hacernos creer. Pues cabe aclarar que los países ricos son ricos gracias a la pobreza de los países pobres que han sido sometidos por siglos, explotados de sus materias primas y mano de obra barata.
La salida de los pueblos de países subdesarrollados, oprimidos por el imperio, es entender que las cosas no se resuelven abandonando nuestras naciones sino de adquirir conciencia, organizarnos y luchar para poner gobiernos del pueblo que trabajen realmente en los hechos para los pobres y no gobiernos títeres que sirvan al imperio y que se enorgullezcan por las remesas que envíen los compatriotas que no encontraron una oportunidad en su país.
Para resolver la dependencia económica y comercial que nos ata a los países como Estados Unidos se necesita un gobierno del pueblo, alianza firme con el sector privado progresistas donde haya respeto a sus intereses legítimos y un pueblo organizado, consciente de los riesgos que implique. Tal ejemplo de heroísmos y dignidad lo muestran hoy China, Rusia, y Cuba que resiste el sitio del imperio, los primeros dos países independientes y prósperos en su economía que se traduce en el bienestar de sus pueblos.
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