Desde 1991, después de la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos comenzó a proclamarse ante el mundo como el único y soberano dueño, imponiendo mediante su aparente “Primavera Árabe” o sus “revoluciones de colores” su control sobre muchos de los países tercermundistas; levantando su falsa bandera de “democracia” con grupos de choque que desestabilizaban a gobiernos que no se sometían a su poder y, claro, armando a esos grupos para tirar gobiernos democráticamente elegidos por sus pueblos.
La historia, desde el año 2000, nos ha dado muchos ejemplos de ello, como Egipto, Libia, Siria, Túnez, Yemen, la llamada Revolución de las Rosas en Georgia; la Revolución de los Tulipanes en Kirguistán, entre otras.
En el mundo, bajo el sistema en el que nos desarrollamos, las comunicaciones han tomado mayor relevancia, pues se han convertido en otra herramienta que sirve y ejerce un dominio sobre la opinión pública, como ha dicho el economista Dallas Walker Smythe: “los medios de comunicación de masas establecen la agenda cotidiana de los temas y problemas considerados importantes”.
Tan es así, que la mayoría de la información que percibimos proviene de los países de occidente, de Estados Unidos; nada descabellado con lo que venimos analizando, pues al respecto, el crítico estadounidense, Herbert I. Schiller nos dice que “la fusión de la fuerza económica y del control de información (…) llegaría a ser la nueva quintaesencia del poder, internacional y nacional”.
Eso se ha vuelto tan cierto que según el mismo Schiller, ese mismo sistema de comunicaciones ha asegurado para Estados Unidos no una sumisión sufrida de otros países, sino todo lo contrario: una alianza recibida con los brazos abiertos, identificando la presencia estadounidense con la libertad: “libertad de comercio, libertad de palabra, libertad de empresa”. Nada más alejado de la realidad, pues como vimos al principio, son herramientas que hacen creer al resto del mundo y a los mismos habitantes de este país, que Estados Unidos sí es sinónimo de “libertad”, y que cualquiera debe hacer todo, incluso arriesgar la vida, por obtener el ya tan gastado “american dream”.
Pero si nos acercamos un poco más, nos daremos cuenta de que ese país que nos intentan pintar y transmitir en los medios de comunicación no existe; que la vida ahí es quizás peor que en otros muchos países, pues según los datos del Buró de Censos de ese país, entre 2021 y 2022 el porcentaje de la población en situación de pobreza se incrementó del 7.8 al 12.4 por ciento.
Ese país que nos intentan pintar y transmitir en los medios de comunicación no existe: la vida en Estados Unidos es quizás peor que en muchos otros países, pues la población en situación de pobreza sigue aumentando.
Destaca que el 65 por ciento de los estadounidenses viven al día, lo que ha acarreado consigo que más de 29 millones se hayan convertido en lo que ahora llaman “working poor”, pues son quienes tienen dos o más empleos para poder sobrevivir.
Otra de las nuevas características de este país es que desde 2020, los “homeless”, es decir, la población que se ha visto obligada a vivir en las calles, en casas de campaña, aumentó en un 40 por ciento; y a esto hay que agregar todavía que este “poderoso” país, tuvo más de un millón de defunciones por Covid- 19. Así que ¿dónde ha quedado el “american dream”? ¿En qué es ejemplo este país para el resto del mundo?
Quise empezar diciendo esto porque precisamente ese país, que controla las comunicaciones, evidentemente no iba a darle difusión a la Conferencia Parlamentaria Rusia-América Latina que se celebró del 29 de septiembre al 2 de octubre en la capital rusa, Moscú. Fue una conferencia en que, dicho por el presidente, Vladímir Putin, se busca impulsar la cooperación en economía, seguridad, sistemas sanitarios, formación académica, comunicaciones, ciencia y tecnología.
Es, hasta cierto punto comprensible que la prensa de occidente guarde un absoluto silencio, pues Rusia y China son punta de lanza para todos los que pugnamos por un mundo multipolar; un mundo que respeta la igualdad e independencia entre las naciones, pues no olvidemos que Estados Unidos se ha vuelto experto no sólo en utilizar la “democracia” como escudo para iniciar sus guerras, sino además para imponer sanciones a aquellos que no se sometan y así intentar domarlos; tales son los casos de Cuba, Venezuela y Rusia.
Es importante destacar que en este parlamento, el presidente ruso destacó la lucha de los países de Latinoamérica por buscar su autonomía y su independencia; no dejemos pasar por alto que la historia de Latinoamérica está llena de ejemplos de las luchas que ha realizado el pueblo para acabar con la explotación de unos pocos sobre la gran mayoría que es la masa trabajadora.
Ante ello, Vladimir Putin destacó que entre los auténticos precursores de la multipolaridad se encuentran Salvador Allende, Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro, a lo que yo agrego a los antorchistas.
En Antorcha nos hemos sumado a las filas y hemos fortalecido los lazos con países como China y Rusia pues estamos convencidos de que debe ser el pueblo el que tome las riendas de los países y gobierne en favor de todos los proletarios del mundo: nos hemos proclamado, pues, a favor de la multipolaridad.
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