En estos días en que, movidos por un genuino y auténtico sentimiento de gratitud hacia la autora de nuestra existencia como hijos e hijas, se procura hacer que las madres se sientan cobijadas con nuestra compañía, y en la medida de lo posible, con la presencia y la participación de todos los miembros de la familia; en estos días en que se intenta reconocer a la madre mediante algún presente todo lo que representa para los hijos, pues, sobre todo la madre proletaria, es a la vez médico, nodriza, enfermera, consejera y todo aquello que un hijo necesita cuando menos en los primeros años de vida, nunca falta ese sentimiento de impotencia sobre todo entre la clase obrera, de que, por más esfuerzo que se haga, difícilmente se podrá procurar a la madre una felicidad que perdure más tiempo que el día del homenaje, difícilmente se le podrá brindar toda la comodidad y la estabilidad que merece por sus sacrificios.
En muchas ocasiones y por diversas circunstancias ella tiene que seguir trabajando para sostenerse a sí misma, a pesar de que en algunos casos esté enferma y de avanzada edad.
Tristemente esta situación se repite en la mayoría de los hogares. Y esto es así porque el problema no se debe a que los hijos no hagan lo necesario para brindarle una vida digna, sino al desempleo y los bajos salarios que nunca alcanzan para nada.
Se debe a que nuestros gobernantes no hacen la parte que les toca poniendo en marcha una verdadera política de combate a la pobreza; no generan los empleos necesarios para dar trabajo a todo el que lo requiera, ni elevan el salario real para que alcance cuando menos para lo que marca la ley; es decir, que sea suficiente para solucionar las necesidades básicas de alimentación, calzado, vestido, salud, educación, vivienda y recreo.
Lejos de ello, los gobernantes sólo entretienen a la gente con demagogia, y lo que es peor, van eliminando los pocos avances que otros gobernantes habían logrado. Recordemos cómo, desde los primeros años de esta administración, desaparecieron lo poco que había para las madres trabajadoras como las guarderías.
“Pido perdón a los niños; yo voté por AMLO y ahora nos está pisoteando; me siento culpable”, decía el 11 de febrero de 2019 con lágrimas en los ojos y frente a las madres consternadas Yesi Arlet Castro García, propietaria de una estancia infantil del estado de Baja California Sur que, como muchas otras en todo el país, se vio obligada a cerrar, debido al retiro del apoyo que les otorgaba el gobierno federal.
Con la misma suerte corrieron los Comedores Comunitarios, el Seguro Popular y hasta las Escuelas de Tiempo Completo; que si bien, no eran la solución a todos los problemas del hogar, en algo ayudaban a la carga del gasto familiar.
Mención especial merecen los Refugios Para Mujeres Violentadas, las cuales también desaparecieron bajo el pretexto del combate a la corrupción, misma que como todos sabemos, nunca se demostró ni hubo ningún detenido por ese delito y sí dejó a las víctimas de maltrato abandonadas a su suerte.
“Que se rasquen con sus propias uñas”, parece ser la consigna de este sexenio, que ha dejado en el olvido a las mujeres y en especial a las madres de familia, desapareciendo también el derecho a organizarse y manifestarse para luchar por el respeto a sus derechos y exigir atención a sus necesidades.
A pesar de que se ostenta con una supuesta ideología de izquierda, este gobierno ha dejado crecer la violencia a niveles nunca antes vistos, a tal grado que sus propias estadísticas admiten que diariamente mueren entre nueve y diez mujeres.
Como lo puede notar cualquiera que se lo proponga, este es un gobierno que en vez de reconocer los derechos constitucionales de las mujeres en general y de las madres en particular, tratándolas con dignidad; en vez de la creación de fuentes de empleos bien remunerados, se ha dedicado, mediante la entrega de dádivas, a convertirlas en dependientes de los apoyos oficiales y votantes seguros para su partido.
Por lo antes dicho, no podemos hablar de un Gobierno que se preocupa en serio en atender los problemas de la gente, lo que se ve es que sólo utiliza su número para perpetuarse en el poder.
Ya no podemos hablar de un gobierno que carece de la voluntad para apoyar a las madres trabajadoras que luchan por sacar adelante a sus familias, sino de un gobierno totalmente incapaz de sentir siquiera empatía y solidaridad hacia ellas, como es el caso de las llamadas “madres buscadoras” que aparte de haber perdido a un hijo o un ser querido, tienen que soportar encima la burla del presidente que no solo no hace su trabajo, sino que obstaculiza lo que ellas con sus propios recursos y su tiempo hacen para encontrar vivos o muertos a sus familiares que han perdido para siempre.
Por todo lo anterior, no queda más que invitar a las madres trabajadoras a no desmayar por más que la adversidad les invada; en este país y en este momento que nos tocó vivir no queda otra opción que unirse con los hijos, con las familias enteras y con todo aquel que comparta nuestra suerte.
La realidad nos está diciendo que el cambio real si lo queremos, no nos lloverá de arriba, no vendrá de la mano bondadosa de un gobernante; más bien, hagamos caso al llamado del poeta Antonio Mediz Bolio quien en su poema “Manelic” nos dice:
¡Oh carne santa y pura del pueblo, carne abiertabajo el golpe del látigo infamador; despierta!
Cuando entre la impudicia de los hombres te sientas,
cuando en tu pecho el odio desate sus tormentas,
cuando todo te nieguen y te insulten el orgullo,
levántate y exige que te den lo que es tuyo!
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