De por sí el presupuesto no alcanzaba porque el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su gobierno le han apostado a regalar el dinero de los mexicanos (a través de los Programas de Transferencia Monetaria), no necesariamente a quienes más lo necesitan, sino a quienes puedan acarrear votos, como los adultos mayores y los jóvenes, “para que siga la transformación”.
Y especialmente en este sexto año de su gobierno, AMLO le cargará la mano de manera muy importante a este rubro, pues la Cámara de Diputados le aprobó un presupuesto histórico que ascenderá a 1.1 billones de pesos, o sea, el 10 % de aumento respecto al año pasado y 27 % respecto al 2018 (al inicio de la presente administración federal).
El más vistoso es el destinado a la Pensión para Adultos Mayores, que tiene un incremento del 871 %, respecto a 2018. Esta bolsa para programas sociales representa el 12 % del total del presupuesto nacional. Así tenía que ser; es año electoral y hay que asegurar el triunfo a costa de lo que sea.
En este panorama, se produjo una sequía brutal en una buena parte de la república mexicana, y los duranguenses no estamos exentos de este problema.
Se trata de una enorme crisis, al menos en Durango, pues el sector agropecuario prácticamente lo ha perdido todo, y se prevé que en los próximos meses la situación empeorará por la escasez de alimentos para el ganado, pero también para la sociedad en general, y de ahí el incremento de manera súbita de los precios.
Hace todavía unas semanas había una milésima de esperanza de que nuestra entidad fuera declarada en estado de emergencia, con el propósito de obtener recursos extraordinarios para apoyar a los afectados.
Sin embargo y para desgracia de los campesinos y los agricultores, surge un infortunio mayor: el desastre provocado por el huracán “Otis” en las costas de Guerrero, especialmente en Acapulco.
Se trata de un problema que no ha sido atendido por el Gobierno de México como lo exigen las circunstancias: a pesar de que AMLO anunció un desembolso de 61 mil millones de pesos “para reconstruir Acapulco”, los acapulqueños siguen clamando por auxilio.
Ante esta desgracia, que no es menor, las esperanzas de que seamos declarados en estado de emergencia se han reducido a cero, porque AMLO ahora ya tiene un buen pretexto para no apoyar a los campesinos y a los agricultores de Durango y de todas las regiones afectadas. No sería capaz de pellizcarle al presupuesto de programas sociales porque eso significa menos votos, ni pellizcarle al presupuesto de la refinería (que, por cierto, es casi tres veces mayor al de Acapulco), porque esa obra es del presidente.
Así que, a rascarnos con nuestras propias uñas. Ojalá y esta reflexión sirva para darnos cuenta del tipo de presidente que tenemos. Por un lado, nos bombardea, a través de redes sociales y la televisión con falsos mensajes, diciendo que ahora los campesinos, los indígenas y los pobres en general, somos los primeros en ser apoyados, de manera directa y sin intermediarios, pero, por otro lado, vemos la realidad vil, esa realidad que duele y que genera impotencia al no poder hacer nada por la falta de recursos económicos.
Ya falta muy poco para que vengan a tocarnos otra vez la puerta para decirnos que hay que seguir votando por los mismos “y que siga la transformación”.
Reflexionemos y hagamos conciencia, sobre todos los damnificados, que somos la inmensa mayoría. Ojalá y ahora no nos equivoquemos.
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