En octubre de 2018, en aquel entonces Andrés Manuel López Obrador ya era presidente electo de México cuando decidió detener la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, decisión que levantó polémica, e incluso causó la caída de la bolsa de valores y la devaluación del peso ante el dólar.
Además de empezar a generar desconfianza hacia la nueva administración federal, referente a la inversión, y causar un impacto negativo en los mercados financieros locales y extranjeros. No importando eso y las consecuencias a futuro; ya como jefe del Poder Ejecutivo federal, la primera decisión trascendental que tomó López Obrador fue la equivocada idea de cancelar la construcción del aeropuerto que ya llevaba un 30 por ciento de avance, esta decisión la llevo a la práctica, usando como argumento los resultados de una consulta totalmente ilegal, amañada y donde solo participaron un millón de personas, que representan el uno por ciento del electorado del país.
Para desgracia de nuestro país, este acto fue visto por un número considerable de ciudadanos como una acción patriótica, porque se estaba combatiendo la corrupción emblema de los gobiernos anteriores. Pobre México, a 4 años de gobierno de la 4T, está sumido en el más completo abandono, con una crisis sanitaria y una pandemia que ha cobrado mas de 900 mil muertes, entre los datos oficiales y los estimados. Nos encontramos sumidos en un completo atraso en el área educativa, estamos siendo víctimas de la violencia y el gobierno morenista haciendo pacto con el crimen organizado y por si fuera poco la crisis económica que ya esta afectando directamente los bolsillos de la clase trabajadora.
Pero regresando al tema de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, como comúnmente se conocía, haciendo oídos sordos ante una buena parte de la sociedad que su cancelación traería consecuencias desastrosas para el desarrollo económico del país, ya lo estamos viendo en estos días. La necesidad de contar con un aeropuerto moderno, funcional y con la capacidad de a acuerdo a la demanda, era una urgencia desde la época de Ernesto Zedillo, Vicente Fox intento construirlo en terrenos ejidales de Atenco, pero no lo dejaron, Peña Nieto lo inició cumpliendo con todas las normas y estudios en todos los aspectos, al grado que el diseño ganó un premio internacional.
Pero el capricho del mesías no sólo lo canceló, también lo desmanteló para usar los materiales en su terminal camionera de Santa Lucia. Los costos de cancelación y de liquidación de contratos lo seguiremos pagando los mexicanos durante muchos años más. Y en materia de aeropuerto estamos peor que antes.
Resulta que el aeropuerto de Santa Lucía salió más caro que el cancelado, sumando el costo de ambos, además de infuncional y con muy pocos vuelos, la obra de la que López Obrador se siente orgulloso, resultó decepcionante y muy lejos de la ciudad de México, con obras aledañas sin concluir; ya presenta varios problemas, una de ellas es que no es autofinanciable y genera mas perdidas que utilidades.
Por otro lado, el aeropuerto de la Ciudad de México ya está en su etapa terminal, su vida útil tiene años que se cumplió; sin embargo, sigue funcionando con tantas fallas que en varias ocasiones hubo riego de varias tragedias, además de que la terminal aérea ha perdido los más elementales estándares de la aviación internacional, y por lo que se ve, nunca podrá recuperarlo.
López Obrador echó a tierra el más grande de los proyectos en los tiempos modernos de nuestro país, para construir o reconstruir en manos del ejercito otro aeropuerto, construido a toda prisa, y ahora a la luz del tiempo no se escapa de denuncias de corrupción y falta de transparencia en los recursos ejercidos para su construcción.
El problema actual es que hay un aeropuerto cancelado y desmantelado, uno nuevo e infuncional y otro que por daños en una de sus pistas se reduce al 50 por ciento de su capacidad, terminal que ha sido señalado como inseguro. Lo que faltaba, resulta que por nulo mantenimiento y a casus de la lluvia, una de las dos pistas tiene un enorme bache. Resulta que no solo las calles de las principales ciudades y de las autopistas de cuota hay baches, también los hay en las pistas del aeropuerto, para vergüenza del mundo.
Un aeropuerto no solo es la puerta de entrada del turismo extranjero que genera buenas divisas a nuestro país, también es la entrada de mercancías e inversionistas, al bajar la capacidad de vuelos nacionales e internacionales afectará la economía de México, eso debe de entenderlo López Obrador y muchos compatriotas que antes estaban bajo los efectos de la embriagues por el triunfo de Morena y que después de 18 años de buscar la presidencia, al fin la alcanzaba, pero solo para destruir al país y mandarlo a lo mas profundo de los atrasos.
El gobierno de la 4Tcanceló un aeropuerto del siglo XXI, con seis pistas y una versatilidad avanzada para operar, y en su lugar construyó una central de autobuses con dos pistas. Este hecho es catalogado como el berrinche mas costoso de la historia de México.
Las consecuencias de la cancelación del aeropuerto ya las estamos viviendo, pero además es un ejemplo que permite descubrir la doble moral de los políticos de Morena, incluyendo al propio presidente Andrés Manuel López Obrador, se rasgaban las investiduras porque con el aeropuerto de Texcoco se estaba destruyendo el ecosistema del antiguo lago de ese municipio y porque en sus construcción los gobiernos conservadores habían cometido actos de corrupción; en cambio, esos mismos callan los reclamos y las voces de protesta de los destrozos de la flora y la fauna que están ocasionando en la ruta del tren maya, otro capricho del presidente, obra que no tiene futuro, pero eso sí, es un barril sin fondo que está saliendo mucho más caro de lo proyectado, con ese dinero ya hubiera modernizado y construido miles de kilómetros de carreteras, no solo en la península sino en todo el país.
A los mexicanos que queremos esta patria, debemos aprender a valorar entre el dicho y el hecho, distinguir a los que prometen cosas imposibles, sin tomar en cuenta a la sociedad, es hora de no confiarle las riendas del país a los que se creen iluminados, esta llegando el momento de que el pueblo tome el poder, por la vía democrática, para cambiar es estado de cosas, ya no mas gobiernos de ocurrencias.
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