Todavía están frescas las promesas de campaña de AMLO en lo relativo a la ciencia y a la tecnología. En plena contienda electoral señaló que duplicaría la inversión en este rubro pasando de un 0.5% a un 1% del PIB. Sin embargo, aún no pasaba el primer año de su gobierno y ya su promesa la había trocado por un compromiso en que el presupuesto destinado a la ciencia solamente no se redujera. Posteriormente anunció la desaparición de la Coordinación de Ciencia y Tecnología de la Presidencia en tanto que esta función quedaría en manos de la directora general del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla.
De acuerdo a datos del Banco Mundial, la aplicación de recursos para la investigación y el desarrollo en diferentes países reflejan claramente la desventaja en que se encuentra nuestra nación en el impulso a la ciencia y tecnología como motor del desarrollo. Mientras Alemania le destina el 3.09% de su PIB, Austria le invierte el 3.17%, Corea del Sur le inyecta el 4.81%, Japón el 3.26%, China el 2.19%, Estados Unidos el 2.84%, Brasil el 1.26% y Cuba aplica en este rubro el 0.43 % de su producto interno bruto, México apenas alcanza el 0.31% y como señalamos más arriba, prácticamente sin ningún compromiso para aumentar la inversión en este sector estratégico, al contario, los tiende a disminuir como lo muestra la decisión de reducir los recursos destinados para el programa de becas de posgrado y apoyos a la calidad, y el drástico recorte de recursos para el Programa de Estímulos para la Innovación Tecnológica para incrementar la productividad de las empresas desde el inicio de la gestión de AMLO.
No cabe duda pues que el sector científico es otro campo en donde la cuarta transformación ha demostrado su ineptitud, su incapacidad y su incongruencia porque, mientras en el discurso el presidente sostenía que “…Se promoverá la investigación científica y tecnológica, se apoyará a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento. El Conacyt coordinará el plan nacional para la innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas” (compromiso no. 9 de los 100 que asumió el día de su toma de posesión el primero de diciembre de 2018) los hechos contradicen este discurso.
No solo eso, en sus afanes de deslindarse de todo lo “viejo”, de todo lo que representa el “conservadurismo” y al odiado neoliberalismo de los anteriores gobiernos, llegan al extremo de “enfrentar” a la “ciencia occidental”, a la “ciencia neoliberal” - según Álvarez Buylla- contra la “ciencia del pueblo” ¿Acaso se puede dividir a la ciencia de acuerdo a la clase social que la promueva y la impulsa? El colmo del absurdo es que hasta la Vacuna Patria, la que presume López Obrador como producto 100% nacional y de la que todavía no terminan ni las pruebas para su aprobación, tiene sus orígenes en la ciencia “neoliberal, occidental” producida por la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinaí de Nueva York y en la Universidad de Texas en Austin (El Financiero 13 abril 2021) , además que en los trabajos de su creación interviene la iniciativa privada, con capital privado, a través de la empresa Avimex, empresa dedicada a la investigación, desarrollo, manufactura, importación y exportación de productos biológicos y farmacéuticos. En su ciego seguidismo a AMLO, esta funcionaria está destruyendo los pocos avances que tenía la ciencia en nuestro país, con el archisocorrido pretexto del combate a la corrupción y a la herencia neoliberal.
Por otro lado, es completamente reprobable la embestida criminal del propio presidente de la república, con todo el poder que representa la posición de máximo dirigente del país contra un grupo de 31 científicos a los que se les acusa de corrupción. Es evidente el acto de persecución política en contra de los investigadores en la medida en que las instancias judiciales han negado reiteradamente la liberación de órdenes de aprehensión en contra de ellos porque la Fiscalía General de la República no ofrece pruebas suficientes que justifiquen su detención y encarcelamiento. El argumento con el que el propio presidente encabeza la cargada en contra de los científicos es el combate a la corrupción. El mismo pretexto que ha usado para negar medicamentos a los niños con cáncer, para cerrar las guarderías, para atacar a las organizaciones sociales, para desmantelar el sistema de salud, para negar recursos para obra y servicios públicos en las comunidades más marginadas; el mismo pretexto para intentar adueñarse del INE y satisfacer sus aviesos intereses.
El actual gobierno se ha comprometido en el discurso a corregir los problemas y a superar los errores de gobiernos anteriores. En esta tarea, en aras de su tan cacareada “austeridad republicana” ha logrado desmantelar instituciones y destruido los magros avances que tenía nuestro país que, de una u otra manera paliaban algunas de las necesidades básicas del pueblo. Por eso pensar que la cuarta transformación y AMLO están atacando al sector científico porque tienen una propuesta superior que mejorará la atención a la ciencia y la tecnología en nuestro país es un verdadero sueño guajiro, que sólo sus fanáticos creen y aplauden. Cada vez que anuncia que combatirá la corrupción en tal o cual sector, los mexicanos nos ponemos a temblar porque de lo poco que hay seguro que nada quedará después de la acción “transformadora” de la 4T.
Es necesario que el pueblo eleve la voz y rechace el ataque a los científicos que hoy están en la mira del actual gobierno; la ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones, decía Luis Pasteur, el gran científico francés. Los mexicanos no debemos permitir la destrucción de nuestra patria a manos de alguien que en su momento se jactó de ser la esperanza de México y en los hechos ha resultado ser un verdadero fiasco.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario