Los grandes humanistas han señalado de diversas formas que los seres humanos no sólo necesitamos satisfacer nuestras necesidades materiales (comer, vestir, calzar), sino también cultivar nuestro espíritu para realmente convertirnos en personas con sensibilidad y solidarias con los demás, que nos permita escuchar a otros y sentir el dolor ajeno como propio.
Y ese cultivo especial, nos dicen, viene de la mano del arte en sus diferentes expresiones como es la danza, la música, la pintura. En la literatura, grandes escritores como Chernichevski expresaron en sus obras el sueño de una sociedad futura donde hombres y mujeres tuvieran el tiempo para desarrollar sus habilidades artísticas, una vez terminada su jornada laboral se daban la oportunidad para hacer arte de acuerdo con sus gustos y preferencias.
En el Movimiento Antorchista también somos soñadores y luchamos por un mundo mejor en el que todos los mexicanos tengamos lo necesario para vivir y a la vez contar con el tiempo necesario para desarrollar actividades culturales que nos permitan ser auténticamente humanos, solidarios con los demás trabajadores del mundo entero. Así nacieron las ya conocidas espartaqueadas culturales por las que han desfilado miles de artistas de todo el país en diferentes disciplinas como danza, baile, música, poesía, teatro y pintura.
Al respecto, uno de los grandes baluartes de México es su música popular; hemos tenido grandes compositores e intérpretes que han traspasado las fronteras. Quién no recuerda canciones de Agustín Lara o de José Alfredo Jiménez, ahí están para escucharlas o cantarlas en cada ocasión que haya lugar.
Sin embargo, estamos hablando de la época de oro de la música popular de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Como sabemos, con la radio y la televisión se fue cayendo y deteriorando esta música que se escuchaba y cantaba en los hogares, en las fiestas familiares o de amigos; ahora es ya una rareza o se limita a ocasiones muy especiales. ¿Por qué pasó esto?, se preguntarán muchos de ustedes, por la simple y sencilla razón de que a las grandes compañías disqueras no les interesa crear arte, sino producir en serie las canciones y obtener el máximo de ganancias. Con la ayuda de la radio y la televisión han creado oyentes pasivos que ya no cantan y sólo escuchan, todo esto en menoscabo de la verdadera música popular mexicana.
Además, con la globalización y la revolución de las telecomunicaciones, los mexicanos hemos sido bombardeados por ritmos y ruidos estridentes que hacen pasar por música, pero sin contenido ni melodía alguna, y con esto hacen presa a las nuevas generaciones, lo que se suma al deterioro de nuestra música que nos ha dado identidad como país durante más de dos siglos.
Aclaro que no descalifico la música popular y académica de otros países, por supuesto que hay que conocerlas y disfrutarlas en la medida de nuestras posibilidades, sólo me refiero a lo que nos llega con la etiqueta de modas para manipular conciencias, sobre todo de nuestros jóvenes.
La propuesta del Movimiento Antorchista consiste en promover y rescatar la auténtica música popular mexicana, de la cual deberíamos estar orgullosos no sólo los mexicanos de mayor edad, sino inculcarlo en las nuevas generaciones porque eso es lo que nos va a permitir no diluirnos como nación, y sería de gran ayuda en la búsqueda de una patria más generosa, justa y próspera para todos.
Es así como nace desde hace varios años el Concurso Nacional de Voces que se lleva a cabo en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, en el auditorio conocido como Gota de Plata. En esta ocasión se darán cita, el sábado 24 de septiembre, decenas de cantantes de todo el país, quienes han sido seleccionados en sus estados para participar en este magno evento musical, estemos atentos para conectarnos por medio de las redes sociales y así disfrutemos de nuestra música que nos hace sentir y recordar lo que el poeta Mario Benedetti nos dice en estos versos de Por qué cantamos:
Cantamos porque el sol nos reconoce
Y porque el campo huele a primavera
Y porque en este tallo, en aquel fruto
Cada pregunta tiene su respuesta
Cantamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza.
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