Todos los habitantes de Sinaloa fueron testigos del drama que sufrieron miles de familias por las torrenciales lluvias que cayeron durante agosto y septiembre del año en curso en decenas de colonias poblados rurales, cuyos habitantes sufrieron los estragos de la naturaleza y, como es costumbre, las autoridades que solo muestran preocupación cuando están sucediendo los hechos.
El poco patrimonio de las familias en un santiamén queda reducido a escombros, y de nuevo a batallar para reponerlas. Las autoridades de diferentes niveles, como todos los años cuando se avecinan estos fenómenos, hacen reuniones para coordinarse, preparan albergues, despensas, cobijas, colchonetas y así recurrentemente año con año. Todo esto está bien, malo fuera que no lo hicieran, cuando es su obligación resguardar y proteger a la población.
Pero el caso es que sólo se reducen a esto porque realmente no existen planes para evitar o disminuir drásticamente este peligro, la inversión que destinan para obras de protección se reduce casi a cero, ni qué decir del Gobierno federal que, de un plumazo, desapareció el Fonden que de algo servía para estos efectos.
Conscientes de esta problemática, el Movimiento Antorchista, desde hace años, casi una década, hemos venido denunciando el olvido de autoridades a esta problemática. Hemos alzado la voz para que se construyan obras hidráulicas en colonias como Girasoles, Cámez Valdez, Díaz Ordaz en la capital del estado, en poblados rurales como Jacola, Cospita, Laguna de Canachi, Obispo, Sánchez Celis, Las Piedritas, del municipio de Culiacán entre otras.
¿Cuál ha sido la respuesta de nuestras autoridades a la exigencia de que se construyan obras hidráulicas? Efectivamente amigo lector, el silencio, la negación de recursos y así se la llevan, mientras tanto siguen acumulándose los problemas con el cambio climático, pongo tres ejemplos:
Vecinos de la colonia Díaz Ordaz, que está ubicada a unos cuantos pasos del Ayuntamiento y del Palacio de Gobierno, amén de tener más de 30 años de existencia, desde hace años clama que se canalice el agua que cada temporada de lluvia inunda sus casas. Esta petición no pasa de visitas técnicas.
Segundo caso, Laguna de Canachi de la Sindicatura de Baila, el Ayuntamiento ya constató, desde hace más de dos años, y esta administración del alcalde Juan de Dios Gámez Mendívil, desde antes de esta última inundación de septiembre, que era necesario construir tres vados sobre la calle principal que funciona como dique e impide el libre curso del agua hacia la laguna y, por tanto, inunda a decenas de familias; qué tanta inversión necesitan estos tres vados, pues una diezmilésima parte del presupuesto que se le asignó al Ayuntamiento este año.
Tercer caso. Obispo, de la Sindicatura de Higueras de Abuya, la escuela primaria, Jardín de niños, y decenas de familias no pasa una temporada de lluvias sin que se inunden, y tampoco se necesita una gran inversión, son pequeñas obras que bien hechas evitarían que las familias dejaran de sufrir este calvario anual que, además le regresa el drenaje sanitario a los baños de casi toda la comunidad. Un puente vehicular más amplio, y un dren pequeño son todo lo que necesitan.
Cuarto caso, Sánchez Celis, y Las Piedritas, de la Sindicatura de El Dorado, aquí ni visita técnica se ha hecho para ver una posible solución, y desde el Huracán Nora que fue donde más familias se inundaron y siendo este hecho del dominio público y de las autoridades.
El caso Jacola y Nicolás Bravo de la sindicatura de Baila es un caso especial por el monto de la inversión. Aquí, en definitiva, si no interviene el Gobierno federal y estatal, los vecinos estarían siempre expuestos a sufrir todo tipo de daños, no sólo materiales sino psicológicos, por el gran torrente que agua a que están expuestos todos los vecinos.
Existe un plan hidráulico en la Conagua, para disminuir significativamente el riesgo, algo se avanzó, pero se ha dejado de lado, desde hace más de cinco años. Tal vez las autoridades esperen otro huracán peor que el Nora, misma que causó graves daños a las familias de Jacola y Nicolás Bravo, hoy más vale un grito a tiempo y no lamentos más adelante.
Y si esto es en Culiacán, también en la comunidad de Progreso, municipio de Mocorito, esta una situación recurrente para decenas de familias que año con año esperan que el Ayuntamiento municipal les realice una obra de drenaje pluvial, los oídos sordos por respuesta.
Y en este mismo municipio, la localidad de Rancho Viejo sufre lo mismo, por causa del arroyo que pasa a un costado. La petición de desazolvar tiene rato guardada en los archivos del gobierno del estado y municipio, en las pasadas lluvias recibieron la visita del gobernador Rocha Moya esperemos que no quede en sólo eso, en visita.
Y así como estos casos podemos mencionar muchísimos más en Ahome, Guasave, Escuinapa, Mazatlán, y la constante es la misma, la poca importancia que las autoridades le dan a esta problemática urge pues pasar de las palabras a los hechos y para que esto cambie los mismos afectados deben organizarse y hacer valer sus derechos una vida digna, sin las zozobras que estas situaciones causan a todas las familias que año con año viven este drama.
Por lo pronto, los afectados agrupados en el antorchismo de Sinaloa se han puesto a la cabeza de estos reclamos en la mayoría de los casos mencionados y desde este espacio los llamo a no desistir por ningún motivo hasta lograr las soluciones necesarias.
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