Suman ya tres años de que Arturo Marín Arroyo, destacado luchador social antorchista, murió víctima de la pandemia de Covid-19, que escaló debido a la política equivocada, adoptada por el gobierno de la Cuarta Transformación para combatirla, que minimizó su impacto, desestimó las recomendaciones hechas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y provocó luto de cientos de miles de familias mexicanas. Al morir, Arturo trabajaba como activista social en Yucatán, entidad donde pasó los últimos siete años de su vida, abanderando las demandas más sentidas de los pobres y luchando decididamente a su lado.
Mantengamos en alto la tarea de los luchadores sociales como Arturo que, con su ejemplo, nos muestran que la lucha en contra de la pobreza sigue siendo necesaria
Oriundo del estado de Puebla, desde su tierna infancia, Arturo sufrió privaciones de todo tipo al descender de una familia humilde; por eso, cuando conoció a Antorcha se incorporó, sin dudar, al valioso grupo de hombres y mujeres que luchan con decisión y denuedo a lado de los sectores más desprotegidos a lo largo y ancho del país. Aprendió que el ser humano se realiza a sí mismo solamente en tanto comprende que no hay realización plena si ésta es egoísta, si sólo se busca una vida cómoda y regalada para sí y para los suyos, y se convirtió, en sencillo pero aguerrido luchador social.
Los ideales por los que luchó, siguen vigentes, luchar contra la pobreza sigue siendo hoy más válido e imprescindible que nunca, porque, dígase lo que se diga, las condiciones de vida de las clases trabajadoras de este país se depauperan cada vez más.
A pesar de que el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2024 (IEPDS) del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), da cuenta que de 2018 a 2022, México registró el mayor logro en más de dos décadas en la lucha contra la pobreza, al registrar que más de cinco millones de mexicanos salieron de esa condición; el número de personas en esa situación sigue siendo alto -46.8 millones de mexicanos, el 36.3 por ciento de la población total- y hay estados donde más de la mitad de su población sufren pobreza; Chiapas fue la entidad más pobre con casi 70 por ciento de sus habitantes en esta condición, seguida de Guerrero, 60.4 por ciento; Oaxaca, 58.4; Puebla, 54; Tlaxcala 52.5 y Veracruz, 51.7 por ciento.
Aunque en cifras absolutas este gobierno puede presumir una disminución de la pobreza, aún persisten pendientes por resolver. El informe del Coneval también expone las graves carencias sociales que afectan a la población mexicana con menos ingresos, como la falta de acceso a servicios de salud (50.4 millones de personas), rezago educativo (25.1 millones), falta de acceso a los servicios básicos en la vivienda, a la alimentación nutritiva y de calidad, así como a la calidad y espacios de la vivienda. En 2022, el 65.7 por ciento de la población mexicana presentó al menos una carencia social y el 24.9 por ciento reportó al menos tres.
Además, la pobreza extrema incrementó en 400 mil personas, al pasar de 8.7 millones a 9.1 millones, en porcentaje pasó de 7 a 7.1 por ciento; es decir, pese a que año con año se incrementó el presupuesto para los programas sociales como las Pensiones del Bienestar o las becas para estudiantes, estas transferencias sociales no han podido disminuir el nivel de pobreza extrema en el país, ya que éstos no estuvieron focalizados a los sectores más pobres, es cierto que los programas llegan a más personas, pero no necesariamente a los que menos tienen.
Por eso, la lucha para combatir la pobreza y las desigualdades sociales es más vigente y se hace necesario que los afectados lo entiendan y se unan, que su número no siga diseminado, y que, como un todo único, compacto y organizado, cambien en su beneficio el entorno social que les rodea.
Para eso se hacen necesarios hombres como Arturo, desinteresados y leales con sus iguales, que organicen, eduquen y guíen la lucha de las mayorías empobrecidas para tomar el poder político de este país y trabajar en la construcción de una patria noble con todos los mexicanos y de verdadero bienestar social.
La lucha de los antorchistas busca que la pobreza no siga lacerando la vida de los mexicanos, buscamos que la riqueza social se distribuya reorientando el gasto que realizan los distintos niveles de gobierno en obras y servicios para los sectores empobrecidos, que se aplique una política fiscal progresiva, que se creen suficientes empleos para todos los mexicanos en edad de trabajar y que quieran hacerlo, y que estos empleos sean bien pagados. Esta es la lucha de Antorcha, la misma que nuestro compañero realizó hasta el final de sus días en tierras yucatecas, porque en Yucatán también hay pobreza, 920 mil 200 yucatecos la sufren en carne propia, ya que su nivel de vida no mejoró y en muchos casos empeoró.
Antorchistas yucatecos, mantengamos en alto la tarea de los luchadores sociales como Arturo que, con su ejemplo, nos muestran que la lucha en contra de la pobreza sigue siendo necesaria, que es nuestra obligación sumarnos a la tarea de organización y educación de las capas desprotegidas de este país para construir un mundo más humano, con un gobierno más justo, que vele por los intereses del pueblo pobre como nuestro compañero lo hizo en vida.
Arturo Marín Arroyo, fue un líder social comprometido con las causas populares de los yucatecos humildes, acudió siempre en auxilio de quienes requirieron de su actividad y consejo, acudió a las zonas pobres para hacer crecer la conciencia del pueblo, organizar su resistencia a los abusos del poder, desatar rebeldías y encauzarlas en un gran torrente de millones de mexicanos para construir juntos un país mejor. Por eso, querido compañero, en la mente y corazón de los antorchistas, sigues vivo.
Nos duele tu ausencia, pero tus ideales y bandera, los sostenemos en alto, miles de antorchistas en el país.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario