Las fiestas patrias se celebran en el mes de septiembre por el aniversario del llamado Grito de Independencia, que fue dado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla en 1810. Este se dio en la madrugada del 16 de septiembre, cuando al hacer sonar la campana de la iglesia de Dolores Hidalgo convocó al pueblo a levantarse en armas en contra del dominio de los españoles.
El fervor patriótico de los pueblos indígenas, como los tsotsiles de Elambo, mantiene viva una tradición que exalta la libertad y el orgullo nacional.
Las causas que desencadenaron la rebelión fueron: los criollos, a diferencia de los peninsulares, tenían menos derechos sociales y políticos, pagaban altos impuestos y no tenían oportunidades. Los cargos públicos, la distribución y posesión de tierras, las concesiones para la explotación minera, entre otras cosas, también eran otorgados a los españoles antes que a los criollos.
Es decir, la distribución y control de la riqueza la tenían los aristócratas españoles, mientras que los criollos, mestizos e indígenas eran los más desprotegidos, explotados y desfavorecidos.
Por último, al interior del Virreinato el descontento social de los distintos sectores aumentaba. Los problemas económicos de la Corona Española, la riqueza del clero católico, las restricciones comerciales, el sistema tributario y el despojo de los indígenas fungieron como argumentos para la agitación política.
Los mexicanos desde entonces celebramos fervientemente tal suceso. En todos y cada uno de los rincones de nuestra patria, gritamos “¡Viva México!” con orgullo.
Pero con más fervor, pasión, orgullo y ahínco se solemniza en los pueblos indígenas. Tal es el caso de los habitantes tsotsiles de Elambo Zinacantán, quienes también le ofrecen religiosamente ofrenda al padre de la patria, Miguel Hidalgo, en un salón de la primaria “Niño Artillero”.
El pasado 15 de septiembre, desde muy temprano, los habitantes realizaron una procesión con la bandera de México, desde la entrada de la comunidad hasta el altar de Miguel Hidalgo, tradición que mantuvieron desde 1982.
Después de la caminata, realizaron una ceremonia de veneración, rezaron, entonaron algunas piezas musicales tradicionales al ritmo de un arpa, pito y tambor, y se bendijo la bandera de los Estados Unidos Mexicanos, que más tarde sería izada.
Inmediatamente, terminada la ceremonia, se ofreció comida a todos los asistentes, desde el más pequeño hasta el más grande. A la gente de respeto se le convidó una pequeña porción de la bebida costumbrista de la zona, el pox.
Por la tarde-noche, comenzó el evento cívico-cultural organizado y ejecutado por las escuelas de nivel básico, rico en color, sabor, música y alegría.
Al compás del Himno Nacional Mexicano, fue izada la bandera. Posteriormente, se dio inicio al programa cultural encabezado por el preescolar Miguel Hidalgo con dos cuadros de baile. Le siguió la primaria “Niño Artillero” con seis bailes representativos de la fecha. Cerró con broche de oro la secundaria Rafael Ramírez con un bloque en poesía, canto y baile.
Al final se dio el tan esperado Grito, dirigido por las autoridades de la comunidad, el comité de educación y las autoridades educativas. Todos los presentes entonaron a una sola voz el ¡Viva México! y todos los héroes que dieron patria y libertad al pueblo mexicano.
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