MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Barbosa, la lacra social

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Mucho se ha escuchado y visto en las redes sociales la inconformidad de la gente con el magro desempeño del actual gobernador morenista, Luis Miguel Barbosa Huerta; los datos estadísticos de casas encuestadoras como Arias Consultores y Mitofsky lo demuestran. De no ser por la contingencia sanitaria, seguramente la misma gente humilde de las colonias populares saldría a las calles para denunciar la negligencia del gobernador que no ha hecho la más mínima acción para emprender una ayuda seria a los poblanos.

Por un lado, la pandemia de la covid-19 ha lacerado gravemente a todos, muy particularmente a la clase más empobrecida de nuestro país, entre el estamos los poblanos capitalinos. Se nos ordena mantenernos confinados en nuestras casas y no salir a las calles, pero no se nos dice cómo.

De acuerdo con el "Informe sobre la situación de pobreza y rezago social 2020", elaborado por la Secretaría de Planeación Evaluación y Desarrollo Regional, en el estado de Puebla 744 mil 700 personas carecen de acceso a calidad y espacios de vivienda. El problema que mayor destaca es precisamente el hacinamiento, ya que 527 mil 400 poblanos no tienen habitaciones suficientes para el total de personas que viven en un hogar, además carecen de protección, habitabilidad y salubridad, lo que puede resultar en violencia doméstica, desintegración familiar o bajo rendimiento escolar.

Por otra parte, el documento señala que el 26.6%, de los poblanos vive sin servicios básicos, es decir, más de 894 mil no tienen acceso al agua potable, 400 mil viven sin drenaje, 4.8 mil no tienen electricidad y 890 mil habitan viviendas sin chimenea cuando usan leña o carbón para cocinar.

En necesidades conjuntas documentó que 239 mil 468 viven sin agua y combustible, 150 mil 82 sin agua y drenaje, 65 mil 838 sin agua, drenaje y combustible y mil 628 sin agua, drenaje y luz. Así pues, las condiciones de los poblanos, de acuerdo con los "datos oficiales”. Recordemos que Morena acostumbra a manejar sus propios datos, mismos que han sido desmentidos por otros organismos, como el Inegi, que reveló el error en el reporte de personas fallecidas y contagiadas de covid, de esta administración.

Quizá el señor no se ha dado cuenta que los poblanos lo han reprobado en aspectos tan fundamentales e importantes como la realización de obra pública, en materia de salud, seguridad, crecimiento económico y otros más. Para los poblanos, esta administración ha sido una verdadera lacra, principalmente para los más pobres, quienes –irónicamente– fueron la bandera de todos los morenistas en campaña prometiéndoles todo y, en el poder, dándoles nada.

En este contexto, las familias capitalinas se ven obligadas a salir de sus casas en busca del sustento diario para sus hogares pese al alto riesgo de contagiarse de covid y sufrir las trágicas consecuencias, pero la realidad es que en casa no pueden quedarse a morir de hambre, además de tener que pagar en muchos casos la renta, el internet para los estudios de sus hijos, pipas de agua potable, servicios de desazolve de letrinas y muchos otros gastos que se han vuelto casi imposible de sufragar sin empleo, en plena pandemia y ante el abandono absoluto de los gobiernos morenistas como el de Miguel Barbosa Huerta.

El siguiente proceso electoral está ya muy próximo. Será el momento decisivo para la clase trabajadora de cobrar la factura al actual partido en el poder, el que tiene el control del poder ejecutivo, mayoría en las cámaras de senadores y diputados federales, mayoría de gubernaturas y alcaldías, y en el caso de Puebla, también el control del Congreso del Estado, y ¿qué han hecho con ese abrumador poder? Nada, ni una sola ley ha sido creada o modificada en un beneficio directo a las familias más humildes.

Para poder hacer un contrapeso y restarle poder a Morena es momento de trocar a los políticos arribista y parásitos de la actual clase política para llevar a los cargos de elección popular a personas cuyos intereses se identifiquen con los de los pobres, con los del ciudadano de a pie para mejorar sus condiciones de vida.

¿Con qué cara irán los políticos de siempre a pedir el voto y la confianza de la gente? ¿Cuál será su carta de presentación, qué logros presumirán? Tratarán, como en cada elección, vendernos las perlas de la virgen con sus dulces cantos de sirena, que no es más que la ya trillada demagogia hueca. Es imperativo pues, para la clase proletaria no cambiar el oro por cuencas de vidrio.

La única opción que nos queda es aliarnos con aquellos que en sus propuestas tengan similitud con el plan de acción que ha planteado el Movimiento Antorchista basado en cuatro ejes fundamentales: creación de empleos para toda la Población Económicamente Activa, salarios dignos y bien remunerados que le permitan a la gente vivir dignamente y con decoro, atender sus necesidades materiales, espirituales e intelectuales, además de  una reorientación del gasto social, es decir, invertir mayor cantidad de recursos en los sectores más vulnerables y, finalmente, una política fiscal progresiva donde, quien gane más, pague más impuestos.

Este plan no es una utopía ni un cambio de modelo, se trata simplemente de sencillos ajustes al actual modelo para que la renta nacional se distribuya de forma más equitativa y disminuir la ignominiosa brecha que separa a los pobres de los ricos y es perfectamente viable. Barbosa y su partido han demostrado no saber siquiera ni de lo que hablan. Es la hora de sacudirnos esa lacra.

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