El día de muertos es una celebración mexicana que busca honrar a nuestros seres queridos que ya descansan en paz, se realiza los días uno y dos de noviembre en el marco de grandes y vistosas celebraciones con raíces católicas denominadas “fieles difuntos” y “todos santos”. En el año 2008 la UNESCO declaró la festividad como patrimonio cultural de la humanidad, declaración que nos llena de orgullo a los mexicanos. Nuestro hermoso país se llena de ofrendas, composiciones literarias llamadas calaveritas, etcétera. Comúnmente utilizamos varios elementos para realizar una ofrenda para los muertos: se utilizan flores aromáticas de la región como el cempasúchil, veladoras, incienso, copal, agua, sal, bebidas favoritas del difunto, fruta de temporada y platillos regionales diversos; se acostumbra a vestir la ofrenda con papel china picado, pétalos de flores; no deben faltar las imágenes religiosas y las fotografías de nuestros seres queridos que han partido de esta vida terrenal. Estas fiestas mueven sentimientos fuertes a cada uno de nosotros, nuestro corazón se apachurra al recordar a quienes ya no están entre nosotros.
Este año será muy difícil pues la cantidad de ausencias es enorme, causada por esta pandemia del covid-19 que tanto daño nos ha hecho, pues muchos corazones se apagaron. De esta desgracia debemos aprender y poner manos a la obra para que futuras emergencias sanitarias no nos lastimen, y que ya no nos pegue duramente en la salud de todos. Fuimos testigos de cómo está pandemia nos agarró desprevenidos.
Primero, el sistema de salud en México es de por sí deficiente, con falta de insumos médicos, no solo los ordinarios los que requerían la pandemia, con medicamentos básicos en existencia mínima, lo que fue la atención básica del Seguro Popular, y ahora con el INSABI, está más acotado, más reducido, el cuadro de atención ahora es menor a lo básico.
Segundo, el resguardo de la gente por más de un año y medio evidenció que los sistemas DIF en México no pudieron abastecer de paquetes alimenticios a las familias vulnerables para soportar el encierro, obligando a que la gente con todo y el miedo a infectarse tuviera que salir a la calle a buscar el sustento.
Tercero, fue evidente que la poca experiencia y pericia del área administrativa de Salud y de las dependencias de Bienestar, en realidad no dieron ningún bienestar para las familias mexicanas.
Cuarto, las compras de pánico y el mal control de la economía generó que muchos productos de la canasta básica subieron de precio y aunque también subió el salario, ninguno se equipara, y el porcentaje el poder adquisitivo tuvo una baja importante y los productos continuaron subiendo de precio.
Dice el dicho que el ejemplo enseña. Desafortunadamente, algunas medidas sanitarias básicas se desdeñaron por funcionarios públicos de alto rango como AMLO, que durante los meses de propagación masiva del virus continuaba haciendo eventos masivos y él mismo no usaba el cubrebocas. ¡Vaya ejemplo!
Y para rematar, la semana pasada AMLO afirmó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) actúa con ineficiencia en el proceso de certificación de las vacunas contra la covid-19, y yo pregunto ¿qué pasa por la cabeza del presidente?, ¿por qué piensa que puede arrear a la OMS en esta situación tan delicada? Esta insolencia es grave.
Estás reflexiones tan sencillas que hago corresponden a realidades que abonaron a incrementar la letalidad en esta pandemia. Si las cosas hubieran sido tomadas con mayor precaución, con el cuidado necesario para darle condiciones a la clase trabajadora para un resguardo seguro, con una estructura buena y completa del sector salud y con líderes políticos con capacidad resolutiva, preocupados por su pueblo, sensibles, inteligentes y sobre todo que prediquen con el ejemplo, quizá no estariamos lamentando tantas muertes.
Como pueblo tenemos una gran tarea, como fuimos el sector más golpeado por esta pandemia nos toca buscar que haya condiciones para la atención oportuna de toda la gente que lo requiera, que cambien las condiciones de vida de todos, que el salario alcance para la compra de la canasta básica y demás necesidades, como todo esto lo sufrimos y como ya vimos que los de arriba no se preocupan por los de abajo. Nos toca organizarnos para que de nuestras filas salga quién dirija al pueblo por un buen camino, lo que implica seguir estudiando, seguir luchando, el bien del pueblo vendrá del mismo pueblo.
En Antorcha a eso invitamos, a organizarse, a luchar, a educarse políticamente para aprender a defenderse, y perseguir mejoras para todos. Ya el tiempo nos alcanzó, pudimos levantar la voz pero no fue suficiente.
Hasta pronto, difuntos vecinos, amigos, conocidos, papás, abuelos, hijos. El flagelo de este maldito virus de esta sociedad dividida en clases nos los arrebató de nuestras manos. Ojalá acabe pronto esta pesadilla.
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