MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Cáncer en Valle del Mezquital, resultado de la contaminación industrial

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La gravedad de la incidencia de casos de cáncer, en el Valle del Mezquital y zona aledaña,ha sido denunciada y documentada por diversas organizaciones de la sociedad civil. Según el estudio “Gases efecto invernadero como elementos explicativos de los casos de cáncer en el estado de Hidalgo en el 2015”, los municipios de Tula de Allende, Atotonilco de Tula y Tepeji del Río presentaron altos casos de cáncer (61, 32 y 32, respectivamente) con altas probabilidades de riesgo (0.741, 0.658 y 0.435, cada uno); este comportamiento obedece, en gran medida, a los siguientes aspectos: los tres municipios se distinguen por la existencia de un parque industrial, en el cual, predominan la termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos”, la refinería “Miguel Hidalgo” y las cementeras; la producción de estas plantas se sustenta en los residuos sólidos y en la quema de combustible fósil. Además, de acuerdo al Inegi (2020), el 19 por ciento de los casos de cáncer de la entidad se concentran en Tula y sus municipios aledaños. 

En la región del Valle del Mezquital, conformada por 28 municipios de Hidalgo, así como siete del Estado de México y parte de San Juan del Rio de Querétaro, están instaladas diferentes cementeras, como “La Cruz Azul”, “Cemex”, “Lafarge”, y “Fortaleza”, que producen el 40 por ciento del producto a nivel nacional. Otro gran problema en esta zona es la descarga de aguas residuales e industriales provenientes de la Ciudad de México, a través de tres sistemas, por el gran canal que comunica al Río Salado el cual recoge residuos de la planta Holcim Fortaleza, además de las descargas del Túnel Emisor Oriente y el Central.

El problema con la contaminación de las industrias cementeras se genera a partir de la incineración de residuos en hornos cementeros que liberan un grupo de partículas altamente toxicas entre las que se encuentran compuestos químicos denominados dioxinas y furanos, los cuales han sido reconocidos como principales elementos cancerígenos, además de metales pesados como mercurio, arsénico, cadmio, plomo, zinc, entre otros.

Estos contaminantes son altamente dañinos para la salud de la población cercana a su liberación, los problemas que deriva son severos; afectaciones por cáncer, enfermedades cardiovasculares, respiratorias, gastrointestinales y leucemia infantil, además afectan significativamente el ambiente, lo que se refleja en la erosión del suelo y una disminución en la biodiversidad en la zona.

“La incidencia de cáncer en el Valle del Mezquital se simplifica en la cantidad de muertes y la cantidad de padecimientos que se registran en la zona. En el periodo de 10 años (2004-2014) el total de muertes fue de 5,917 y 6,196 padecimientos, esto sin duda representa una cifra alarmante en relación a las afectaciones a la salud de población ya que la incidencia total de cáncer es de 12,113 casos”; esto de acuerdo con el estudio “Visualizador Web de la Incidencia de Cáncer en el Valle del Mezquital, México y su Relación con la Contaminación de Industrias Cementeras” (2018). 

El sistema de infraestuctura de salud en la región agrega otro problema para lo población, solo las zonas urbanas como Tula, Actopan y Tepeji cuentan con al menos un Hospital General mientras las localidades rurales no cuentan con infraestructura hospitalaria, por lo tanto la población es canalizada a hospitales regionales o instituciones privadas. 

En este aspecto resalta el caso de la Unidad Oncológica de Tula, que fue inaugurada en 2016 por el exgobernador Omar Fayad Meneses y en la que se invirtieron más de 13 millones de pesos, las cual, a seis años se mantiene inoperante por la falta de presupuesto, de personal especializado y de equipamiento; lo que la convierte en un elefante blanco más, resultado de la pasada administración estatal.

Así, la población de la zona del Valle del Mezquital vive expuesta a graves problemas de salud entre ellos el cáncer, enfermedad que implica un gran sufrimiento para los afectados y sus familias, no solamente de salud, sino emocional y en gran medida económico. 

Sin un modelo económico sustentable, que garantice el bienestar de toda la población y al mismo tiempo un mundo limpio y sano; las masas trabajadoras continuarán aportando su salud y sus vidas para alimentar el hambre voraz de ganancías de las grandes industrias.

Es necesario que el pueblo organizado tome el poder político y ponga en práctica una estrategia integral de protección al ambiente y los recursos naturales, regulando a las corporaciones empresariales, y aplicando los recursos necesarios del gasto público (y de las propias empresas) dirigida y operada por profesionales honrados y técnicamente competentes. Es decir, se necesita un gobierno popular que ponga los intereses del pueblo por encima de los del sector empresarial.  

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