La historia nos ha llevado al borde del caos y la locura. El momento de las decisiones fuertes, impostergables, ha llegado para todos los gobiernos y las sociedades. La nación más poderosa del mundo, cuyo presidente en enero burlona e incrédulamente dibujaba una sonrisa en sus labios al referirse al "virus chino", hoy sucumbe de rodillas anta la ferocidad de la pandemia que hace de ese país el epicentro del contagio mundial y la sonrisa antes indomable hoy se vuelca en un desesperado grito de guerra contra Venezuela, distractor cómodo e irrenunciable, incluso aún ante la terrible tasa de mortandad en su país, la más alta de cuantas naciones existen. Por su parte China, Rusia y Cuba, envían tanques abarrotados de médicos, misiles de alta precisión contra el terrible virus y bombas de medicamentos que salvan vidas inocentes en el mundo entero. Esa es la primera y la última tarea de las naciones y del hombre bueno, salvar vidas y no como el supremacismo yanqui amenaza con extinguirlas.
En México algo extraño y con olor a siniestro, sucede. Datos oficiales refieren que existen 1,890 contagiados y 79 defunciones. Pero, hasta el día de hoy, mientras escribo estas líneas, en los estados fronterizos de EE. UU. suman casi 25,000 contagiados y 450 decesos; en contraste (como si el virus distinguiera nacionalidades) en los estados fronterizos del lado mexicano suman 300 contagiados y solo 11 decesos. Esto puede tener varias explicaciones, a saber, que se detectó el primer caso de coronavirus en México un mes después que en EE. UU., que la afluencia de pasajeros y la relación comercial entre los otros países, por ejemplo, EE. UU. con China, es muchísimo más intensa de la que existe de China o Europa con México, etcétera. Pero, también es bien sabido que el virus se propaga increíblemente rápido (el 21 de enero se detectó el primer caso en EEUU, dos meses y medio después suman ya más de 320,000 mil contagios y casi 10,000 muertos), además, es bien conocido que, en nuestra frontera con EE. UU., con más de 3,000 kilómetros lineales, transitan y hacen vida, para estudiar o trabajar, aproximadamente 100,000 personas, ¡todos los días!
Las medidas para prevenir y combatir a este lacónico pero poderoso virus preconizadas desde la presidencia de la república, son inhumanamente austeras, mire usted, el número de pruebas para prevenir a tiempo el contagio y controlarlo así la propagación es: Italia 8,573, Corea del Sur 7,971, EE. UU. 3,334 y Reino Unido 2,126 por cada millón de habitantes, pero en nuestro querido México con la 4-T a la cabeza se aplican solo 2 pruebas por cada millón de habitantes y; también son terriblemente inoportunas: mientras en otras naciones sus gobiernos llaman a atender el problema como algo sumamente serio, nuestro gobernantes del más alto nivel bromean con "estampitas", "billetes de dos dólares", "caldos de pollo" o dicen que "los pobres somos inmunes", ¡pobre del pobre que al cielo no va...!
El gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, ha tomado algunas medidas preventivas: ha cerrado o prohibido el acceso a todo centro concurrido y por doquier habla y publica sobre la ya famosa campaña "QuédateEncasa". Muy bien, la urgencia de la situación así lo amerita, pero, para nadie es un misterio el saber que en Sinaloa como en México la distribución de la riqueza es infinitamente injusta e inhumana. Que unos cuantos potentados, acumulan tanta riqueza, digan de alarma para el Rey Midas, mientras un mar de pobres se debate entre el Covid-19 o la muerte por inanición, cerca parece estar el robo famélico y los saqueos ya comienzan a brotar. Ante calamidades sanitarias como esta, desastres naturales o simplemente el concurso cotidiano de la vida, quienes más sufren siempre son los más pobres
Enrique y Agustín Coppel Luken, los grandes empoderados del grupo Coppel; Jesús Vizcarra Calderón (el Zar de la carne) dueño del grupo Viz que incluye SuKarne, SaludDigna, etcétera y; Ley Bastidas y Ley López dueños de grupo Ley y del equipo de beisbol de los tomateros respectivamente, amasan una inmensa fortuna con la cual pueden a las claras sortear pandemias, hambrunas y guerras de todo tipo en México y en el mundo. En el otro extremo, con la mirada distraída, triste y angustiada, se encuentra un inmenso ejército de desempleados fortuitos, de jóvenes y adultos agobiados por el crédito y los impuestos, que van al día y cuya única esperanza es que la pandemia pase lo más pronto posible. Dos grupos bien diferenciados que, por supuesto, no están viviendo la "cuarentena" de la misma manera.
Precisamente por ello, miles de familias organizadas mucho antes de la pandemia exigíamos un "pedacito de pastel", materializado en obras, solares y apoyos alimenticios para gente humilde que lo necesita hoy más que nunca. No se nos hizo caso, se ignoró olímpicamente nuestro plantón que, después de un mes y ante el agravamiento de la pandemia tuvimos que levantar y, no conforme se nos calumnió por parte de mismísimo gobernador de "intermediarios". Mencionó también que asistiría personalmente a entregar los apoyos a las colonias y pueblos vulnerables. Miles de familias de nuestro estado que confiaron en usted lo continúan esperando, señor gobernador.
En Sinaloa miles de personas viven hacinadas, rentando o en casa prestada, ¿cómo harán para pagar la renta, el agua o la luz? Miles de tianguistas, choferes de Uber o simplemente albañiles viven muy apretadamente, ¿cómo harán para mantener a sus familias? Miles de estudiantes y maestros, ocupan el internet para estudiar, investigar o simplemente estar enterados sobre los avances del terrible virus, ¿qué harán? Parafraseando a Shakespeare: "Los de arriba ¿no tiene ojos, no tienen manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No se alimentan de lo mismo? ¿No los hieren iguales armas? ¿Acaso no sufre de iguales males? ¿No se cura con iguales medios? ¿No tiene calor y frío en verano e invierno como los humildes? Si nos pinchan ¿no sangramos? Si nos hacen cosquillas ¿no reímos? Si nos envenenan ¿no morimos? Y si nos abandonan cobardemente ¿no nos vengaremos?". Vale.
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