“Por el bien de México, primero los pobres”, eslogan de campaña utilizado por el actual presidente de nuestro país para ganarse la simpatía y el respaldo de un importante número de mexicanos. Con palabras y frases pegajosas como honestidad, austeridad republicana, bienestar, etc., el actual mandatario convenció al pueblo pobre, ese pueblo que en 2018 salió a votar harto de los malos gobiernos neoliberales, de los gobiernos corruptos, que, de ganar la presidencia, su gobierno sería diferente, y que su partido era “la esperanza de México.
¿Estamos a la mitad del sexenio y que es lo que vemos? Un presidente que todas las mañanas desde el pulpito presidencial sale a culpar a los gobiernos anteriores. Si las cosas no marchan bien, no es por culpa del actual gobierno, se culpa a los gobiernos neoliberales de haber dejado un cochinero, que desmantelaron todo, que se debe tener en cuenta que fueron 36 años de dominio neoliberal y que los anteriores gobiernos dejaron un pueblo empobrecido. Aparece entonces la exigencia del presidente para que un periodista aclare cuánto gana y quien le paga, de que hay que hacer una pausa en las relaciones con España, que el penacho de Moctezuma; todo con tal de desviar la atención y evitar así hablar de que el actual gobierno de la 4T está considerado como uno de los países que más crisis económica tuvo en 2020 y menos recuperación económica tuvo en 2021.
Poco o nada se habla de la difícil situación que padecen millones de mexicanos que a diario se enfrentan a la incertidumbre de no tener que comer al día siguiente y que según informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) hoy como resultado de la mal estrategia de atención de la pandemia de Covid-19 hay 9.8 millones de nuevos pobres en México; según este organismo, uno de cada cuatro mexicanos padecería ahora pobreza extrema por ingresos.
A pesar de que la Comisión Nacional de los Salarios Mininos (Conasami) el 1 de diciembre de 2021 informo sobre el incremento del salario mínimo general que paso de 141.70 a 172.87 pesos, diarios, mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte pasa de 213.39 a 260.34 pesos diarios, el INEGI señala que, en el último trimestre del año 6 de cada 10 trabajadores, tanto formales como informales percibían menos de dos salarios mínimos, un salario de hambre si tenemos en cuenta que el costo de la canasta básica es de 600 pesos y que en los días que corren diversos productos han incrementado su precio hasta más de 150%.
Problemas como la inseguridad, el mal sistema de salud, la falta de apoyo al campo, la mala calidad de la educación y la falta de servicios básicos, son problemas que ya existían pero que se evidenciaron aún más con la pandemia. El vocero del Movimiento Antorchista Nacional, ingeniero Homero Aguirre Enríquez destaca en su artículo semanal que en un “informe especial” publicado por la ONU se da a conocer que “6 de cada 10 habitantes del planeta (la inmensa mayoría) ya se sentían inseguros y atemorizados por diversos peligros que percibían en su vida cotidiana antes de la pandemia de Covid-19; es seguro que tal sensación de temor y desamparo se ha incrementado por la pandemia…””y las amenazas de conflictos armados que ahora ocupan la atención mundial, particularmente el que Estados Unidos y la OTAN se empeñan en detonar en Ucrania”. ¡Pero claro! El presidente “tiene otros datos”
Especialistas en cuestiones económicas señalan que la economía mexicana viene enfrentando un marcado proceso de desaceleración en su crecimiento económico, particularmente desde los años ochenta, este hecho ha sido un factor que contribuye al fomento de la pobreza, la marginación, la informalidad, la migración y la criminalidad.
Pero, ¿Cómo podemos saber si un país se encuentra económicamente bien? Midiendo su actividad y cómo se encuentra su población en general.
Para ello, existen dos conceptos que nos revelan mucho al respecto: el crecimiento económico y el nivel de bienestar que goza su población.
Para medir su nivel de crecimiento, se utiliza el PIB (Producto Interno Bruto) que mide la actividad productiva y se obtiene al sumar cuánto valen en pesos todos los bienes y servicios de consumo final que se producen en un año, es decir, que no se usan para producir algo más.
Por su parte, el bienestar está relacionado con el nivel de vida de las personas. Una forma de medirlo es a través del PIB per cápita que nos indica cuánto dinero tiene la gente en promedio y se calcula dividiendo el PIB del país entre el número de personas que viven en él.
Sin embargo, es importante reconocer que es una medición de bienestar un tanto limitada, pues puede ser que muchas personas tengan cero pesos y otros muchos miles de pesos, y el PIB per cápita no refleja esta diferencia en la distribución.
Como veíamos líneas arriba, en nuestro país a pesar de que el crecimiento económico y bienestar fueron una de las banderas del actual gobierno, la realidad es más necia que el propio presidente. “La 4T no ha movido mi siquiera mínimamente esa realidad que prometió cambiar. Ahora hay más pobreza y marginación, aunque el presidente diga lo contrario todas las mañanas y saque el pañuelito blanco para anunciar que ya termino con el neoliberalismo, la corrupción y tiene arrinconada a la pobreza; ahora hay más violencia en general y particularmente contra las mujeres, menores de edad y periodistas (al grado de que México ya es uno de los países más peligrosos para ejercer esa profesión)”.
Pero como ha ocurrido en otras “etapas negras de la historia” el pueblo bueno sabrá descubrir los falsos profetas y sabrá cambiar el rumbo de la historia.
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