En dos semanas, según el calendario de la Secretaría de Educación Pública (SEP), inicia el nuevo ciclo escolar. Miles de niños y jóvenes de todo el país regresarán a las aulas en los niveles preescolar, primaria y secundaria.
Con ello, los padres de familia se enfrentan al gasto que implica la compra de útiles y otros gastos relacionados con la educación de sus hijos. Pero este regreso a clases se da en una situación difícil, pues en los medios de comunicación se informa que la inflación en nuestro país sigue al alza, especialmente en lo que se refiere a la canasta básica.
Si nos preguntamos por qué hay tanta deserción escolar en todos los niveles educativos, la respuesta que la realidad nos da como una bofetada es que millones de familias no tienen un ingreso económico suficiente para dar educación a sus hijos.
Es decir, en estos momentos las familias de menores ingresos económicos atraviesan una situación doblemente difícil: una doble pinza de gastos de alimentación y de educación de sus hijos. Debemos preguntarnos si la situación de las familias humildes, en estos seis años de gobierno de la 4T, ha mejorado.
En San Luis Potosí, los medios de comunicación informan: “El regreso a clases en SLP puede costar hasta 8 mil pesos en útiles y uniformes” (Antena San Luis, 11 de julio de 2024).
“Al costo normalmente elevado de los útiles escolares en esta temporada, se suma el costo de uniformes de gala y deportivos, zapatos, tenis y libros específicos de acuerdo con el nivel. De los uniformes, el promedio va entre los 800 y dos mil 300 pesos, según la institución educativa de que se trate” (El Sol de San Luis, 11 de julio de 2024).
Para una familia con un ingreso de uno a tres salarios mínimos, es difícil poder enfrentar los gastos de educación de sus hijos. Ya no hablemos de los millones de jefes de familia que no tienen un trabajo formal (comerciantes informales, albañiles, trabajadoras domésticas, etcétera).
Y si nos preguntamos por qué hay tanta deserción escolar en todos los niveles educativos, ahí está la respuesta que la realidad nos da como una bofetada: millones de familias no tienen un ingreso económico suficiente para dar educación a sus hijos.
En un artículo reciente que escribí, titulado “Crisis de la educación pública bajo la 4T”, informaba del dato proporcionado por “Mexicanos Primero” de que de 100 estudiantes que ingresan a la primaria, solo 28 llegan al nivel superior, y que de 2019 a 2023, un millón 254 mil estudiantes, especialmente de nivel primaria, abandonaron sus estudios.
Si tuviéramos un Gobierno verdaderamente sensible y preocupado por la educación formal de los niños y jóvenes, esta desgracia, la deserción masiva de educandos en las escuelas de los distintos niveles, no se daría.
Y si la educación en México, y en San Luis Potosí, no es un desastre total, es porque las familias humildes hacen esfuerzos enormes a costa de sacrificar muchas otras cosas, como una mejor alimentación, descanso y recreo, con tal de darle una educación a sus hijos, pues saben que el que sus hijos terminen sus estudios les ayudará a tener un mejor nivel de vida en el futuro.
Si queremos que ningún niño o joven abandone sus estudios porque su familia no tenga los recursos económicos para sufragar los gastos de útiles, uniformes y todo lo que implica su educación, necesitamos un gobierno de y para los pobres.
Un Gobierno que se preocupe verdaderamente por generar empleos suficientes y bien remunerados para todos los mexicanos; que haga realidad una educación gratuita y de calidad que permita formar profesionistas y científicos en todas las áreas; un gobierno que cree un sistema de salud de primer nivel donde la atención médica sea gratuita y universal. La realidad es que ese Gobierno no es ni será el de la 4T.
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