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Daño ambiental en Hidalgo, un problema sin atender

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Hidalgo enfrenta problemas de contaminación del aire, agua y suelo sobre todo en la parte sureste del estado. Este problema, impacta en la calidad de vida de la población más vulnerable, quienes sufren la falta de agua en sus hogares, en ambientes insanos y con problemas de salud derivados de esta situación.

Según el INEGI, los mayores costos por degradación del medio ambiente corresponden a: emisiones al aire, degradación del suelo, residuos sólidos urbanos y aguas residuales; en agotamiento de recursos naturales: hidrocarburos, agua subterránea y recursos forestales. 

A pesar de que suele atribuirse el problema ambiental a la ignorancia, a la sobrepoblación, entre otras razones que culpan a la población en general que carece de educación ambiental, la realidad es que estas causas, aunque impactan, no son las determinantes; la causa es económica y no se resuelve con las pequeñas acciones individuales ni con acciones puramente legales y reformatorias. El principal depredador es el modelo económico, dominado y gobernado por los monopolios, los mismos que contaminan y agotan los recursos naturales.

Muestra de ello, es el caso de la refinería Miguel Hidalgo de Petróleos Mexicanos (Pemex), la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos y las cementeras Cruz Azul, Cemex y Fortaleza que además de contaminar la zona con las emisiones de gases a la atmosfera no cumplen con las normas oficiales mexicanas del medio ambiente. De acuerdo con Milenio, el presidente de la Sociedad Ecologista Hidalguense (Sehi), Marco Antonio Moreno Gaytán, considera que hay una devastación en la región de Tula, lo que afecta a 13 municipios del Valle del Mezquital. 

Además, de acuerdo con el investigador del cuerpo académico de planeación y análisis territorial de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Sócrates López Pérez, la refinería genera 269 mil 908 toneladas de dióxido de carbono, la Central Termoeléctrica 148 mil 792 toneladas y las cementeras 452 mil 418 toneladas de dióxido de carbono anualmente. 

Otro grave problema en la entidad es la problemática de las aguas residuales que llegan a Hidalgo desde la Ciudad de México y el Estado de México, entran por Atotonilco de Tula, desembocan en las presas Endhó, Requena, Vicente Aguirre y Rojo Gómez, para continuar por los ríos Tula y Moctezuma. Tan solo la presa Endhó almacena hasta 182 millones de metros cúbicos de agua. Estas aguas contienen hidrocarburos como gasolina, aceite, diésel, químicos altamente contaminantes como cianuro, plomo, iridio; además, de contaminantes como plaguicidas y herbicidas. 

A diario ingresan a Hidalgo 4 millones 890 mil 240 litros de aguas residuales de la Ciudad de México y el Estado de México. Con ellas se riegan 62 mil 200 hectáreas de cultivo de 46 mil 511 productores del Valle del Mezquital de los municipios de Actopan, San Salvador, El Arenal, Ixmiquilpan, Santiago de Anaya, Progreso de Obregón, Chilcuautla, Mixquiahuala, Francisco I. Madero, Tezontepec de Aldama, Tula, Tepetitlán, Tlaxcoapan, Atitalaquia, Tezontepec de Aldama, Tlahuelilpan, El Cardonal, Alfajayucan, Tasquillo, Ajacuba y Tetepango, quienes siembran maíz, alfalfa, avena, cebada, brócoli, cilantro, haba, trigo, chile, coliflor, frijol y jitomate. Estos productos generan problemas de salud entre quienes los consumen.  

En la producción industrial, es necesario que desde el Gobierno federal hasta los gobiernos municipales regulen de forma efectiva el uso industrial del agua y la sobreexplotación de acuíferos; legislen el control de químicos nocivos, como pesticidas al mismo nivel que las naciones desarrolladas; garanticen el respeto a los límites técnicamente establecidos de aprovechamiento de los recursos naturales para evitar su agotamiento, bajo vigilancia y orientación de auténticos ecologistas, científicos capaces de formular soluciones efectivas; se instalen confinamientos para que las empresas no viertan residuos tóxicos en basureros al aire libre, so pena de sanción, para evitar que los residuos sólidos no se arrojen a simples basureros y por lixiviación se contaminen acuíferos y suelos.

Es urgente, tratar las aguas residuales de la Ciudad de México y la Zona Metropolitana que se vierten al Valle del Mezquital, Hidalgo, y dañan la salud de la población. Sin embargo, en México se procesa solo 67 por ciento de las aguas negras. Por falta de recursos “… hay 997 plantas de potabilización en funcionamiento de un total de 1,256 […] 20.6 por ciento que no están en marcha […] plantas de tratamiento de aguas residuales, se tienen registradas 2,786 en marcha de un total de 3,661 […] 875 no están en funciones” (El Economista, 15 de agosto de 2021, Conagua).  

Sin embargo, la preocupación por seguir estas medidas e impedir más daños al medio ambiente y por consiguiente a la salud de las personas no se refleja en la política gubernamental. El presupuesto para las instituciones del cuidado del medio ambiente se redujo, el de la Semarnat cayó del 0.38 por ciento del PIB en 2014 a 0.11 por ciento en 2020; a la Procuraduría Federal para Protección al Ambiente se le recortó 6.4 por ciento, y al Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, 5.7 por ciento. 

No hay, en resumen, un modelo económico sustentable, que garantice el bienestar de toda la población y al mismo tiempo un mundo limpio y sano. Para lograr esto, se necesita que el pueblo organizado, obligue a los gobiernos a elaborar y poner en práctica, una estrategia integral de protección al ambiente y los recursos naturales, regulando a las corporaciones empresariales, y aplicando los recursos necesarios del gasto público (y de las propias empresas) dirigida y operada por profesionales honrados y técnicamente competentes. Es decir, se necesita un gobierno popular que ponga los intereses del pueblo por encima de los del sector empresarial.  

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