En los últimos días he recordado una frase que, como a mí, a muchos mexicanos nos hicieron llegar los diversos medios de comunicación, “grandes” analistas, figuras públicas, pero más en concreto, quien no se cansa de repetirla a pesar de que, en realidad, los estragos golpean cada día más, los hogares mexicanos. Y, sí, me refiero al “vamos bien” del presidente López Obrador que diario, se va evidenciando como una más de sus tantas mentiras.
La situación en la que nos encontramos, es seriamente preocupante y de alarmarnos debido a que, es falso que “vamos bien” pues en ese costal de mentiras, Oaxaca, es la prueba más fehaciente, donde la crisis económica y los ajustes presupuestales, se llevan como reza el dicho común, “entre las patas” a más de 10 mil trabajadores de la industria de la construcción, que perdieron su empleo en el segundo trimestre del año, según reportes de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Y es que al encontrarnos con que este año, el empleo en el sector de la construcción cayó de 140 mil a poco más de 128 mil trabajadores, se puede apreciar que la cifra actual sigue estando por debajo antes que iniciara la pandemia. Pero además, no se nos debe olvidar que sólo en el sector de trabajadores subordinados y remunerados se reportaron entre marzo y junio más de 6 mil 500 empleos perdidos.
Es decir, de éstos datos debemos referir que los últimos 2 años, sobre todo en el contexto de la pandemia, los problemas a los que se han enfrentado todos los que pertenecen a éste sector, aumentaron porque se redujeron las oportunidades de construcción, pero además porque las familias que encabezan, se quedaron en el desamparo.
Esta situación refleja pues, que aunque por un lado se nos “dice que vamos bien” porque a México, hace ya 3 años por cierto, llegó al poder un gobierno que ayudaría a “primero los pobres”, hoy vemos que eso es totalmente falso y forma parte de la demagogia impulsada por el gobierno de cuarta, porque precisamente el trabajo en la industria de la construcción (formada por trabajadores de estrato social bajo) disminuyó y, por ahora, ellos junto a sus familias tendrán que buscar de dónde sacar el “pan de cada día”.
Y aunque no sobrará quién diga que, “el pobre, es pobre porque es un flojo”, la realidad nos lleva a quienes tenemos conocidos en la industria de la construcción, creador de artesanías, campesino, etc.; a desmentir tan cruel insulto, cuando vemos que esos “conocidos” o nuestros mismos “familiares”, se levantan no con un horario burocrático, sino desde las 4 o 5 de la mañana, a trabajar para llevar el sustento a sus hogares, con lo que no es cierto que sea un hecho de flojera el ser pobre, sino porque el sistema económico en el que vivimos, es desigual, tal y como lo deja ver la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), quien a mediados del mes de agosto, informó que México se mantiene como el país con las jornadas más extensas, incluso durante la pandemia, porque en promedio, los mexicanos laboran 2,124 horas al año.
Ante todo esto, ¿qué nos queda entonces a los mexicanos y oaxaqueños?, ¿seguir creyendo en las promesas de quien nos gobierna y tiene otros datos”? o ¿levantarnos, organizarnos y exigir que en México se nos den mejores condiciones de vida y a la par, preparnos para que nuestro país sea gobernado por alguien del pueblo que conozcamos, no superficialmente si no por sus resultados?
Yo me inclinó más por la última opción.
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