Me enteré de la visita de López Obrador porque un grupo de vecinos estaba planeando asistir para llevarle una queja generalizada de la población: las inundaciones, el tráfico, la inseguridad, el mal estado de las carreteras, etcétera.
Entre los vecinos había enfermeras, contadores, maestros, amas de casa y empleados en general. Se generó una fuerte discusión entre ellos, que no giró en torno al desacuerdo sobre la queja generalizada, sino en cómo hacer llegar la queja.
¿Cuál es el beneficio de los programas sociales, suponiendo que les llegaran a todos como dicen, si cada vez se puede comprar menos con el dinero que reciben?
Entonces, la mayoría concluyó diciendo que no tenía caso, pues Morena no ha resuelto problemas de carácter nacional, y mucho menos resolverá los problemas de carácter local.
Después de ver a través de las redes la visita de López Obrador, concedo la razón a los vecinos. López Obrador no vino a escuchar a nadie; vino a hacer lo que siempre ha hecho: campaña electoral con sus datos muy particulares, esos de los que nunca supimos de dónde los sacaba.
La excusa fue la inauguración del acueducto Armería-Manzanillo, en beneficio de la gente, y al respecto creo que, si la hicieron bien, será una obra que realmente beneficiará a las familias con un mejor servicio.
El presidente se hizo acompañar de la presidenta electa y no perdió la oportunidad para decir que será ella la encargada de continuar con su cuarta transformación. Aprovechó también para hacer algunas presunciones, así lo dijo él mismo.
Hizo varias presunciones, entre ellas que es el primer presidente en conocer todos los municipios del país, que es histórico que los paisanos migrantes van a cooperar con 65 millones de dólares, pero lo que me pareció más grave fue la presunción de autonombrarse como el primer presidente en la historia en lograr reducir la pobreza y la desigualdad en nuestro país.
Por cierto, yo escuchaba eso por la radio, justo cuando estaba pagando la gasolina que puse en mi coche, y me di cuenta de que el precio de la gasolina llegó a los 25 pesos, por lo que me alcanzó para menos litros.
¿De dónde saca el presidente de la república que la pobreza y la desigualdad se redujeron? ¿De dónde? ¿Por qué asegura algo que la realidad desmiente? ¡Porque de eso se trata la campaña electoral al estilo Morena, de dar datos, aunque no sean ciertos, al cabo que de aquí a que se investiguen, la propaganda está hecha!
Como acotación, cabe preguntarnos: ¿por qué, una vez electa la presidenta, es necesario seguirle haciendo propaganda? ¿No será que los 35 millones de votantes que eligieron a Claudia, según las estadísticas que ellos manejan, no fueron convencidos sino coaccionados por los programas federales de apoyo monetario? ¡Puede ser!
Pero ahí, donde López Obrador quiere adornar el panorama, aparece la terca realidad, haciéndole la contra. Por muy bonito, nostálgico y enternecedor que se muestre su discurso, la realidad es la realidad. En Colima, hay problemas graves y urgentes que atender.
Hace unos días, apareció en el Diario de Colima la siguiente nota: “Colima tiene la tercera inflación más alta del país”. En julio, la inflación anual alcanzó 6.5 % en Colima, sólo después de Oaxaca y Tlaxcala, siendo las más altas del país. Esta cifra supera la inflación anual, que es de 5.7 %.
“El aumento de los precios se debe principalmente al encarecimiento de frutas y verduras, gas LP y gasolina Magna”. ¡¿Gasolina Magna?! ¡Otro engaño comprobado de López Obrador! ¿Recuerdan que aseguró que no subiría la gasolina? Es más, prometió bajar su precio. Y aquí estamos, escuchando nuevas promesas.
Analicemos detalladamente las implicaciones del aumento en los precios de estos productos. “Encarecimiento de frutas y verduras” se refiere específicamente al jitomate, que aumentó un 80 % respecto al año anterior, y a la cebolla, que subió un 37.9 % más, y al gas LP, que aumentó un 25.6 %. (Diario de Colima, 09 de agosto, página 15).
Estos productos son indispensables en la cocina de todo colimense y de todo mexicano. El gas se usa para cocinar los alimentos y la cebolla y el jitomate se usan casi en todas las comidas que acostumbramos ingerir.
Y si a eso le agregamos que también el huevo subió (ese dato lo corroboré en una tienda) de 70 a 90 pesos la cartera, es decir, un 22 %, entonces ¿para qué comida le alcanzará ahora al empleado informal, que gana 300 pesos diarios y tiene una familia numerosa?
Sólo hay dos opciones: comer menos o cambiar el menú por uno más barato, en detrimento de una buena nutrición. Estas son las afectaciones de la inflación, y este dato contradice flagrantemente lo que vino a decir López Obrador. ¿Cuál es el beneficio de los programas sociales, suponiendo que les llegaran a todos como dicen, si cada vez se puede comprar menos con el dinero que reciben?
¿De qué manera se reduce la pobreza y la desigualdad social solo con los apoyos monetarios? ¿Quién puede decir que con su apoyo monetario que recibe “puntualmente” ya es menos pobre?
Si veo diariamente a los estudiantes trabajando arduamente para salir adelante, aun teniendo su beca de estudios, que, por cierto, a los que tuvieron la suerte de recibirla, les llega con mucha impuntualidad. ¿No es eso una manifestación muy evidente de pobreza?
Hasta el momento no se ha hecho un análisis serio, formal y oficial para evaluar como estrategia el programa de apoyos monetarios que propuso la 4T, y eso que es una obligación para la rendición de cuentas.
Debe decirse oficialmente si se corresponde la inversión con el resultado objetivo de dichos programas. Si sirve o no sirve esa estrategia para reducir realmente la pobreza.
Pero por ahora, antes que las estadísticas, la realidad se impone. La pobreza en México sigue siendo un problema grave que genera todos los demás males sociales.
Es una deuda pendiente de la 4T que ojalá tome en sus manos la nueva presidenta, aunque, si el camino que toma es el mismo que su mentor, ya conocemos los resultados.
Tenían razón mis vecinos; estaba de más intentar llegar al mandatario, pues al evento pudieron pasar fans y admiradores de la 4T, los que llevaban porras y no demandas.
Pero, ¿cuántos manzanillenses más se quedaron con sus múltiples problemas sin solución, a pesar de recibir apoyos monetarios y seguir manifestando algún tipo de pobreza? Seguro que no cabríamos en la plaza Juárez.
Pero ni modo, la 4T nos seguirá gobernando, como ya sabemos. Por eso no nos queda más que organizarnos como un solo frente y defender nuestros derechos, exigiendo solución a los problemas que tiene el puerto número uno del país, nuestro Manzanillo. Y en el Movimiento Antorchista de Manzanillo lo sabemos bien, y en esa tarea estamos.
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