MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

De la Alianza para el Progreso a la Cumbre de las Américas

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La integración y cooperación de los estados americanos ha sido uno de los objetivos pendientes. Trabajar de manera conjunta para que todos y cada uno de ellos se desarrollen plenamente; sin embargo, lo que la historia nos demuestra es que las relaciones entre estados son de dominación, y es el imperialismo norteamericano el que impone sus intereses y condiciones al resto. Toda la historia de América Latina es la de una lucha por liberarse del dominio de los Estados Unidos (EE. UU.), es imposible pensar en relaciones de cooperación y libre desarrollo en una situación como esta.

La Cumbre de las Américas 2022 es una muestra más de ese viejo objetivo de los EE. UU.; dominar América Latina (AL). Con la exclusión de países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, se manda un mensaje claro, los que no se sometan a los designios del vecino del norte serán excluidos, mientras que se busca ganar el favor del resto de países con promesas de ayudas económicas. 

Ya en la década del 60 del siglo pasado, los norteamericanos intentaron afianzar su posición, y en la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA, reunido en Uruguay, en agosto de 1961, se intentó cercar al gobierno cubano, con las promesas de préstamos por parte del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo. En dicha conferencia se lanzó el programa de la Alianza para el Progreso impulsada por el presidente Kennedy, que pretendió disfrazar como preocupación por el desarrollo de los países tercermundistas. Fue la misma delegación cubana, encabezada por el Che Guevara, la que se encargó de demostrar los verdaderos objetivos: frenar el impulso que la revolución de la isla había dado en la región y uncir AL a los intereses del capital norteamericano. 

Para finales del siglo XX, las victorias recogidas por los EE. UU. con la desintegración de la URSS, la guerra de Yugoslavia y una China que aún no se desarrollaba, parecía que no había vuelta atrás en el dominio imperialista. Sin embargo, poco tiempo bastó para dar cuenta de la realidad. 

En AL comienza una oleada de gobiernos progresistas (Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia), sumándose a Cuba y Nicaragua; en el plano internacional, Rusia y China se posicionan como potencias militares y económicas, respectivamente. Los fracasos en Medio Oriente igual minan el fortalecimiento de EE. UU.

En este contexto, se presenta como una urgencia redoblar esfuerzos ganar influencia en el continente. Los bloqueos y sanciones a Venezuela, el apoyo a la contrainsurgencia y golpe de estado en Bolivia y Brasil, así como la guerra mediática y económica contra Cuba, están orientados a debilitar la rebeldía de la región. 

La Cumbre de las Américas, programada para junio de este año, es un intento más para aislar a Cuba, Venezuela y Nicaragua. El argumento propagandístico con el que se justifica la exclusión es la falta de democracia, pero es claro que de fondo está la renuencia a someterse a la voluntad de Norteamérica. Indudablemente no existe interés alguno por parte de EEUU en defender la democracia, los derechos humanos, ni nada por el estilo, es pura propaganda para imponer sus intereses por la fuerza. Ya en la Primera Declaración de la Habana, Fidel expone que: 

“la democracia no es compatible con la oligarquía financiera, con la existencia de la discriminación del negro y los desmanes del Ku-Klux-Klan, con la persecución que privó de sus cargos a científicos como Oppenhimer; que impidió durante años que el mundo escuchara la voz maravillosa de Paul Robeson, preso en su propio país, y que llevó a la muerte, ante la protesta y el espanto del mundo entero, y pese a la apelación de gobernantes de diversos países y del Papa Pío XII, a los esposos Rosenberg”.

Estas declaraciones no han perdido vigencia, la opresión hacia la comunidad negra es algo más vivo que nunca, la persecución política como el caso del periodista Julian Assange demuestra que la libertad y la dignidad humana no son preocupaciones para los líderes estadounidenses. Se desgarran las vestiduras por los derechos humanos en otros países mientras que al interior se asesina y reprime, se condena a la miseria y exclusión a millones de estadounidenses. Si miramos solo un poco hacia la acción exterior de los Estados Unidos, veremos que hay todo un historial de destrucción y muerte, la democracia para los ellos significa el sometimiento por la fuerza de las armas. En particular, en AL se dio un apoyo incondicional a las dictaduras militares.

Halcones como Pompeo, Bolton y el presidente Biden, no conocen otra forma de hacer política que la fuerza. Sin embargo, la política de exclusión puede ser una oportunidad para que AL se agrupe en torno a sus propios intereses, pero para esto se necesitan mandatarios que comprendan el momento histórico, que observen la larga duración para poder tomar las decisiones correctas. No dejarse llevar por los cantos de sirena, tal como paso con la Alianza para el Progreso, y digan no a esta Cumbre de las Américas.

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