MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Defendamos el derecho de organización

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México es una sociedad con grandes desigualdades sociales, donde la riqueza producida por millones de trabajadores la concentra un grupo muy reducido de poderosos empresarios que detentan el poder económico y político de la nación; es tanto su poder, que tienen a su servicio al aparato de gobierno, que tiene una doble misión, por un lado proteger y fortalecer las grandes fortunas acumuladas, y por otro lado, controlar y contener el descontento social, pero sobre todo atacar y calumniar cualquier intento serio de organización popular.

Así podemos entender varias cosas que suceden cada seis años; los candidatos de todos partidos políticos nos repiten, una y otra vez, que se van turnando en el poder, que en su recorrido por todo el país han detectado las necesidades urgentes de los ciudadanos, que se van a mejorar los servicios de salud, de educación, se van a aplicar programas de vivienda, van a pavimentar las calles de colonias pobres, van a introducir servicios básicos, van a construir caminos y dar mantenimiento a los ya existentes, van a combatir la inseguridad (hasta con abrazos), y llegando al poder van a acabar con la corrupción y tantas promesas más, pero siempre terminamos en el mismo punto, nada o muy poco se cumple.

Pasadas las elecciones, agradecen la participación de los ciudadanos en el proceso electoral, mandan a todo mundo a ocuparse de sus asuntos particulares y la clase política se dedica a gobernar.

Arriba mencionamos que los gobernantes tienen una doble misión. Vamos por la primera, los gobernantes están al servicio de los poderosos empresarios a quienes ofrecen préstamos bancarios a modo, no se les aumentan los impuestos, se les dan concesiones de autopistas construidas con dinero público, las constructoras del hombre más rico de México, Carlos Slim, están encargadas de las obras como el tren Maya.

Otro poderoso, Ricardo Salinas Pliego, dueño del Grupo Elektra, maneja millonarios recursos de los programas sociales. Pero este favoritismo no se detiene, las protestas de trabajadores por mejores condiciones laborales son rápidamente controladas por los patrones que cuentan con todo el apoyo de los sindicatos charros y los funcionarios de la Secretaría del Trabajo.

Todos los presidentes de la república, de todos los partidos políticos, son amigos de los poderosos empresarios, que en contubernio manejan los recursos públicos para beneficio de los poderosos.

La otra misión de los gobernantes es controlar y mediatizar a los trabajadores y sus familias, son muchas las formas de control, pero la más socorrida por los gobiernos son los programas sociales, y no es que estemos en contra de dichos programas sociales, sino que no están diseñados para combatir la pobreza, pues quien lo recibe, no le cambia la vida, pero si lo hace dependiente de la ayuda, pues así están diseñados los programas. Más tarde, los "siervos de la nación" informan a todos los beneficiarios que sigan votando por los candidatos del partido en el poder, si no lo hacen pueden perder la ayuda.

Pero se olvidan de un pequeño detalle, la democracia como forma de gobierno, es un asunto de todos los ciudadanos y esa condición permite la participación de todos en la toma de decisiones.

Las organizaciones que agrupan a vecinos de colonias populares, grupos de campesinos, de estudiantes, trabajadores, vendedores ambulantes, saben que la garantía de ser tomados en cuenta está en su número y fortaleza organizativa.

Como fiel servidor de los grandes capitalistas, Andrés Manuel López Obrador no pierde ocasión para repetir sus calumnias contra todo intento serio de organización popular, pero principalmente lanza su furia en contra del Movimiento Antorchista Nacional, que a cuatro años de ataques sistemáticos y de cerrazón, no ha podido desmembrar este legítimo intento organizativo del pueblo mexicano.

Por eso nos debemos aferrar a nuestro derecho legítimo de conformar una organización popular numerosa y fuerte, a prueba de cualquier ataque desde el poder, porque es la mejor defensa ante un gobierno autoritario.

Los tiempos cambian y hoy está demostrado que una sociedad próspera, tiene como condición la participación de todo tipo de organizaciones, porque más que un estorbo al poder, son el complemento indispensable para el progreso y estabilidad social. Por lo que la organización popular no sólo es un derecho, es parte fundamental de un gobierno realmente democrático, así lo podemos comprobar con los países llamados del primer mundo.

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