Se cumplen dos años de que Andrés Manuel López Obrador tomara protesta como presidente de México, millones de personas en todo el país festejaban este hecho y confiaban en que mejoraría la situación para los más de 100 millones de pobres que existen a lo largo y ancho del territorio nacional. Los seguidores de AMLO, entusiasmados por el triunfo, aseguraban que esta vez sí cambiarían las cosas, que el pueblo sería primero, como se leía en su eslogan.
Los principales compromisos de campaña que AMLO prometió se cumplirían si llegaba a la presidencia fueron: crecimiento económico del 6 por ciento, combate frontal a la corrupción, que regresaría el ejército a los cuarteles para combatir eficazmente al crimen organizado con una policía federal especializada, establecer un sistema de salud gratuito y de alta calidad como en los países nórdicos, la desaparición del régimen neoliberal y de la mafia en el poder, que su política económica se centraría en beneficiar primero los pobres, apegándose para todo ello en un código moral que distinguiría a su gobierno; no mentir, no robar y no traicionar.
Sin embargo, a dos años de distancia, la realidad es totalmente otra. En su primer año de gobierno el crecimiento económico presentó un saldo negativo del 0.1 por ciento y en 2020 será menor del 10 por ciento; no se combate en serio la corrupción de administraciones anteriores y descaradamente se tolera la corrupción en la actual administración morenista, por ejemplo, la que realiza a través de las compras públicas efectuadas por contratos de adjudicación directa, es decir, sin licitación alguna; lejos de que el ejército regresara a los cuarteles se formó una Guardia Nacional, no para combatir al crimen organizado en nuestro país, sino para servir a los intereses del gobierno norteamericano en su combate fronterizo contra la inmigración centroamericana, la liberación de Ovidio Guzmán y el emblemático saludo del presidente a la madre de Joaquín El Chapo Guzmán, así lo confirman; el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) y demás institutos de salud pública, no tienen la infraestructura ni los recursos económicos para garantizar siquiera los tratamientos y medicamentos para niños y mujeres con cáncer o para los enfermos de VIH, mucho menos para enfrentar con éxito la pandemia del covid-19; los empresarios de la mafia en el poder forman ahora parte del Consejo Asesor Empresarial del gobierno morenista; y aunque en sus discursos AMLO declare la desaparición del régimen neoliberal, en los hechos, el régimen morenista resultó ser más neoliberal que el de los prianistas.
Y del código ético del morenismo, basta decir que AMLO mintió y sigue mintiendo, por ejemplo, cuando afirma que la pandemia ha sido domada, que su estrategia contra el covid-19 ha sido exitosa o que el número de fallecidos es de 100 mil mexicanos; miente porque la pandemia no ha sido domada, por el contrario, está fuera de control, porque su estrategia ha sido un rotundo fracaso que nos coloca, según Bloomberg, como el peor lugar de 53 países, por el mal manejo de la pandemia y porque todos sabemos que el número de fallecidos es mucho más alto del que se declara oficialmente. El gobierno morenista roba al pueblo de México, los casos de Pío López Obrador y la denuncia pública expuesta por Jaime Cárdenas exdirector del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, son solo dos botones de muestra que así lo revelan. Y si de traiciones se trata habría que preguntarle a los tabasqueños inundados recientemente qué opinión tienen de la respuesta de AMLO ante la tragedia que viven, o a Porfirio Muñoz Ledo quien infructuosamente intentó ser presidente del partido morenista. AMLO y su gobierno mienten, roban y traicionan sin rubor alguno.
Ni hablar de la atención y promoción del empleo, del apoyo a la educación, la ciencia, la cultura, el arte y el deporte, de la obra pública para mejorar las condiciones de vida de millones de mexicanos o de los apoyos a los obreros y campesinos. La situación actual no es nada alentadora, ya que no se ve una clara intención del gobierno por beneficiar a los sectores que realmente lo necesitan, como el caso de Tabasco, donde por propia boca del Ejecutivo federal, dijo que él mismo decidió inundar esa parte baja del estado sin implementar un plan de acción para antes, durante y después de la catástrofe. AMLO a toda costa y a como dé lugar solo piensa en sus muy famosas obras faraónicas y en los programas electoreros de asignación monetaria directa para continuar manteniéndose en el poder. Queda claro que el pueblo pobre de México le importa un bledo.
No se está beneficiando a los millones de mexicanos que sufren algún tipo de pobreza, los mexicanos no queremos limosnas, los mexicanos merecemos más y mejores empleos, una mejor atención de salud, escuelas, servicios públicos como luz, agua potable, drenajes, calles pavimentadas, etc.; por el contrario, el dinero que debería invertirse en obra publica, en salud o en seguridad, se lo gasta en jóvenes que ni estudian ni trabajan o en obras faraónicas en momentos donde se requiere mayor atención en la salud, pues la muerte de más de 100 mil mexicanos es a todas luces un crimen de lesa humanidad.
Debemos detener la arbitrariedad y el mal gobierno de AMLO. Es momento de reconocer que, bajo la conducción del morenismo, México no progresará; debemos hacer consciencia de que nuestro país tiene todo para ser un modelo de nación en todos los aspectos. Es momento de ser críticos, de reflexionar que la cuarta transformación solo es un falso espejismo, que, a dos años de gobierno, pasamos del sartén a la lumbre; pero es momento de revertirlo, participando activamente en las elecciones del 2021 para quitarle a morena la mayoría en el Congreso de la Unión, para que exista un verdadero equilibrio de poderes que frene el actual autoritarismo del Ejecutivo y, en consecuencia, para que en nuestro país se practique una verdadera democracia.
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