En la filosofía del siglo XX estuvo de manera persistente la pregunta por la otredad. Ese cuestionamiento considera una contemplación reflexiva de la realidad, observa la naturaleza externa al ser humano que ha sido denominado Ser-Otro.
Así, el pensamiento se diferencia en sí mismo: tanto en su interior, a través de la reflexión, como hacia su exterior, al preguntar por el Ser-Otro. Las reflexiones y los cuestionamientos contienen negaciones en tanto que cuestionan lo dado; es decir, que cuestionan o niegan lo existente más allá de la conciencia humana.
Gustavo Leyva afirma que la pregunta por la otredad se presenta de modo necesario e implica desasosiego. El desasosiego se da al estudiar la otredad y descubrir, por ejemplo, la pérdida de lo divino, que fue explicada de forma precisa por Nietzsche."Es este mismo desasosiego ante lo otro de la razón, ante las figuras de la alteridad, el que parece expresarse tanto en el pensamiento de Nietzsche como en el de Freud. Uno y otro parecen estar animados por la convicción de que el sujeto y la razón no existen ni pueden ser comprendidos sin su constante remisión a lo otro, a una otredad constitutiva que aparece en diversas formas, sea como naturaleza, sea como cuerpo, como fantasía o como deseo, que expresan una presencia inasible o una ausencia radical con las que ha solido caracterizarse también a lo sagrado".[1]
La filosofía en México enfrentó también el desasosiego. Una de las filosofías que se ocupó del asunto fue desarrollada por Ramón Xirau.
Ramón Xirau se aproxima a la poesía de manera directa para después conducir a las reflexiones filosóficas. A partir de poemas conduce a reflexiones filosóficas, como las nociones del tiempo y la presencia en la vida. Para Xirau, la vida es concebida como un no vivir o como un desvivirse, de aquí surge el desasosiego. "Pasado absoluto, futuro absoluto; ausencia del presente. Pero ni tan sólo el pasado tiene sentido, pues la fuerza mortal del futuro lo absorbe y lo nulifica. Pues el pasado es el imposible radical, mientras que el futuro forma aún parte de nuestra posibilidad".[2]
Este poema analiza las relaciones entre tiempo y presencia en la vida humana, relación imposible de aprehender lógicamente y muy difícil de concebir a través de la filosofía debido a que se refiere a momentos evanescentes, instantes que se diluyen en una suerte de futurizaciones. Xirau afirma, siguiendo a San Agustín, que el tiempo no discurre sino que sólo ocurre. El ocurrir son puras sucesiones heterogéneas, el ocurrir es la presencia.
El filósofo desentraña los significados del tiempo con la poesía. El arte poética ofrece, entonces, un remedio al desasosiego. Xirau recurre a Paul Éluard para ofrecer la clave de la comprensión de la presencia y del tiempo. A través de su poesía expresa las características fundamentales de dichos conceptos que son: coordinación, fusión, unidad y diferencia. Los versos rezan del siguiente modo: “Y así el círculo más apartado, más tenuemente dibujado en la superficie de las aguas, participa en su origen y solamente en él encuentra su sentido”.[3] Estas líneas nos instalan en el espacio descubriendo así la presencia. Estar es presencia. La presencia radica en nuestra estancia vital en el mundo, con tiempos específicos. "La reflexión ofrecida por Xirau acerca del “estar”, la “estancia”, la presencia, muestra de este modo que los seres humanos somos en último análisis seres tejidos de tiempo y que nuestra estancia en el mundo se da no en el transcurso sino en la ocurrencia del tiempo".[4]
Con la poesía advierte Xirau cómo es que el ser humano vive y, en este sentido, poesía y filosofía coinciden. La coincidencia se da en cuanto aparecen cuestionamientos trascendentales sobre la realidad.
*Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales
[1] Leyva, G., Historia de la filosofía en el siglo XX, México: Fondo de Cultura Económica, p. 640.
[2] Ibíd., p. 664.
[3] Ibíd ., p. 667.
[4] Ibíd ., p. 669.
Bibliografía
Leyva, G. La filosofía en México en el siglo XX. Ciudad de México, México: Fondo
de Cultura Económica, 2018.
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