En la actualidad parece exigírsele a la filosofía que dé cuenta de su necesidad. Es verdad que tal ejercicio no le es ajeno al pensamiento filosófico, pues es condición misma del pensar reflexionar sobre la necesidad de la reflexión misma y encontrar alguna luz en este ejercicio que aclare los problemas profundos que hemos arrastrado desde que la humanidad inició su recorrido por la historia, y donde inició, por tanto, la historia del pensamiento.
Sin embargo, en un mundo regido por la lógica del capital, el conocimiento considerado como necesario es aquel que asiste al propósito de nuestros tiempos; así, en la actualidad, el conocimiento necesario es aquel que permite obtener la máxima ganancia. El conocimiento filosófico queda relegado a segundo plano, por lo menos en términos de utilidad práctica, en términos de qué tanto puede servir para valorizar el capital.
Ahora bien, la exigencia utilitarista se disfraza con otros ropajes que son más interesantes, en tanto que buscan darle un contenido real al desplazamiento de la filosofía por otras ramas del pensamiento; este otro ropaje es el de la oposición de la filosofía con la ciencia. En este sentido, la nulidad de la filosofía no sería su falta de utilidad para el capital, sino la nula creación de conocimiento científico, que las ciencias exactas o naturales ya han absorbido o suplantado los temas de la filosofía y que no vale seguir enfrascándose en temas viejos.
Pero esta concepción parte de una oposición entre filosofía y ciencia que el desarrollo del pensamiento ha demostrado que no es tan clara. La ciencia natural ¿de verdad puede abarcar todos los ámbitos del ser? ¿Puede decirnos exactamente cómo se comportan las cosas en todas sus dimensiones? ¿Es de verdad tan clara, tan exacta, incluso en aquello que ya es propiedad de sus investigaciones?
La filosofía de la ciencia como campo que reflexiona acerca de la actividad propia de la actividad científica es relativamente joven. Tuvo que desarrollarse lo suficiente la división entre la filosofía y la ciencia natural para que empezara la reflexión sobre las limitaciones entre una y otra, así como la discusión entre cuáles eran los campos propios de cada cual.
El pensador ruso Aleksandr Herzen menciona que la escisión entre la filosofía y la ciencia no se dio solamente por la especialización de algunas de las ramas del pensar que se fueron separando poco a poco del pensamiento propiamente filosófico, sino que correspondió a una época en donde se buscó una oposición entre un pensamiento imbuido de escolástica (propio de la Edad Media) y uno que diera cuenta del objeto real sin misticismos. Desde su punto de vista
… el antagonismo entre el empirismo y la especulación, entre las ciencias naturales y la filosofía, continúa subsistiendo. Para comprenderlo hay que recordar el tiempo en que las ciencias naturales se desgajaron de la filosofía; ocurrió en la época solemne y grandiosa del renacimiento de las ciencias, cuando el hombre, rejuvenecido, sintió de nuevo circular sangre caliente en sus venas y comenzó, con su pensamiento, a examinar y estudiar todo lo que le rodeaba. Las mentes prácticas y positivas de entonces miraron con indignación a la escolástica. Como ocurre siempre en las revoluciones, olvidaron todos sus méritos para no acordarse más que del pesado yugo que imponía al pensamiento; recordaron cómo éste, abatido por el peso, dócil y sumiso, se entregaba a ocupaciones formales y vacías, y este recuerdo les llevó a renegar, con odio, de la escolástica. (Herzen, 1968;38).
Aun tomando en cuenta la opinión de Herzen, esta no explica sino los prejuicios de la ciencia natural hacia la filosofía, pero no da cuenta de la especificidad de una y de otra y de por qué una debería ser tomada como mejor que la otra. Esto no puede ser de otra forma, Herzen abogará por una reunificación entre la especulación y el conocimiento empírico como condición de desarrollo para ambos.
Alan Luna es maestro en filosofía por la UAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
Bibliografía
Herzen, Alejandro (1968). “Cartas sobre el estudio de la naturaleza”, Ciencia Nueva, España.
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