MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Diez años en transporte público

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En el Valle de México el transporte es un problema que comparten todos los citadinos. En promedio, el 60% de las personas pasan 10 años de su vida en el transporte público; es decir, cuatro horas diarias para ir al trabajo y regresar al hogar, equivalente a 43 días enteros en un año, la mitad del tiempo que trabajan o la mitad de lo que duermen. Partiendo de que tienen que trabajar ocho horas, dormir ocho y viajar cuatro: ¿a qué hora leen, conviven con la familia, van al cine, al teatro?, ¿para qué alcanza el tiempo restante?  Prácticamente para nada de lo anterior, apenas si para reponer las fuerzas suficientes para emprender otra jornada de trabajo del día siguiente. 

Según datos de la encuesta “Estadística de transporte urbano de pasajeros de enero de 2022” del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 3.6 millones de personas viajan diariamente en transporte público en la Ciudad de México,108 millones por mes. El orden de los transportes más populares es: Metro, 70.6 millones; Metrobús, 23.6 millones; Red de Transporte de Pasajeros (RTP), 7.7 millones; trolebús, 4.3 millones, y Tren ligero, 1.4 millones.

La masa de trabajadores que se mueve diariamente sufre las consecuencias de un transporte desorganizado, ineficiente, sucio y obsoleto. Viajar durante cuatro horas en éste, es ir apretado “como sardinas en lata”. En cualquiera de los transportes públicos masivos es la misma situación. Es, en realidad, una forma de sufrimiento que casi todos los capitalinos, conocen. Los que tienen la “fortuna” de transportarse en automóvil propio viven las largas horas de tráfico por las vías congestionadas. Viajar en transporte público o privado es una actividad extenuante.

El viacrucis de viajar largas horas tiene su origen en la desorganización espacial de la ciudad; es decir: los centros de trabajo están muy lejos de las zonas de habitación de la mayoría de la clase trabajadora; además de ello, las redes de transporte público no están pensados para hacer más eficiente ese servicio. Esto crea una desiguldad que repercute en la calidad de vida de las personas, por ejemplo: el gasto en transporte público representa, para quienes provienen de la periferia de la ciudad, ocho de cada 100 pesos que ingresa, según la Semovi; pero para quienes se mueven dentro de la ciudad el gasto representa la mitad, cuatro de cada 100. Por el contrario, las personas de ingresos más altos y que viven en el centro de la Ciudad de México, reducen drásticamente el tiempo para transportarse. 

Las zonas periféricas del valle de México donde no hay suficiente infraestructura de transporte público son: el oriente, el norte y el nororiente, según una categorización que hizo la Semovi en 2020. A pesar de ello, como una medida de política pública, no existen planes del gobierno de la Ciudad de México o del Estado de México que de verdad ayuden a resolver el problema. Ni siquiera existe capacidad y voluntad para mejorar y mantener en estado funcional lo ya existente. No hay que olvidar el accidente de la Línea 12 del metro -donde no hubo sanciones que de verdad ayuden a prevenir futuros accidentes-, o los múltiples eventos que mostraron inundaciones o incidentes que retrasaban el servicio en casi toda la segunda mitad de 2021. 

A la de por sí dificil vida de los capitalinos para sobrevivir se suma la deplorable situación de viajar: invierten tiempo y dinero que los obliga a ir al límite para vivir. Es necesario pues, redefinir la forma en cómo funciona el transporte público en la Ciudad de México pensando en la movilidad de los marginados. Y los marginados de la urbe deden tener en cuenta, seriamente, que los cambios no se dan por voluntad de las autoridades, sino por exigencia de a quienes les atañe el problema.

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