En mi colaboración pasada traté de destacar a mis compañeros antorchistas y probables lectores lo perjudicial que es la actitud del Gobierno actual en el gasto público, y puntualicé que la llamada “Cuarta Transformación” (“4T”): cobró más impuestos a los más pobres; se gastó el dinero de los mexicanos más en los ricos y menos en los pobres.
Asimismo, abusó del gasto en infraestructura, pues nuestro dinero lo gastó más en infraestructura económica, la que favorece más a los ricos, mientras la infraestructura social, que sí favorece a los más pobres, es decir, escuelas, hospitales, obras de servicio tales como agua potable, pavimento de calles, vivienda popular, etcétera, la redujo casi a cero.
A la “4T” no le interesa el país, no le interesan los pobres, no le interesa perjudicarlos ni perjudicar al país, sino ganar las elecciones, para quedarse en el poder y sus privilegios.
El gasto se concentró en las obras emblemáticas, y recortó gastos y programas que antes favorecían a todos, sobre todo a los más pobres, lo que, al decir de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, continuará durante su gestión.
No es mi interpretación; es lo que la futura mandataria dice: “daré continuidad a la política del presidente Andrés Manuel López Obrador”, y su discurso viene acompañado de frases que pudieran parecer motivadoras y prometedoras: “Construir el segundo piso de la transformación”, “Sigamos Haciendo Historia”, “Amo a mi patria y amo a mi pueblo. Vamos a seguir haciendo política con amor, no con odio. No les voy a traicionar, voy a estar a la altura de las circunstancias, vamos a seguir haciendo de México el mejor país del mundo”, como si en verdad la “4T” estuviese mejorando a México.
Pero más allá de las frases, los mexicanos necesitamos y debemos exigir resultados que nos lleven, en los hechos y no en los discursos, a ser un mejor país, si no el mejor del mundo, por lo menos mejor que el que hoy tenemos.
Aunque ni usted ni yo seamos especialistas económicos ni analistas políticos, debemos aprender a interpretar los discursos, las palabras bonitas, de quienes necesitan nuestro voto, contrastarlos con los resultados, y detectar así las verdaderas intenciones.
Para ello, debemos tener una idea de qué es lo que necesitamos, de manera que podamos ver bien si nos lo ofrecen ellos y si no, pensar cómo sí conseguirlo.
No nos extrañe que los más abrumados por la necesidad, vendan su derecho ciudadano a cambio de un beneficio inmediato, aún entendiendo que lo hacen, y sabiendo que no sólo se venden ellos, sino que están vendiendo al país.
Pero otros no lo ven y creen sinceramente en esos discursos, o creen que las entregas de dinero son prueba de que este sí es un buen Gobierno. A todos les debemos presentar la verdad descarnada.
Por eso destaqué que lo que hizo la “4T” fue jalar la cobija para un lado descobijando otro, precisamente a los más pobres, pues, expliqué, las entregas de dinero fueron posibles solo cancelando muchos otros gastos, de los que sí benefician a los pobres, destacadamente la infraestructura social.
Esto es: nos quitó a los pobres, desvió el dinero para gastarlo principalmente en sus obras para los ricos llenas de corrupción, un gasto social que favorece también a los ricos, aunque un poco lo haya convertido en entregas de dinero, parte que es mucho menor comparada con lo que dejó de hacer, con lo que nos quitó. Es un mal gasto.
En el ingreso, la “4T” empeora la cosa. Como no quiere cobrar más impuestos a los más ricos, les carga la mano a los pobres: “los ingresos tributarios del sector público durante los primeros cuatro meses del año sumaron 1 billón 768 mil 311.6 millones de pesos: crecieron 5.6 % real, respecto a 2023”. Pero “destacó la baja del ISR (impuesto para los ricos) en 1.5 %. En contraste, el IVA (impuesto para los pobres) creció en 4.8 por ciento real de enero a abril”, explica la Secretaría de Hacienda.
En cambio, los ingresos petroleros se desplomaron 31.9 por ciento. Así, el espacio fiscal, es decir lo que después de pagar el costo financiero de la deuda y las pensiones, queda para hacer política pública, se redujo de 2017 a 2024, de manera que, al primer trimestre de 2024, fue el más bajo que se tiene para un periodo similar en las últimas dos décadas.
La diferencia entre el menor ingreso y el mayor egreso, lo que se llama “déficit fiscal” cuando se gasta más de lo que ingresa, ha sido mayor con la “4T”, pues pasó del 1.0 % en 2017 al 5.9 en 2024. ¿Cómo le hicieron para gastar si se redujo el dinero?
Adquirir nuevas deudas, las cuales incrementarán en los siguientes años el costo financiero, volverán a reducir más el espacio fiscal y la posibilidad de “gastar”, por lo que, nuevamente, sólo podrán seguir adelante con las entregas de dinero, recortando otros programas (¡ya no se puede más!), endeudando más al país, y volviendo esto no sólo un círculo vicioso, sino una bomba de tiempo que terminará metiendo al país en una crisis en la que los que más vamos a sufrir somos los pobres. ¿Lo saben los corruptos de la “4T”? Si no ellos, sus asesores sí.
¿Por qué se hace ese mal manejo de las finanzas? Porque si la “4T” empieza a recortar las entregas de dinero, la gente dejará de votar por ellos. Vea usted, amable lector, en qué período se incrementó este sucio y pernicioso juego de gastar lo que no se tiene, endeudando a los mexicanos:
“En la víspera de las elecciones 2024, el Gobierno de México se ‘aflojó el cinturón’ al elevar el gasto programable total del sector público en 24.2 por ciento anual en los primeros cuatro meses de 2024, a 2 billones 166 mil 794.6 millones de pesos, lo que contribuyó a un aumento casi al triple del déficit fiscal” (El Financiero, mayo 30).
Esto demuestra a la “4T” no le interesa el país, no le interesan los pobres, no le interesa perjudicarlos ni perjudicar al país, sino ganar las elecciones, para quedarse en el poder y sus privilegios, al fin que están seguros de que al pueblo lo pueden seguir engañando.
No podemos saber cómo se está proponiendo el ingreso y el egreso en 2025, pues será hasta que el Gobierno presente el que llaman “Paquete fiscal”, en el que proponen cuánto va a ingresar (y de dónde) así como de qué modo se va a gastar, aunque ya hay algunos adelantos, en el documento “Los Pre-Criterios Generales de Política Económica 2025” que ya fue publicado, y en los discursos de la presidenta electa, incluidos los “100 pasos para la transformación”, en los que vemos que, en efecto, no va a hacer algo distinto.
El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF 2025) lo puede y debe modificar el poder legislativo, pero ya vimos que los diputados de Morena y aliados son levantadedos y solamente aprueban sin modificar ni una coma lo que les propone el Ejecutivo; ¡en estas manos estamos gracias a la “votación” que les volvió a dar manga ancha para decidir! ¿Ya ven, los que se vendieron, que no solo se vendieron ustedes, sino a todo el país?
¿Qué se debería hacer?, ¿qué propone Antorcha? Eso lo trataré en una colaboración próxima, pero adelantaré que sí sabemos qué hacer y sabemos que sí se puede. Señalaré solamente estos puntos básicos: No se deben desaparecer los programas de entregas de dinero, sino que seguirán, pero volviendo a hacer la infraestructura social que hoy no se hace.
Eso requiere mayores ingresos, no jalar la cobija para un lado, sino hacer crecer la cobija. Y eso requiere cobrar más impuestos, pero no a los pobres, como hace la “4T”, sino a los más ricos. Todo esto, según dice en sus discursos la presidenta, aunque los acompañe de palabras motivadoras, no lo va a hacer.
Lo puede hacer solamente el pueblo, pero debe estar en el poder de la Presidencia.
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