Morena no es lo que dice su principal líder. Las grandes tragedias por las que está atravesando el país así lo demuestran. Fuera de sus peroratas mañaneras en las cuales sólo describe el mundo, según el presidente Andrés Manuel López Obrador, y que obviamente se refiere a la descripción surrealista de México, es completamente diferente o hasta diametralmente opuesto.
Al día de hoy, nuestro pueblo está pasando por dos grandes desgracias, permitiendo contemplar la verdadera cara, la esencia de la política lopezobradorista. En primer lugar, y por orden de aparición, se encuentra la pandemia por covid-19 que ha atacado al mundo y que ha causado tantas muertes en todos los países, entre ellos México.
En los Estados Unidos hasta el 23 de noviembre se habían registrado por covid-19, 262.757 muertes; en Brasil, país que ocupa el segundo lugar con 169.213; la India con 134.088; México quien se ubica en la cuarta posición con 101.1176 defunciones; Reino Unido se encuentra en quinto con 55 mil óbitos; Italia en el sexto con 50.453 decesos; así como tres territorios más cuyo número oscila alrededor de 40 y 50 mil: Francia, Irán y España; cinco países entre el rango de 30 a 40 mil fallecimientos: Argentina, Rusia, Perú, Colombia y Sudáfrica; y por último, 11 naciones ubicados en los 10 y 20 mil fallecidos: 7 europeos, 2 Latinoamericanos y 2 asiáticos. Estas 25 regiones concentran el 85% de las pérdidas humanas por coronavirus SARS-CoV-2 en todo el mundo. Los fallecimientos en México representan el 7.12% del total mundial que asciende a 1.42 millones.
Los primeros lugares los ocupan países cuyos líderes desoyeron o le restaron importancia a las recomendaciones hechas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reducir las infecciones y por ende los fallecimientos. Por ejemplo, simplemente ignoraron la aplicación masiva de las pruebas y apostaron a tratamientos que habían sido útiles en el control de otras enfermedades; sin embargo, la covid-19 es un virus patógeno nuevo; aun así, se obstinaron en aplicar métodos inadecuados para contenerlo. También mantuvieron una actividad y actitud indiferente, a pesar de saber de la agresividad y la letalidad de esta variante de coronavirus. Llamaron a la población a salir, a no preocuparse, y a volver al trabajo, cuando aún no se garantizaba la salud de las personas. O bien, hasta en cuestiones elementales a fin de disminuir el número de contagios como es el uso del cubrebocas, al menos en nuestro país, es la hora en que los mandatarios no se ponen de acuerdo en la utilidad de la mascarilla, cayendo en el chacoteo.
Por otro lado, el capital asignado por naciones a fin de contener la pandemia y ayudar a sus habitantes son de diferente magnitud lo que ha provocado que en donde más dinero han gastado, los daños sean menores. Veamos, mientras en Japón y Luxemburgo han destinado el 20% del Producto Interno Bruto (PIB), en Bélgica el 19%, Eslovenia 17%, en Austria el 15% e Irán gastó el 13% de su PIB, en el otro extremo hay grupos de países que han invertido cantidades simbólicas de recursos, entre ellos están Colombia y Honduras con el 2% de su PIB, y México, prácticamente en el último lugar, aplica sólo el 1% del PIB para combatir la covid-19. El promedio mundial es de 3.7%, muy por arriba de lo aplicado por el Gobierno de la Cuarta Transformación que ha dejado a su suerte al pueblo mexicano en esta pandemia. Hay territorios en el globo que son muy pobres y que invierten una cantidad razonable para proteger a su población, pero en el caso de México, que es la quinceava economía del mundo, no es así. Asimismo, los contagios y fallecimientos lo demuestran.
La alocución triunfalista y con exceso de optimismo del Gobierno de la República simplemente están muy lejos de la realidad, por si fuera poco, en los últimos días la pandemia ha recobrado nuevos ímpetus y por ende ha incrementado el número de contagios y las defunciones. ¿Y dónde está el apoyo hacia el pueblo por parte de las autoridades? En los discursos, sólo en las arengas, tanto de López Obrador como de López-Gatell que a diario justifican su nulo accionar ante tan gran desgracia para la población. Insisten, machaconamente, en que todo va muy bien; mienten y engañan con relación a la evolución de la endemia en nuestro país y en lo relativo a los recursos a fin de combatirlo. Echan a andar campañas que adjudican los resultados fatales del virus, a la ciudadanía "que se niega a cuidarse”. El asunto es salir lo mejor librados de la tragedia que padece la sociedad. Al régimen únicamente le interesa su popularidad con miras a las próximas elecciones.
Mientras en Tabasco se vive otra gran tragedia, en la que más de 300 mil habitantes de aquel estado han permanecido bajo el agua durante un largo tiempo, cuyas escenas verdaderamente dramáticas se han podido observar a través de los medios y de las redes sociales, que debieran conmocionar al más insensible de los mexicanos: padres con sus hijos por arriba de la cabeza para evitar que se ahoguen, personas desesperadas tratando de rescatar sus humildes enseres de la casa, otros desesperados por no tener que comer, refugiados en las plantas altas de sus viviendas o de plano contemplar con horror el derrumbamiento de sus hogares que ceden por el exceso de humedad en las paredes, todo esto y más les pasa a nuestros compatriotas tabasqueños y sin embargo, el Gobierno de la Cuarta Transformación, el primer obligado en socorrer a los damnificados, ni se inmuta.
López Obrador se ha mostrado indolente y negligente a mas no poder, rebasando los límites. Ha cometido una negligencia criminal al provocar las inundaciones de las zonas indígenas y pobres a fin de evitar la anegación de la ciudad capital, ¿acaso se preocupó por avisar a las áreas inundadas del peligro que corrían por el desfogue de la presa Peñitas? Simplemente tomó la decisión de inundarlos y ya; una vez tomada, ¿cuál ha sido su reacción para socorrer al gran número de habitantes que están sufriendo por el alto nivel del agua que llega a cubrir sus viviendas y que destruyó todos sus enseres? Hacer censos de manera facciosa para entregar "apoyos&rdquo, que poco o nada ayudarán a mitigar el sufrimiento de los damnificados. Pero además, al Gobierno de Morena le molesta que los perjudicados reclamen apoyo, "llegarán cuando los capitostes lo decidan&rdquo, así se interpreta su accionar, pues lo han expuesto un grupo de vecinos de la comunidad de Simón Sarlat del municipio de Centla quienes en dos ocasiones bloquearon -entre octubre y noviembre- una vialidad para exigir apoyos por los daños ocasionados por el desbordamiento, la respuesta, el desalojo a garrotazos por parte de policías antimotines.
Este es el Gobierno que a diario repite que va a construir una nueva nación, donde los bienes del pueblo se apliquen limpiamente, sin corrupción, a fin de resolver los problemas de la gente; "nosotros somos diferentes” dice hasta el cansancio el mandatario federal. Pues aquí tenemos dos tragedias que están sufriendo los mexicanos y ni por asomo, se ven los recursos impolutos, de esos que ha ahorrado en su cruzada contra la corruptela; no se ve por ningún lado un proyecto que verdaderamente esté en favor de las personas. La Cuarta Transformación ha removido todo lo que estaba mal para agudizarlo. Dígase lo que se diga, lo cierto es que esta administración es la peor desgracia que le ha ocurrido a México.
Por lo pronto, el antorchismo nacional, consecuente y congruente entre lo que dice y lo que hace, ha iniciado una campaña en toda la República a fin de recolectar víveres, ropa y medicamentos para socorrer a los que hoy sufren y padecen, sin dejar de insistir en que el pueblo exija que el Gobierno federal aplique recursos necesarios para atenuar el sufrimiento de los damnificados y prevenir todas estas desgracias que se ceban sobre mexicanos inermes. ¡Hoy por ti, mañana por mí!
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