MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El camino de la guerra total

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La noción de guerra total nació con las Guerras Mundiales (1914-1945). Fue considerada primero en las obras homónimas del político francés Léon Daudet, La guerre totale (1918), y del general alemán Erich Ludendorff, Der Totale Krieg (1936).

Daudet concebía como total la Gran Guerra de 1914 porque implicó para cada estado participante “la extensión de la lucha, en sus fases agudas como en sus fases crónicas, sobre los dominios político, económico, comercial, industrial, intelectual, jurídico y financiero”. Ya no se batían únicamente ejércitos profesionales enemigos, sino también “las tradiciones, las instituciones, las costumbres, los códigos, los espíritus y sobre todo los bancos”.

Ludendorff no difería de esa opinión, aunque puntualizaba que la nueva guerra se nutría de una fusión de los pueblos con sus ejércitos, cuyo objetivo consistía en someter a enemigos combatientes y civiles mediante el ejercicio de una violencia ilimitada, abrumadora y desmoralizante. Se trataba, decía, de un conflicto de “ojo por ojo, diente por diente”, que reunía todos los recursos existentes para pelear por “la conservación de la vida de un pueblo”.

Y así fueron precisamente las Guerras Mundiales: todos los organismos de ideologización (periódicos, panfletos, radiodifusoras), los hombres y las mujeres, los complejos industriales, los bancos y los instrumentos de destrucción de cada país participaron en los esfuerzos bélicos de sus gobiernos. Los estados imperiales combatientes de 1914 y 1940 (Inglaterra, Francia, Japón, Italia, Austria-Hungría, Estados Unidos) lucharon para imponer con destrucción su voluntad sobre los demás pueblos. Pero también hubo casos excepcionales en que las sociedades se unieron con sus ejércitos para defender de hecho su derecho a la existencia, por ejemplo, la gran Guerra Patria de la Unión Soviética contra los nazis y la sangrienta guerra que libró China para sacar de su tierra al imperialismo japonés.

Ese periodo de violencias, sin par, terminó en 1945. En 1991 cayó la Unión Soviética, y Estados Unidos (EE. UU.) anunció una época de prosperidad sin guerras, de respeto a la soberanía de las naciones, en que la riqueza llegaría a todo el mundo con la expansión sin fronteras de su modelo económico, el capitalismo neoliberal.

Sin embargo, el mundo neoliberal es más desigual que el mundo de ayer, las guerras han sido imparables en los últimos 30 años; las únicas fronteras que han desaparecido son las de los países pobres o desprotegidos, que se abren por la fuerza para las mercancías extranjeras de las grandes potencias. Se ha consolidado por las armas el dominio yanqui: tiene decidido el exterminio de cualquiera que se atreva a levantar la voz contra su hegemonía, por eso su objetivo actual es destruir a los rusos y los chinos, quienes proponen la necesidad de un mundo multipolar, sin el imperio mundial estadounidense.

La Unión Americana quiere someter a esos pueblos, desmembrar sus territorios y apoderarse de sus riquezas, de ahí se desprende la enorme inversión de billones de dólares, la inyección múltiples recursos militares y la cero diplomacia del gobierno de Joseph Biden y de sus aliados occidentales en los conflictos de Ucrania y Taiwán. Esta política sólo se puede entender en un sentido: avanzamos aceleradamente por el camino de una nueva guerra total de eliminación absoluta del enemigo.

Para esterilizar la agresión, los gobiernos en peligro se entienden. Vladimir Putin y Xi Jinping han conversado sobre la crisis actual en varias ocasiones. Además, cada cual por su parte proyecta vías de fusión y entendimiento entre sus pueblos y sus ejércitos, y prepara los dispositivos de destrucción a su alcance para luchar por la existencia. Hacia esta dirección se orientó, por ejemplo, el presidente Putin cuando declaró ante los medios de comunicación la movilización parcial de Rusia. Es una medida necesaria, dijo, para “defender la Patria, su soberanía e integridad territorial” y advirtió que están dispuestos a emplear “todos los medios disponibles” para defender a su país –esto incluye el vasto arsenal nuclear de la Federación Rusa– (Russia Today, 21 de septiembre de 2022).

Por su parte, su homólogo chino está decidiendo en el mismo sentido, por eso ya “solicitó a las fuerzas armadas de su país que se preparen para la guerra” (voltairenet.org, 22 de septiembre de 2022). Los recursos de estas sociedades amenazadas se están reuniendo para resistir la guerra de exterminio preparada por el feroz imperialismo yanqui para seguir dominando el mundo. Y aunque “No es un bluff”, como dijo Putin, Biden y sus aliados no se detienen.

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