La pobreza en México es un problema sistémico que requiere soluciones integrales, no parches ni dádivas paternalistas. Desafortunadamente, el actual gobierno de Morena y su representante en Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, insisten en aplicar las mismas recetas populistas que históricamente han demostrado su ineficacia.
Durante décadas, los políticos mexicanos se han acostumbrado a utilizar la pobreza como capital electoral. En cada campaña es común ver a candidatos paseándose por las zonas marginales, abrazando niños, prometiendo el fin de la pobreza si llegan al poder. Una vez electos, estas promesas se esfuman y la situación permanece inalterada o incluso empeora.
Este modus operandi ha permeado en todos los partidos, pero Morena lo ha llevado a nuevas alturas al erigirse como el supuesto abanderado de las clases desposeídas. Andrés Manuel López Obrador conquistó la presidencia vendiendo la idea de que, con su llegada, los beneficiados serían los pobres. Cuatro años después, la realidad es muy distinta: los niveles de pobreza y pobreza extrema siguen incrementándose.
Más allá de la retórica y los subsidios, el Gobierno de AMLO no ha logrado atacar las causas estructurales que perpetúan la desigualdad en el país. Problemas como el limitado acceso a la educación de calidad, la deficiencia en los servicios de salud, la carencia de infraestructura básica y la falta de oportunidades laborales dignas prevalecen sin una estrategia clara para erradicarlos.
Evelyn Salgado Pineda ha seguido esta misma ruta en Guerrero. Al igual que su padre, el controvertido Félix Salgado Macedonio, ha utilizado el discurso "propueblo" para encubrir la ausencia de políticas públicas efectivas para mejorar las condiciones de los guerrerenses.
Es indispensable dejar atrás el paternalismo, la corrupción y la simulación que han caracterizado a gobiernos como el de Evelyn Salgado y Morena.
Un caso emblemático es la desatención gubernamental tras el paso del huracán “Otis” y la sequía que devastaron Acapulco y al campo guerrerense. A dos meses de la tragedia, los sectores más golpeados como el turismo siguen sumidos en la incertidumbre y la precariedad.
Los insuficientes apoyos de 8 o 35 mil pesos no resuelven el problema de miles de familias que lo perdieron todo. Tampoco existen planes integrales de recuperación económica o generación de empleos dignos, aunque el presidente de la república diga lo contrario con su estrategia de veinte puntos; la ayuda tardía e incompleta refleja la indolencia e ineptitud de las autoridades de Guerrero.
Ante esta situación, los guerrerenses están hartos de abrazos y promesas huecas. Requieren hechos concretos y recursos suficientes para reconstruir sus vidas. También urge reestructurar el sistema de salud, restablecer los servicios básicos en comunidades marginadas y diseñar una estrategia de desarrollo productivo incluyente para rescatar al campo.
Guerrero necesita un proyecto que realmente priorice las necesidades populares, no los intereses políticos. Y para ello es indispensable dejar atrás el paternalismo, la corrupción y la simulación que han caracterizado a gobiernos como el de Evelyn Salgado y Morena.
Los guerrerenses merecen autoridades honestas, capaces y comprometidas con el bienestar colectivo. Es hora de que la población se organice, se eduque y luche unida por el futuro que se merece. El Movimiento Antorchista Nacional es la única organización que durante casi 50 años se ha preocupado por el pueblo humilde y trabajador, somos la única organización que tiene unas verdaderas propuestas para la emancipación de los más pobres de Guerrero y del país entero.
En las próximas elecciones, los guerrerenses deben analizar a conciencia su voto. No basta con discursos bonitos ni dádivas fáciles; urge un proyecto serio que entienda que la pobreza no se combate con limosnas, sino con trabajo digno y oportunidades de progreso real para las mayorías. Es momento de exigir hechos, y no conformarse con palabras.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario