Según Cecilia Barría, periodista que cubre la región de América Latina para la BBC News, el “nearshoring” es la expresión en inglés usada para referirse a la estrategia de las empresas para fabricar más cerca del mercado donde venden sus productos. Por su parte, Esmeralda Lázaro, de El Economista sostiene que, el nearshoring, consiste en mudar las fábricas del país de origen a uno cercano en el que todo sea más barato: el salario de los obreros, la electricidad y los combustibles, los insumos y hasta los impuestos. Mientras que para José Ávila Muñoz, de Grupo Expansión, el nearshoring es la estrategia con la que una empresa busca mover parte de su producción para estar más cerca de su destino final.
Con la estrategia del nearshoring, se busca evitar interrupciones en la producción, como ocurrió con la pandemia de la covid-19 o la guerra arancelaria contra China, emprendida por Donald Trump. Tras esta interrupción, las grandes empresas buscan las formas de afrontar estos acontecimientos adversos acorde a sus intereses, adaptarse a las nuevas circunstancias fortaleciendo sus capitales y buscan cadenas de producción más cortas, todo con la intención de mantenerse en operaciones siempre.
Durante décadas atrás, la tendencia fue el offshoring, es decir, llevarse las fábricas al continente asiático a China, Malasia, India y Vietnam para producir más barato, ahora con el nearshoring se está emprendiendo el regreso de las industrias y manufacturas hacia zonas geográficas más cercanas al mayor mercado del mundo, Estados Unidos.
Y la llave de esa puerta la tiene México: “la gran mayoría de las empresas está agregando nuevas líneas de producción en México para diversificarse desde Asia”, sostiene Carlos Capistran, economista del Bank of America.
México se ha vuelto atractivo para instalar la manufactura proveniente de Asia por la cercanía geográfica de con Estados Unidos, el bajo costo de la mano de obra y de la tierra, la guerra comercial entre Washington y Pekín, y las ventajas del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que entró en vigencia en 2020.
Francisco González, presidente de la industria Nacional de Autopartes (INA), comenta para BBC Mundo que estamos viendo cómo avanza la relocalización: solo en el último año trasladaron sus operaciones de manufactura a México cerca de 70 plantas del sector automotriz”. Dijo también que hay compañías españolas, suizas, alemanas, estadounidenses y de otras partes del mundo que, en muchos casos, continúan funcionando en la región asiática, pero al mismo tiempo, están relocalizando o ampliando su manufactura en México para vender en el mercado de Estados Unidos.
Cuando Donald Trump le impuso aranceles de hasta 25% a las importaciones provenientes de China, en 2018, muchas empresas buscaron la manera de reemplazar el “Made in China” por el “Made in México”. ¿Por qué voy a pagar 25% en impuestos para entrar al mercado estadounidense si puedo fabricar en México y exportar mis productos desde ese país sin pagar aranceles? Se preguntaron muchas firmas extranjeras que tenían concentradas toda su manufactura en el gigante asiático e iniciaron el nearshoring (proceso de relocalización en México).
Durante la pandemia de covid-19, el T-MEC facilitó el flujo de productos entre México, Canadá y Estados Unidos, debido a que se interrumpieron las cadenas de suministro generando un gigantesco aumento del costo del transporte marítimo y tiempo de espera para recibir los productos desde China, lo que también impulsó el nearshoring en nuestro país.
A estos dos hechos hay que agregar el conflicto entre Rusia y Ucrania, en febrero de 2022, que dejó en evidencia el peligro de depender de proveedores energéticos que se encuentren en países lejanos que hacen complejo el comercio exterior, agravado por la campaña de sanciones económicas promovidas por Estados Unidos en contra de Rusia.
Alan Russell, cofundador y director ejecutivo de Tecma, una firma que lleva 36 años relocalizando manufactura de grandes empresas en México, dice que sus clientes ya no están dispuestos a depender de suministros provenientes de China para vender el mercado estadounidense debido a que las empresas que manufacturan en Estados Unidos tienen escasez de trabajadores, lo que implica pagar mayores salarios, mientras que en México existe fuerza laboral abundante y de bajo costo. Aunque la relocalización de fábricas lleva varios años, “el aumento récord de la migración de manufactura hacia México comenzó después de la pandemia”.
El mexicano César Santos Cantú, en alianza con dos grupos empresariales chinos, Holley Group y Futong Group, construyeron un gigantesco parque industrial en 850 hectáreas en Monterrey, a 220 kilómetros de Texas, en la frontera con Estados Unidos. El parque fue llamado Hofusan y a partir de 2018 comenzaron a rentar espacios a empresas chinas interesadas en el nearshoring para fabricar sus productos más cerca del mercado estadounidense. Este parque alberga a empresas chinas que se relocalizaron en México y actualmente operan 21 compañías y están en negociaciones con empresas estadounidenses e italianas para que trasladen su manufactura. Es un boom industrial, afirma en diálogo con BBC Mundo, Santos Cantú.
Las razones del nearshoring a México, dice el empresario, son que tanto la tierra como la mano de obra tienen un costo accesible para las empresas asiáticas, dado que los salarios han subido en China. Y es que según un estudio de la firma internacional CBRE Research, la demanda por relocalización de fábricas en México entre enero y septiembre del 2022 vino principalmente de China, seguido por Estados Unidos, Japón, Alemania y Corea del Sur.
Por otra parte, BBC News Mundo, sostiene que el Gobierno mexicano no cuenta con una radiografía a nivel nacional sobre la magnitud y los efectos del nearshoring en el país, por lo que hay datos oficiales sobre el monto de inversiones, ni el número de empresas que se han relocalizado, ni el impacto que ha tenido en el crecimiento económico o la generación de empleo.
Además, sostiene que las empresas que quieren invertir en México enfrentan obstáculos como la falta de energía eléctrica, de modernización de la infraestructura de transmisión y distribución, la escasez de agua, el poder de las organizaciones criminales en varias zonas del país y el que muchas empresas tengan que seguir importando partes y componentes desde Asia.
Pese a los inconvenientes la migración de manufactura hacia México va a continuar. El nearshoring es una gran ola que seguirá creciendo. Así se explica la llegada de Tesla a México, que encontró en nuestro país un paraíso en materia fiscal, lo mismo que la BMW, que invirtió en su planta de San Luis Potosí, más de 800 millones de euros para un centro de manufacturas de baterías que utilizará para la fabricación de vehículos eléctricos a partir del 2027.
Por su parte, el economista mexicano, Enrique Quintana se pregunta: ¿de qué tamaño será el efecto positivo que el nearshoring traerá a la economía mexicana? Y se responde, “el potencial que finalmente se realice a nivel nacional dependerá de las estrategias que desplieguen tanto el Gobierno federal como los de los estados”. Se pregunta también: ¿cuánto puede hacerse para ello en este sexenio y cuánto quedará como tarea para el siguiente? El tiempo tiene las respuestas
Las empresas buscan mayores ganancias y no es el altruismo lo que las motiva a mudarse a un país en vías de desarrollo, como es México. Hay que observar el efecto del crecimiento de la economía y estar atentos al mejoramiento de las condiciones de vida de las clases trabajadoras y que no siga el crecimiento del número de pobres en México como hasta ahora. De seguir creciendo la desigualdad y la pobreza, el nearshoring será una estrategia más del capital internacional para explotar en forma más intensiva y brutal a los obreros y acabar con los recursos naturales del país, en detrimento del medio ambiente.
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