La madrugada del 14 de noviembre, se avaló el Presupuesto de Egresos de la Federación 2022 (PEF). Este proyecto fue aprobado por los diputados morenistas y aliados sin quitar una sola coma al proyecto que envío del presidente de la República. El presupuesto se avaló justamente un día después del cumpleaños el presidente, por lo que este acto fue cuestionado por la oposición como un capricho para quedar bien con el ejecutivo, ya que se presentaron mil 994 reservas que no se atendieron.
Por su parte, el presidente de México se limitó a decir que el PEF 2022 “ayudará como nunca la salud, la educación, el desarrollo y el bienestar de las familias pobres”. El mensaje del mandatario se ve motivado porque se da prioridad a las megaobras del presidente como el Tren Maya, La refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía quienes recibirán 110 mil millones de pesos que concentran el 60% de la inversión para infraestructura en nuestro país. Mientras tanto, se castiga a organismos autónomos como el INE, el poder judicial y otros de relevancia para nuestro país como la Sedena y SADER.
En el rubro de la educación, se aprobaron 364 mil 484 millones 046 mil 855 pesos, que representa el 1.9% más que en el 2021. Este acto fue calificado por los diputados morenistas como un logro para la educación, sin embargo, se descapitalizó al sector educativo porque se le da prioridad a las transferencias monetarias directas en detrimento de la enseñanza. Por ejemplo: en educación básica se contempla el 49% de la inversión en becas, el 21% en infraestructura, el 14% en gastos de operación, el 5% en formación docente, 5.5 % para libros y materiales, y 4.6 % en servicios personales.
Como se puede observar, el PEF 2022 tiene un carácter centralista porque el gobierno federal controla el quehacer educativo a través del presupuesto que invierte a la educación. En primer lugar, destina la mitad del presupuesto en transferencias monetarias directas (becas) y en segundo lugar a infraestructura en programas como La escuela es Nuestra. Estos programas no son malos en sí, son una necesidad inobjetable que todos los niños y jóvenes necesitan para garantizar su educación como lo establece el artículo tercero de nuestra carta magna.
Sin embargo, los diputados morenistas y aliados pueden decir que en el PEF 2022 el orden de los factores no altera el producto, pero en la educación no es aplicable éste postulado. No es aplicable porque la inversión está completamente desproporcionada, por la poca inversión en la formación docente e infraestructura; esto repercute directamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, hay un problema más grave, los programas son controlados por los “Servidores de la Nación” cuyo jefe es el presidente de la República, por lo tanto, se pierde el verdadero objetivo de la educación y los recursos se manejan de manera discrecional. Todo ello, abona para promover actos de corrupción y el uso faccioso de los recursos públicos.
El ejemplo de la inversión a la educación básica es ilustrativo porque se invierte la mitad del presupuesto a becas; esta entrega de recursos directos no cuentan con un parámetro o un estudio socioeconómico que permita atacar los problemas de la pobreza y desigualdad en nuestro país. Vale lo mismo darle beca a los que cuentan con recursos económicos como aquellos que lo carecen. Esta irresponsabilidad para ejercer el presupuesto está en contrasentido de los objetivos y metas de la educación, iniciando con el rezago educativo que ha provocado la pandemia ante la falta de recursos didácticos e infraestructura para las escuelas. Por ello, invertir la mitad del presupuesto en becas tiene razón de ser solo para el presidente, porque su interés es la compra de conciencias aunque los niños y jóvenes no cuenten con los conocimientos.
Con este mismo enfoque se trabaja con el presupuesto para la infraestructura educativa, ya que los servidores de la nación se hacen cargo de estos programas en las escuelas con los comités de padres de familia. A primera vista parece justo y racional, sin embargo, los servidores de la nación no son peritos en educación y menos en ingeniería civil que permitan garantizar la seguridad de las instalaciones que entregan; tampoco, cuentan con un seguro contra siniestros que establecen las leyes mexicanas para salvaguardar la integridad de los recursos humanos y materiales de dichas instituciones.
Por ultimo, hay que resaltar que con el PEF 2022 viene a dar el tiro de gracia a los programas como: Escuelas de Tiempo Completo (PETC), el Programa Nacional de Convivencia Escolar (PNCE), el Programa para la Atención a la Diversidad de la Educación Indígena (PADEI), el Programa Atención Educativa de la Población Escolar Migrante (PAEPEM) y el Programa de Desarrollo de Aprendizajes Significativos de Educación Básica (DASEB), destinados atender a estudiantes en las zonas de mayor marginación. Este recorte afectará a 37,570 escuelas donde acuden 4.3 millones de niños y jóvenes de escasos recursos económicos, afectando una vez más a la clase trabajadora. Sin embargo, al presidente y a su partido no les interesa en lo más mínimo la educación, ni a quienes juraron defender cuando buscaron el voto popular. Al final, la clase política traicionó una vez más al pueblo que los llevó al poder.
Los actos impunes cometidos por la clase política gobernante, deben hacer claridad a la clase trabajadora la necesidad de llevar al poder a los verdaderos representantes del pueblo trabajador. La aprobación del PEF 2022 viene a demostrar una vez más que no basta cambiar de color ni discurso, que es necesario un proyecto de nación donde la riqueza se pueda repartir de manera equitativa para que la educación sea la verdadera palanca del desarrollo en nuestro país para alcanzar una vida más digna, pero para ello, el pueblo se debe educar y organizar. Para los pobres no hay otra salida. Que conste.
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