Para los funcionarios del partido oficial, del que está gobernando el país, la política es un negocio al que hay que invertir los recursos obtenidos de manera oscura y sobre todo los públicos.
Como todo negocio, ellos no esperan llegar a gobernar, ni a trabajar, ni a dar resultados o la cara, sino a obtener ganancias de su inversión. Si gastan un millón de pesos esperan ganar 10 o hasta mil millones.
El ejercicio del poder en el país a todos los niveles, al menos en la política oficial, no es más que para beneficiarse económicamente, y no sólo saqueando las arcas públicas, sino concediendo permisos de operación a sus empresas, o comprando a sobreprecio a sus distribuidoras, o expidiendo decretos de compras de tierras en zonas geográficamente bien ubicadas, etcétera.
Un ejemplo claro es el presidente de la república. Un reportaje publicado por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad el 7 de septiembre de este año, saca a la luz media docena de contratos que “representa una inversión de mil millones de pesos para la colocación de juegos y bancas de una marca propiedad de un exfuncionario implicado en la corrupción de Segalmex, pero que pertenece al círculo cercano del hijo del presidente López Obrador”.
En otras palabras: influyentismo, compadrazgos, conflictos de interés, nula transparencia en la asignación de obras que implican millones de pesos.
Y si eso ocurre a los ojos de la población del país, se replica en las esferas más bajas del poder, por ejemplo, en las diputaciones, las alcaldías y hasta las regidurías.
No nada más en ese sentido, el de embolsarse una cantidad de obras del gobierno que le garanticen varios miles de millones de pesos. También ocurre que los recursos públicos se usan para “reinvertir” en la promoción personal del gobernante con la idea de perpetuarse en el poder.
De hecho, el Gobierno federal es el mal ejemplo nacional de la compra masiva de votos; que probablemente no hizo ni siquiera el PRI en su época de mayor mezquindad. Basta revisar el artículo “Presupuesto 2024: muy mala señal del ingeniero”, de Omar Carreón Abud del 27 de septiembre de 2023.
Este comportamiento es reproducido por las autoridades locales. Por ejemplo, en Ixtapaluca, un territorio otrora polo de desarrollo, con obras en todas las colonias, inversión en salud, en educación, en deporte, etcétera, pero hoy abandonado por las autoridades y con funcionarios que utilizan el dinero público para su promoción.
Una muestra de esto es lo que ocurrió hace unos días en la colonia Rey Izcóatl, donde funcionarios del gobierno municipal se presentaron para entregar útiles escolares y despensas. Sin embargo, dichos apoyos no eran para la población en general, sino para una lista que una de las operadoras morenistas traía en la mano mientras autorizaba el paso a un domicilio particular.
Lo indignante es que para poder ingresar al domicilio particular donde programaron la entrega, tenían que mostrar un papel en donde decía “Vale por útiles escolares enviados por Felipe Arvizu”, sin mencionar qué oficina del gobierno los enviaba, o qué subdirección participó en este programa.
Pero no sólo es con libretas y unos cuantos lápices; sino con otras migajas, como algunas luminarias, algún bache reparado. Se promueven hasta pagando con recursos sociales a páginas de noticias en el municipio.
Es claro que lo que a ellos les importa es promocionar la imagen de quien busca otro cargo; de quien ahora está invirtiendo los recursos públicos para promocionarse y buscar posicionarse rumbo a la ya cercana elección.
También es claro que la gente votó por este partido, porque pensaban que la situación mejoraría, pero a la luz de dos años las cosas no sólo no han cambiado, sino empeorado. Y seguirá empeorando mientras esos políticos oficiales estén controlando la vida pública del país.
Es momento de que los trabajadores de Ixtapaluca, del Estado de México, y del país en general, tomen en sus manos la política para utilizarla en su favor; para ponerla al servicio de sus intereses, que son mejores salarios, empleo para todos, menos impuestos para quienes menos tienen y el reparto equitativo de la riqueza social.
¿De dónde va a salir ese pueblo que tome la política en sus manos? De los más conscientes, de los organizados, de los humildes, del antorchismo. Tomemos la política para después tomar el poder de México y usarlo en beneficio del pueblo trabajador; no hay otra salida.
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