El 19 de julio del presente año, el mundo occidental reportó una histórica caída en los principales sistemas informáticos; razón por la que los aeropuertos suspendieron sus vuelos, tiendas comerciales cancelaron sus ventas y miles de vidas se pusieron en riesgo al frenar los hospitales una considerable parte de sus operaciones ordinarias. La estruendosa caída del sistema se vio presentada por una ventana azul que alertaba sobre la existencia de un código informático incorrecto.
Hoy queda claro que la decisión china de no ser dependientes de los gigantes tecnológicos occidentales es correcta.
La caída del sistema acontecida en plena mitad de este 2024 no es ninguna novedad, ha habido ejemplos de la vulnerabilidad de la ciberseguridad desde 2016, en este caso los analistas de CrowdStrike, empresa estadounidense poco conocida pero líder en ciber seguridad que cuenta entre sus clientes a las más grandes empresas del mundo, alertaron hace casi 10 años que las vulnerabilidades a las que se habían enfrentado en aquellos momentos eran fruto de un ataque de hackers rusos, afirmación desmentida por el fundador de Wikileaks, Julián Assange. La conclusión de analistas independientes con un criterio más honesto ha concluido que las razones para las constantes fallas de seguridad es la degradación sistémica de la infraestructura norteamericana.
Estados Unidos, pese a ser reconocido mundialmente como un modelo de desarrollo tecnológico y de infraestructura comercial, ha visto en los últimos años, cómo sus principales vías ferroviarias, carreteras y sistemas de saneamiento se han mermado irreparablemente. La infraestructura norteamericana es prácticamente obsoleta.
En el caso concreto de la falla que afectó miles de sistemas informáticos a lo largo del mundo, se debe a una sistemática cadena de fallas programáticas que comenzaron con la actualización del RockyLinux 9.4 y la CrowdStrike. Esta es la versión oficial aceptada, y no la injerencia de piratas informáticos rusos como quisieran reconocer las cabecillas norteamericanas para seguir alimentando la paranoia gringa contra los enemigos rusos y chinos.
Quisiera reconocer que los medios mundiales parecían completa e ingenuamente sorprendidos de que uno de los países que no se vieron afectados por el apagón informático fue China, sin embargo, no debería sorprenderle a nadie que esto pase, pues a pesar de que los medios hegemónicos han tratado siempre de decir que China se ha aislado del mundo implementando sus propias redes sociales, códigos de programación y programas de ciberseguridad, hoy queda claro que la decisión china de no ser dependientes de los gigantes tecnológicos occidentales es correcta.
En un informe recientemente publicado a raíz del accidente global de CrowdStrike, la empresa detalló lo que ocasionó la caída de su plataforma y que afectó a equipos Windows y que en sus propias palabras "no puede repetirse".
Sin embargo, nos convendría preguntarnos sin intenciones mal intencionadas, ¿de verdad el mundo y los países deberían mantener su confianza en un análisis y una insípida autocrítica? Los países del mundo, sobre todo los más cercanos a EE.UU. como lo es México, deberían replantearse de qué manera diversificar su ciberseguridad y su autodeterminación tecnológica. La soberanía también está en nuestros teléfonos móviles, y aquí tampoco se escapa el hecho de que no podemos seguir bailando al son de la hegemonía.
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