En Veracruz está en marcha el proceso electoral para renovar a los 212 ayuntamientos de la entidad. El próximo 1ro de junio, más de 6 millones de veracruzanos están llamados a las urnas para elegir presidentes municipales, síndicos y regidores. Y a pesar de que estamos en pleno “segundo piso” de la tan cacareada transformación, vemos repetirse por doquier muchos de los lastres históricos de la clase política mexicana.
Con el paso de las semanas cada vez es más claro que las candidaturas se darán por designación directa de las cúpulas partidarias
Hasta el momento, los más avanzados en el proceso de selección de sus candidatos a las presidencias municipales son la alianza Morena-Partido Verde, que están seleccionando aspirantes mediante el levantamiento de “encuestas”, y el partido Movimiento Ciudadano, con candidatos ya definidos y que se encuentran en precampaña.
Por otro lado, los partidos de la oposición: PRI y PAN, enfrentan serias dificultades para reclutar candidatos ante la desbandada de sus militantes y ante el hecho de que no lograron concretar una alianza electoral, por lo que cada uno de estos partidos competirá por su cuenta; lo mismo ocurrió con el PT, aliado del oficialismo, que en esta ocasión tendrá que ir solo ante la falta de acuerdo con la cúpula morenista en el reparto de candidaturas.
Y es, para asombro de nadie, dentro de la alianza oficialista (Morena-PVEM) en donde vemos suscitarse muchos hechos que no hablan de ninguna “renovación moral de la vida pública” y mucho menos de alguna transformación social profunda. Por ejemplo, en cuanto a la designación de los candidatos y candidatas, aunque oficialmente los dirigentes de ambos partidos anunciaron que éstos se definirían principalmente por encuestas, con el paso de las semanas cada vez es más claro que las candidaturas se darán por designación directa de las cúpulas partidarias, una práctica que por muchos años fue criticada por los morenistas, al considerarla antidemocrática y contraria a la voluntad popular.
Pero la falsa competencia de las encuestas, ha desatado una verdadera batalla campal entre las distintas facciones políticas del morenismo que, como siempre que hay pleito casero, ha permitido que se ventilen los trapos sucios al interior del oficialismo: hay filtraciones de audios en los que funcionarios de alto nivel reconocen el desvío de millones de pesos del presupuesto para favorecer a tal o cual aspirante y también denuncias por el uso de recursos públicos como programas sociales, transporte y personal de las dependencias estatales o municipales utilizados para realizar campaña a favor de alguno de los encuestados.
También resalta negativamente, el empeño de diversos alcaldes y alcaldesas morenistas para imponer a toda costa a familiares directos como sus sucesores en el cargo, lo que incluye hijos e hijas, esposos y esposas, o hermanos, que no tienen ningún otro mérito más que ser de la parentela del gobernante. Y para nada les importa que en diversas ocasiones la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, se haya pronunciado en contra de esta práctica y hasta haya enviado un proyecto de reforma constitucional el pasado 5 de febrero para prohibir heredar los cargos a familiares.
El pasado 30 de enero el portal de noticias lasillarota.com publicó un extenso y documentado reportaje titulado “Nepotismo en Veracruz: 20 familias buscan heredar alcaldías por la 4T”, en el que analiza uno a uno los casos en que alcaldes y alcaldesas morenistas están luchando ferozmente al interior de su partido para imponer a sus parientes directos. Por otro lado, algunos columnistas locales informados como Carlos de Jesús Rodríguez o Marco Antonio Aguirre elevan ese número a entre 26 o 28 alcaldes.
Esta práctica demuestra que todavía ahora amplias zonas del estado están siendo dominadas por cacicazgos regionales, clanes familiares, que a través de los últimos años han mudado de color de partido, según soplen los vientos, con tal de conservar las presidencias municipales dentro de su patrimonio familiar para garantizar quien les cubra las espaldas y no los hagan responder por los desvíos millonarios del erario, sus alianzas inconfesables con el crimen organizado y que aseguren la prosperidad de sus negocios. Su persistencia dentro de la 4T es una prueba de que el poder político sigue en manos de los mismos grupos, solo que con una camiseta distinta.
Y la batalla fratricida dentro de las filas del partido gobernante no solo se da al nivel mediático o puramente declarativo, hay síntomas de que la descomposición política está derivando en brutales crímenes como resultado de la pugna por el poder municipal.
El jueves 6 de febrero, el ex secretario del ayuntamiento de Paso del Macho y su hermano fueron secuestrados y sus cuerpos sin vida fueron hallados el sábado 9 de febrero, dicho funcionario era el aspirante principal del Partido Verde a la alcaldía. Por otro lado, el mismo sábado se reportó “el levantón” de otro aspirante morenista en el municipio de Cotaxtla, mientras se encontraba en actos proselitistas y en la misma semana, un aspirante a la alcaldía de Jilotepec denunció ante la fiscalía estatal que su casa fue baleada, hecho que él consideró un acto de intimidación para que decline de sus aspiraciones políticas.
Y ante los hechos ya descritos, todavía podríamos agregar una larga lista de aspirantes morenistas vinculados con actividades criminales. El senador morenista Manuel Huerta, acusó a la dirigencia de su partido el 15 de enero el permitir que “verdaderos delincuentes” “arribistas” y “delincuentes comprobados” se hayan registrado como aspirantes a las candidaturas. El dirigente morenista, Esteban Ramírez Zepeta, no desmintió las acusaciones y solo se limitó a exigir al legislador que se dedicará a su labor y no interfiriera en la actividad al interior del partido.
En las filas de la oposición las cosas no son tan diferentes. El PAN recién abrió el proceso de selección de candidaturas y la nota fue que el registro estuvo lleno de personajes que han hecho de ocupar puestos públicos su modus vivendi y también resaltó el nepotismo; en MC hay acusaciones en contra de varios de sus candidatos por tener vínculos criminales y de que ha hecho de cachar chapulines y saltimbanquis su principal actividad política y en el PRI, por primera vez abrirán el registro a “ciudadanos sin partido” ante la apatía de su militancia, muchos opinadores aseguran que si en este elección estuvieran en juego los registros de los partidos, el otrora partidazo estaría a un paso de hacerle compañía al PRD.
Así las cosas, parece que el pueblo veracruzano tendrá que acudir a las urnas el próximo 1 de junio para elegir entre lo menos peor. Y esto seguirá ocurriendo en tanto los trabajadores del campo y de la ciudad no se organicen en un partido que sí defienda sus intereses y en tanto no eleven su conciencia y actividad política, cosa que solo puede hacer un grupo de hombres y mujeres con claridad científica, experiencia al frente de la lucha junto al pueblo y con una filosofía superior y distinta a la de la actual clase política. Construir ese movimiento de vanguardia de las clases trabajadoras es la tarea más urgente e imperiosa del momento.
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