Se ha vuelto un lugar común decir que la educación en nuestro país está muy mal, que se trata de uno de los grandes pendientes a resolver para el siglo XXI. En el primer año de gobierno de la 4T es ya perfectamente visible señalar con precisión y contundencia la percepción que tiene el nuevo gobierno en este rubro, las políticas públicas en este terreno así nos lo indica. Don Ruy Pérez Tamayo, distinguido médico tamaulipeco y estudioso de la historia de la ciencia en México, nos apunta algunas claves valiosas para configurar algunos comentarios al respecto. Para Pérez Tamayo, un elemento importante a estudiar si queremos ubicar la evolución de la educación, y concretamente la producción científica en México, la tenemos que encontrar en la relación entre el Estado mexicano y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Según su lectura, la idea de que la Universidad Nacional, y las actividades que en ella se realizaban, mantenían un carácter liberal fue, uno de los argumentos para que el Estado negara el apoyo necesario para el fortalecimiento de la investigación básica. Esta situación de desdén (existente en las primeras décadas del siglo XX), explica porque la investigación estuvo condenada a la pseudo-especializacion, lo cual solo fue modificado con el arribo de los científicos "transterrados" y la creación de la carrera de investigador. Para Pérez Tamayo, el primer intento serio de salvar la distancia entre el Estado y la comunidad científica fue a partir de la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Este acto, hay que entenderlo, apunta el tamaulipeco, como un cambio en la ideología de los entonces gobiernos priistas, que adoptaron la idea, para entonces generalizada en el mundo, de que un país sin ciencia y tecnología, está condenado al subdesarrollo. Esta afirmación tendríamos que someterla a revisión, a partir de los estudios existentes al respecto, para confirmar si el rumbo que tomó la política pública educativa y su aplicación, corrobora si efectivamente hubo un cambio de percepción. En términos generales, aunque podemos admitir un avance, no sería erróneo calificarlo como un adelanto pírrico, si partimos del desperdicio de talentos mexicanos hasta la fecha existente.
Los datos son duros. La estadística de 2014 señala que por cada 10 mil habitantes, México tiene 0.65% investigadores (estábamos por debajo de Haití), mientras que países como Alemania tiene el 4.2%. Ello tiene su correlato, en buena medida, en el porcentaje del gasto ocupado en ciencia y tecnología de acuerdo al PIB; nuestro país apenas destina el o.5%. El problema tiene muchas facetas de carácter histórico o estructural, pero los datos arriba mencionados ya nos sugieren que uno de los aspectos a atender es en la cantidad de gasto destinado. El escenario educativo es harto conocido. Por ejemplo, pese a que en nuestra carta magna se señala la gratuidad de la educación, muchas de las escuelas de nivel básico funcionan gracias a la intervención de los padres de familia y la comunidad, en el mejor de los casos. Así también, de acuerdo con un estudio realizado por la OCDE, en 2017, en México, sólo dos de cada 10 adultos tienen acceso a la educación superior.
En septiembre del presente año el nuevo gobierno ha aprobado la nueva reglamentación de la educación. La propuesta de presupuesto del gobierno ha reducido en un 19% los recursos para la formación docente, y 20% a las escuelas normales; sin mencionar el arreglo político que hubo con la sección 22 de la CNTE. Así mismo, las escuelas de tiempo completo, que dentro de las evaluaciones han resultado las más competentes, les han reducido el presupuesto en un 50%. Por lo que hace a la mejora en la infraestructura educativa, la posición es conservadora, el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2020, subraya el destino de los recursos a dos grandes rubros: la edificación de la refinería de Dos Bocas, y, el Tren Maya; además de la consolidación de los programas sociales, este último acaparará el 60% del total del presupuesto. No son buenas noticias para la educación en nuestro país.
El desinterés y hostilidad que los gobernantes han mostrado en la dotación de calidad al pueblo de México, no hay que encontrarla en la miopía política o falta de recursos. Se trata de un acto perfectamente premeditado ya que la educación es el principal motor de desarrollo de los pueblos. La opresión y marginación de una clase social sobre otra, descansa, en buena medida en la ignorancia. ¿En el gobierno de la 4T estamos ante el mismo patrón?
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