A pesar de que en reiteradas ocasiones el presidente de la República, el licenciado Andrés Manuel López Obrador ha dicho y prometido que en nuestro país no van a subir los precios en general, que su gobierno garantizará la seguridad alimentaria, nos encontramos en la realidad con que esto no ha sido así, hemos visto en los tres años de este gobierno cómo los precios se han disparado hasta por encima de la inflación, que es un incremento natural. Para demostrar esto no es necesario mostrar análisis económicos o matemáticos, ni estadísticas especiales de organismos nacionales o internacionales; la gente común como usted y yo lo percibimos todos los días y en todo momento; la ama de casa cuando va a comprar las tortillas, el huevo y los frijoles, el transportista cuando va a llenar el tanque de la gasolina, el tortillero cuando paga el consumo de la luz y del gas, el joven cuando adquiere su nuevo teléfono celular.
El incremento de precios ha sido la constante desde hace varios años y el periodo de gobierno de la 4T no es la excepción, aún cuando miles de trabajadores se quedaron sin empleo, lo que provocó el alza en las filas del empleo informal, aún cuando miles de niños tuvieron que abandonar la escuela para entrar a trabajar de lo que encontraran, para ayudar a sus familias y sobre todo con el poco o casi nulo de los apoyos municipal, estatal o federal hacia los mexicanos, los precios de los productos necesarios para una vida digna, no tuvieron freno, y su incremento fue otro golpe más para los más humildes de México.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), comprar productos como el aguacate o la manzana salió el 26 por ciento más caro y el kilo de tortilla o carne de cerdo es 17 por ciento más caro, esto sin tomar en cuenta productos como el huevo con un incremento del 14 por ciento.
A estas alzas debe sumarse la de otra promesa fallida del presidente que encabezaría el gobierno de “primero los pobres”, pues durante sus actos de campaña en 2018, una de sus propuestas fue la de no permitir que el precio de gas LP subiera, algo en lo que falló, pues este energético tuvo un aumento del 16 por ciento, golpeando, otra vez, a los que López Obrador juró proteger.
En un país así, donde los precios aumentan aceleradamente, también existe otro problema que nos aqueja; si bien es cierto que en los últimos años el salario de los trabajadores ha tenido un incremento del 16% entre 2018 y 2019, la inflación lo redujo a un aumento neto de 11%, lo que demuestra que eso, aunado al aumento de los productos, dejan al trabajador mexicano sin una posibilidad adquisitiva real, es decir, si el salario aumenta mínimamente, y los productos en gran porcentaje, aún así los mexicanos no tendrán la capacidad para adquirir los productos, ni siquiera los de la canasta básica, ya no hablemos de la recreación, que también tuvo su incremento.
Para finalizar quiero hacer una pequeña observación. México es el tercer país con más horas de trabajo semanal, esto según la OCDE, pues nos posicionamos solo por debajo de Colombia y Turquía. También es importante mencionar que nos encontramos en el quinto lugar los salarios más bajos de todo el mundo, esto quiere decir que, aunque los mexicanos sean de los que más trabajan, también son de los que menos les pagan.
Un gobierno así, que deja de lado las problemáticas reales y tangentes de su pueblo y se pone a pelear con enemigos imaginarios, no ayudará a que nuestro país salga del bache en el que nos encontramos sumergidos desde hace años; urge pues, que el pueblo se una, que luche y camine por un mismo rumbo para que, el día de mañana, ponga en el poder a un verdadero líder del pueblo.
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