Nuevo León, una de las entidades con mayor producción y consumo de carne, padece hoy la falta de agua y una reacción en cadena de problemas socioeconómicos que afectan principalmente a las familias de menor poder adquisitivo.
En 2022, Nuevo León ocupó el décimo segundo lugar nacional de producción de cárnicos, con 75 mil 676 toneladas, cifra equivalente a 3.5 por ciento del total del país, según las estadísticas del Consejo Mexicano de la Carne (CMC). Ese mismo año, Enrique Canales, funcionario de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADR) de la entidad, informó que la falta de lluvias y el vaciado de las presas redujo en casi 30 por ciento el hato ganadero y también afectó los cultivos de granos y cítricos.
Las asociaciones ganaderas y las dependencias gubernamentales revelaron que en 2023,m la sequía provocó también la pérdida de 30 % de las 600 mil cabezas de ganado, ya que, de acuerdo con el Centro de Investigación en Producción Agropecuaria (CIPA) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), un bovino adulto consume entre 26 y 70 litros de agua al día; y una vaca lechera entre 38 y 110 litros de agua, porque las hembras preñadas requieren mayor líquido vital.
Además, la disminución en la ingesta de agua y pastura hace que las reses pierdan entre ocho y diez kilogramos mensuales de peso; y los ganaderos son obligados a disminuir sus hatos, ya sea vendiéndolas o sacándolas del estado, porque de otro modo quedarían condenadas a morir.
“Tenemos que migrar a una ganadería más tecnificada para no perjudicar el hato ganadero”, destacó Enrique Canales, quien también recomendó a los ganaderos mejorar la infraestructura de sus sistemas de riego y almacenamiento de agua y alimentos.
El último reporte del Monitor de Sequía de México (MSM) de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), emitido el pasado 28 de febrero, reveló que cuatro municipios padecían sequía excepcional; que 24 de los 51 municipios del estado estaban catalogados con un nivel anormalmente seco; diecinueve sufrían sequía moderada; en dos severa y en otros la sequía era extrema.
Los dos municipios con cifras más alarmantes (extremas) del 1° al 15 de enero fueron Aramberri y General Zaragoza, mientras que Iturbide y Linares se diagnosticaron con sequía severa.
Por otro lado, la presa El Cuchillo descendió a 45.52 % de su capacidad de almacenamiento, con 511 mil 244 millones de metros cúbicos (m3); la del embalse La Boca se encuentra en 57.95 % de su capacidad, con 22 mil 882 millones de m3 y Cerro Prieto con 13.79 %, equivalentes a 41 mil 357 millones de m3.
El 80 % del territorio neoleonés se destina a las actividades agropecuarias (producción de granos, cítricos y ganadería), de acuerdo con la SADR.
Eladio González Peraza, presidente del Consejo Agropecuario Nuevo León (CEA-NL), afirmó que la caída de créditos, la falta de apoyos federales y la revisión del Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) en 2022 han provocado un estado de alerta en la entidad.
Además, advirtió que es:
“… poco el apoyo al campo del gobierno federal, y los pocos que hay son insuficientes para la alta producción. El pequeño productor, que produce y vende a los intermediarios, es el que más sufre, pues es precisamente a él al que menos apoyo le llega. Al verse con problemas con el agua decide vender su pequeño hato a precio de ganga con tal de que no lo pierda todo”.
En todo el estado, asimismo, se han agotado los pozos de los que se abastecía el sector agropecuario y en la actualidad solo disponen del agua de El Chapotal, en Montemorelos, que también abastece al área metropolitana de Monterrey.
El presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Juan Cortina Gallardo, aseguró que se requieren políticas públicas para atender y resolver el problema del agua en Nuevo León e insistió en que el Gobierno federal debe asignar mayores recursos al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2024.
Cortina Gallardo explicó que el gran problema de la sequía afecta a la mayor parte de las regiones norte y centro del país; y que en entidades como Sinaloa y San Luis Potosí se pierden cultivos como el del maíz y caña de azúcar; mientras el gobierno federal se concentra en otros asuntos de menor impacto socioeconómico:
“El presupuesto está enfocado en el programa Sembrando Vida, en regalar fertilizantes; pero parte de ese presupuesto debería estar enfocado al tema de la ganadería, al tema de los granos, todos los apoyos de la comercialización y cobertura. Toda la parte de la agricultura comercial se ha dejado de lado, y es la agricultura comercial la que le da de comer a todos los mexicanos, y la que da la posibilidad de tener alimentos a buenos precios. Deberíamos poder reevaluar y ser más objetivos en temas que son críticos como el del agua”.
La cruda realidad
Entrevistado por este medio, Fidencio Bolaños Villalpando, vecino de la localidad de San José de González, productor de cabras para el sustento de su familia, informó que cuenta con 40 cabezas.
Seis de sus compañeros se dedican al pastoreo y poseen entre 30 y 40 animales; pero de estas labores “no sale mucho, sólo es para el sustento de la familia”.
Todos los días salen al monte a pastorear en un área de cuatro a cinco kilómetros cuadrados. Su trabajo es duro y cansado, pero tienen que comer; y frente a la falta de agua se ven obligados a caminar hasta la presa conocida como La Unión, que se halla casi seca por el estiaje, pero también debido al cambio climático.
Este recorrido les implica el acarreo de agua de unos diez kilómetros adicionales, pero deben hacerlo porque, si no, se mueren sus animales; además, la falta de lluvias produce menos hierba en el monte.
Eleazar Contreras Zavala, vecino del ejido Puerto México, en el municipio de Galeana, confió a buzos que “mejor vendió sus cabezas antes de que el precio bajara por la sequía”.
Sólo se quedó con una vaquita porque estaba preñada; tenía otras diez, pero decidió venderlas. Le sale caro mantenerlas, ya que para la única vaca que tiene compra diez pacas de avena cada semana y cada una cuesta 120 pesos; y explicó que no compra pacas de alfalfa porque cuestan 140 pesos cada una.
Informó también que posiblemente no llueva en los próximos meses y que los agostaderos no se van a recuperar.
En su ejido, los campesinos deben comprar el agua en 80 pesos por tonel. Esto ocurre “cada tercer día, cuando a la vaquita se acaba la que tengo. La sequía nos friega mucho por todos lados; a veces no hay ni para beber, mucho menos para los animales. El vecino tiene como 50 vacas allá en el monte; pero el año pasado, en la sequía, se le moría casi una por semana. Ahorita ya las traen en los puros huesos”.
Don Leobardo Aguilar Hernández, productor de borregos, tiene cerca de 200 cabezas. Son de un agostadero al que le llaman majada. Ahí se queda con ellos para cuidarlos que no se los coman los coyotes. ¿Dónde consiguen el agua?, se le pregunta:
“Me la acarrea mi familia en una camionetita vieja que tenemos. Sale muy caro porque hay que invertir en gasolina y, como ve, esta está muy cara. Si se desbarata el mueble, hay que arreglarlo; es caro, pero ¿qué más hacemos? Le pongo mil pesos de gasolina y me dura para seis viajes de agua, y el agua me dura una semana. Se las tengo medida, no desperdiciamos porque a veces no hay ni para beber”, lamentó.
Durante esta temporada de sequía se le han muerto hasta tres o cuatro animales en un día. Pero aun así no las vende en estas fechas porque el precio se abarata, ya que nadie las quiere por la sequía.
Algunos las usan para consumo propio, porque ni él ni sus familiares pueden controlar la muerte. En Nuevo León, puesto que el 80 % de su área productiva es pecuaria, resulta indispensable que los pastizales dispongan de recursos hídricos y que las autoridades cuenten con una política para su conservación; porque se efectúa de esa manera, se podría generar un mayor desabasto de alimento para ganado en el corto, mediano y largo plazo.
El presidente de la Unión Ganadera Regional (UGR) de Nuevo León, Adrián de la Garza, precisó que para reducir el costo de mantenimiento, los ganaderos han tenido que reducir sus hatos con la venta de los animales de menor peso para el sacrificio.
Asimismo, los de buena genética se ofrecen en entidades donde hay mejores condiciones climáticas: “Aparte de hacer esa práctica, mucha gente también hace el destete temprano; les quitan los becerros chicos a las vacas para que no sufran mucho y se puedan mantener en mejor condición corporal, y al becerrito le ayudan con leche artificial o algún suplemento”, detalló.
Para los ganaderos neoleoneses, la situación resulta preocupante porque prevén que, este año, los sacrificios y las pérdidas podrían ser mayores debido a que no reciben el apoyo necesario de las autoridades federales.
El MSM de la Conagua anticipó que la sequía será más grave en 2024 que en 2023 para el sector citrícola; entre 2021 y el año pasado se registró una gran reducción en la siembra y la cosecha.
En 2021 únicamente se sembraron 25 mil 854 hectáreas de naranja, de las que se cosecharon 20 mil 985 y se produjeron 126 mil 417 toneladas de jugo.
En 2023 se sembraron 26 mil 25 hectáreas de naranja, de las que se cosecharon 19 mil 349 y produjeron 100 mil 602 toneladas del cítrico.Actualmente, los municipios con mayor producción citrícola son Montemorelos, Linares, Allende, General Terán, Cadereyta Jiménez, Santiago, Hualahuises y Los Ramones, que podrían verse afectados seriamente por la sequía y la falta de apoyos federales a los productores, que se encuentran en la misma situación que muchos otros agricultores y ganaderos.
A los grandes productores también les pega la sequía. Por ejemplo, a los integrantes de la Asociación de Engordadores de Ganado Bovino del Noreste (AEGBN), con filiales en Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, quienes también deberán reducir casi a la mitad sus hatos ganaderos; y tampoco han logrado llamar la atención de las autoridades federales y la estatal.
El gobernador Samuel García reconoció el problema del agua, que afectará a los ganaderos, pero se ha limitado a trasladar las demandas de apoyos a la federación que, por supuesto, tampoco resuelve adecuadamente.
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