Así es, el pasado jueves 7 de los corrientes, terminó el viacrucis por el que estaban pasando mis compañeros antorchistas de la colonia Manuel Serrano Vallejo del municipio de Valle de Santiago, Guanajuato quienes duraron 77 días en protesta permanente porque el Ayuntamiento les negó inexplicablemente, todo ese tiempo, pipas de agua potable para que 500 familias que habitan dicha colonia pudieran satisfacer la necesidad del vital líquido. La autoridad municipal reconoció el derecho y la razón que les asiste a los manifestantes y se comprometió a dotarlos de agua potable hasta en tanto se realice la obra definitiva el próximo año, por tanto, la protesta deja de tener razón de ser.
La lucha de mis compañeros fue tesonera y persistente, realizaron dos marchas por las principales calles de la cabecera municipal; mantuvieron un plantón por 29 días con sus noches a las puertas del palacio municipal, (que se vieron obligados a levantar tras la tercera ola de la covid-19, tratando de evitar los contagios); recolectaron casi 30 mil firmas de la ciudadanía vallense en apoyo a su lucha; protestaron diariamente, a partir de entonces, en distintos cruceros de la ciudad; realizaron decenas de pintas de denuncia en bardas, con la respectiva autorización de los dueños; acudieron a distintos eventos públicos en los que estuvo presente el alcalde, como fue el acto del tercer informe de gobierno, en el cual fueron agredidos los manifestantes por la policía municipal; difundieron miles de volantes para informar a sus conciudadanos el estado que guardaba su lucha y; varias actividades por el estilo.
La razón de toda esta actividad política, es muy sencilla, los habitantes de la colonia Manuel Serrano Vallejo tienen la necesidad real de contar con este servicio público básico. Llevan 6 años padeciendo la escasez del agua potable, que es un Derecho Humano, consagrado en el artículo 4° de nuestra Carta Magna y a pesar de ello no habían tenido una respuesta positiva a su problemática.
Es plausible la reconsideración de la autoridad municipal, porque es un acto de justicia plena dentro del marco de la ley, al respetar los derechos y las garantías de la ciudadanía. Debe estar consciente que los gobiernos progresistas, saben perfectamente que nunca serán lo suficientemente eficientes como para abarcar todos los problemas de sus gobernados sin la participación decidida de estos.
El desarrollo social, que no es otra cosa que la mejoría constante, palpable y efectiva, de las condiciones de vida de la población en general y, en particular, de las grandes masas de asalariados, en nuestro país, duerme el sueño de los justos, pues, los indicadores de este desarrollo como el trabajo bien remunerado, la vivienda adecuada, la alimentación, la salud, la educación, el vestido y calzado, etc., están cada vez, más lejos del alcance de la inmensa mayoría de los mexicanos.
Por el contrario, la pobreza en nuestro país avanza rápidamente, cada día son más nuestros compatriotas, que carecen de lo indispensable para poder disfrutar de una vida digna o, dicho de otra manera, cada día son menos los que cuentan con los recursos mínimos para satisfacer tan elementales necesidades.
La injusticia social que esto implica, se ve agravada, por el hecho de que las áreas donde habitan los pobres están, prácticamente, fuera de las preocupaciones de quienes gobiernan y manejan los recursos públicos. Y en este aspecto no hay ninguna diferencia entre zonas urbanas y rurales: todas por igual carecen de suficiente agua potable, drenaje, energía eléctrica, etc.
Los gobernantes tienen que convencerse, que no se puede promover en serio el desarrollo de un municipio, de un estado o del país, sin la participación ingeniosa y creativa de la ciudadanía, pero, lo más importante, es que los propios ciudadanos se den cuenta, que a los más humildes de este país, no les queda otro camino, que el de la lucha organizada y consciente, para resolver sus problemas más urgentes e inmediatos, en primera instancia, así, como fortalecer y acrecentar la unidad del pueblo mexicano para cambiar el injusto modelo económico que rige nuestra patria y que es la verdadera causa de nuestras penurias.
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