Con bombo y platillo el gobierno de la Cuarta Transformación (o transformación de cuarta, como han dicho muchos de sus detractores), encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, anunció el nuevo incremento del salario mínimo. “En la conferencia matutina de este miércoles (4 de diciembre del presente año), la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, confirmó el aumento del salario mínimo en un 12% a partir del 1 de enero de 2025. La Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) determinó ayer martes otorgar este incremento. En la reunión, que concluyó cerca de la medianoche, el organismo definió dicho ajuste. De esta manera, el salario mínimo general, que hasta ahora es de 248.93 pesos diarios, 7 mil 470 pesos al mes, ascenderá a 278.88 pesos al día, es decir, 8 mil 364 pesos mensuales”.
Este anuncio, si lo vemos en sí mismo, podríamos decir que es plausible, mediáticamente poderoso: “se subió el salario un 12%, por encima de la inflación”; sin embargo, siempre debemos ir al fondo de las cosas, razonar con cuidado para no quedarnos en la superficie o en las apariencias. La clase trabajadora de nuestro país debe ser capaz de descubrir cuando le están diciendo la verdad, cuando se trata de verdades a medias o cuando simplemente lo están engañando. Debe descubrir la navaja cuando viene dentro del pan. Así, los revolucionarios, los trabajadores, debemos ser capaces de dilucidar en este anuncio lo qué hay detrás; no debemos dejarnos engañar y debemos sentar una posición sobre lo que está sucediendo. Veamos, pues, si realmente el aumento tiene un beneficio para las clases trabajadoras como se anuncia o qué está pasando.
Primero, diremos una obviedad, pero en lo simple, a veces, está lo complejo. Si al obrero le suben el salario y éste lo ve como un triunfo, dice Marx en su folleto para los obreros: “salario, precio y ganancia”, cuando los obreros ganan, pierden. ¿Por qué? Porque resulta que los patronos, que basan su razonamiento en el principio de la máxima ganancia y, por lo mismo, si el gobierno les obliga a subir el salario, entonces, ellos, para compensar esa subida del salario, entonces, optarán por incrementar los precios de las mercancías, en otras palabras, trasladarán el incremento del salario que el gobierno les obligó a los consumidores finales de sus mercancías, de tal suerte que si suben los salarios el obrero sale perdiendo porque queda igual o peor que antes de que le aumentaran el salario, pues aunque su salario nominal, es decir, lo que le pagan y está inscrito en el cheque que le dan haya aumentado, en este caso un 12%, la verdad es que el incremento de los precios hace que su salario real, es decir, su capacidad de comprar mercancías, se vea afectada, se reduzca y quede igual o peor que antes de la subida del salario.
Segundo, si la política de incrementar los precios no es posible, porque el gobierno imponga controles de precio, entonces, aplican las empresas lo que se conoce como “reduflación”, es decir, ofrecer un precio atractivo de un producto que contiene menos cantidad de la que el trabajador está acostumbrado a comprar. Por ejemplo, el precio del frijol peruano costaba en Walmart en la semana que pasó la cantidad de 68 pesos, escuché a alguien decir: “mira, está barato”; sin embargo, cuando me fijé bien, resulta que el precio anunciado era por 900 gramos y no por un kilogramo, es decir, que si se ofreciera la bolsa con un kilogramo realmente costaría 75 pesos. El kilogramo del frijol negro y del frijol bayo costaba 63 y 60 pesos respectivamente. Ahí la trampa de la “reduflación”: el obrero cree que paga por algo “barato”, pero le dan menos, por tanto, paga más.
Tercero, los patronos, una vez que se ven obligados a subir el salario, se la cobran al propio obrero haciéndolo trabajar más horas, alargándoles el turno sin pagarle horas extras; poniéndole a trabajar minutos de más sin remuneración; poniéndole trabas para darle prestaciones o lo que se conoce como el reparto de utilidades, etc.; si el obrero llega tarde al trabajo, lo regresan a su casa y le descuentan el día; incrementan la intensidad del trabajo para, con ello, obtener más beneficios, etc. En cualquier caso, lo que le dan al obrero en incremento por la obligación del gobierno, se lo quitan por otro lado.
Finalmente, y aquí se esconde una trampa no tan fácil de ver, la tabla de cobro del impuesto sobre la renta, ISR, en función de los niveles de salario que impone el SAT, “no se actualiza… el salario mínimo de 2025, le estarían reteniendo casi 750 pesos mensuales, lo que representa el 83% del aumento. ¡Para el SAT la recaudación sería de 76 mil 500 millones de pesos!”, escribió en un mensaje en la red X, Mario Di Constanzo. Este gobierno dijo que no aumentaría los impuestos y lo está cumpliendo; sin embargo, lo que da con una mano al trabajador lo quita con la otra, es decir, sí está cobrando impuestos de manera indirecta, pero quien sale perdiendo, al final de las cuentas es, como siempre, el obrero.
Por todo lo anterior, sigue haciendo falta la construcción de un Estado obrero, de un Estado proletario en el que el poder esté en manos de las clases trabajadoras y no, como hasta hoy sucede, después de la Revolución Mexicana, que está en manos de las clases poderosas, aunque la 4T diga lo contrario. Los que mandan en México siguen siendo los poderosos y los que siguen ganando en México son los poderosos.
Los continuos atropellos que sufre el pueblo, como por ejemplo, la sensación de inseguridad permanente; la sensación de que no alcanza el dinero y que no se sabe cómo llegará a fin de quincena o de mes el trabajador con su familia; la angustia de no poder encontrar un trabajo digno y bien remunerado; el flagelo de las drogas que corroe a las juventudes de México y que ahora con las becas que les da el gobierno, simplemente facilitan su consumo; la manipulación blanda que se sigue del uso excesivo de los teléfonos celulares, que hacen más ricos a los ricos con las recargas que los mexicanos le ponen a los teléfonos y hace a los usuarios más dependientes del teléfono y cada vez más alejados de los problemas reales, concretos; los hace cada vez más insensibles y dependientes del “aparato inteligente” y manipulados así por el sistema. Todos estos elementos indican que el país está mal y si a ello le agregamos que el incremento del salario que va a resultar contra los trabajadores, pues ante la obligación que tiene este gobierno de reducir el déficit, incrementando la recaudación, nos dispara metralla de buenas intenciones, pero en el fondo, este gobierno encaja sus afilados dientes a los trabajadores de México quitándoles el 83% de lo que les prometieron aumentar.
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