Servir a los demás no es tarea fácil, mucho menos cuando tienes todo en contra; sin embargo, todo el esfuerzo, el cansancio, las horas bajo el sol, el aguantar todas las veces que te cierran las puertas en áreas gubernamentales, vale la pena cuando colaboras en mejorar la calidad de vidas de las familias.
Así lo reconoce Viélika Moroyoqui Cota, coordinadora de Antorcha Campesina en la zona norte, quien desde los 17 años de edad forma parte de este movimiento y del que ni un solo día ha dudado en permanecer, sin importar el reto que implique.
¿Cómo fue tu inicio en Antorcha Campesina?
Yo formo parte de la organización desde los 17 años de edad. Cuando ingresé a la universidad llegué a Antorcha solicitando el apoyo para una beca para poder estudiar porque en mi pueblo es muy difícil que yo pudiera salir adelante: estaba muy lejos, las colegiaturas muy altas y no podía yo acceder por mis propios medios o por los de mi papá. Entonces, pedí el apoyo de la organización y de ahí fue donde yo empecé a conocerla y me gustó. Me gustó la labor social que hacen, que no son beneficios personales sino sociales los que busca el Movimiento Antorchista.
¿Cuál fue tu primera actividad dentro de Antorcha?
Ingresé a un grupo de ballet folclórico, también estuve en el taller de teatro, en el taller de poesía, y me gustó la cultura que imparte el Movimiento Antorchista. A veces conocemos solo la parte de lucha, pero también tiene una cara muy bonita que son los programas culturales, que debo decir que ya hemos hechos varios aquí en mochis y en todo el estado, incluso fui profesora en una preparatoria, después terminé la universidad y decidí por mi propia voluntad permanecer a esta organización.
¿Ha sido fácil formar parte de Antorcha y encabezar luchas sociales?
Ha sido complicado y lleno de retos. Es una labor muy bonita porque ayudas a muchísima gente por la labor de gestión que hacemos y por la parte cultural y deportiva, pero claro que es complicado porque nuestra organización no la mantiene ningún partido político ni depende tampoco de ninguna institución económicamente; entonces, hacemos actividades económicas, pero eso es también un esfuerzo que uno hace porque no estamos acostumbrados a pedirles dinero a nadie.
¿Cómo ha sido enfrentar que la ciudadanía tache a Antorcha de lucrar con la necesidad de las familias?
Fíjate que si es una parte complicada porque el primer ataque que tuvimos como organización no fue para nada algo pequeño, porque fue del presidente de la República, tachándonos igual que otras organizaciones de que nos quedábamos con el recurso de la gente, pero en nuestro caso no es así, no recibimos dinero para darle a la gente, para hacerles obras, lo que hacemos son gestiones, tocamos puertas, pero aun así hemos comprobado que somos fuertes y que aquí estamos.
En todos estos años y al enfrentarse a la negativa de la sociedad por ayudar ¿Ha pensado en abandonar esta lucha?
Fíjate que no, nunca, en ningún momento lo he pensado desde que yo me metí. Tuve dudas al principio, pero no por la organización si no por unos problemas familiares, pero de decir me voy porque pues esto no funciona o que a esto no le veo futuro, de verdad no; yo pienso que la organización está en lo correcto de que mientras exista la necesidad de la gente habrá gente como nosotros que ayuden.
¿Convertirte en gestora social es algo que ha llenado tu vida?
La verdad es que si, como te digo, yo conocí a Antorcha a los 17 años, pero me habría gustado saber de ella antes; ha sido una experiencia muy bonita, estar junto a la gente, poder acompañarlas, ser su voz saber que pude ayudar en algo.
¿Qué mensaje le daría a la ciudadanía para lograr que sea más empática con las necesidades de los demás?
Que se unan a los movimientos, que vean a su alrededor, que se den cuenta que es mucha gente que vive en condiciones vulnerables y que necesita del apoyo de los demás, que merece vivir de manera digna, con calidad de vida, en donde tenga las mismas oportunidades que los demás. No importa cuánto des, lo que vale es que te unas y tiendas la mano a quien los necesita.
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